Y aunque solo fuese una milésima de segundo, pensé en no subirme en ese avión. Sin duda, tenía muchas ganas de vivir la experiencia de estar en la universidad, solo había escuchado anécdotas de que tan bien se lo pasaban los universitarios. Quería ser uno de ellos, fiestas, nuevos amigos, exámenes (lo que menos me apetecía), compañeras de habitación...
No solo era el hecho de dejar atrás mi familia, me daban pavor los aviones desde el accidente de mamá. Solo de pensarlo el peor recuerdo de mi vida nubló mi mente.
21 de abril de 2018.
La directora me llamó para que visitase su despacho, me pareció algo muy extraño ya que nunca había causado ningún revuelo en el instituto. Paso por mi cabeza la idea de que mi madre había enviado algún regalo al instituto por mi cumpleaños, ya que ella en ese momento, si mis cálculos no fallaban, estaría sobrevolando la elegante ciudad de París. No me había enfadado por que sabía que el mundo de la moda era muy complicado y ella tenía que cumplir con su deber como diseñadora. Aun así, abandoné el aula de química y me apresuré hasta el lugar. Al llegar, para mi sorpresa, no solo estaba la directora, también estaba mi padre.
- Señorita Holden, siéntese por favor.- La miré a los ojos y noté que algo no iba bien, miré a mi padre, este estaba cabizbajo.
- Buenos días directora, hola papá.- No obtuve respuesta a mi saludo, las caras de los presentes permanecían serias.
- Hija... No se por donde empezar...
- Tranquilo señor Holden, trataremos de hacerlo lo más ameno posible.- La directora trató de tranquilizar a mi padre pero no lo consiguió.
- ¿Me van a decir de una vez lo que está pasando?- Harta ya de la situación, exigí una respuesta al porque de esa peculiar reunión.
- Tu madre... falleció.- Esas palabras salieron de la boca de la directora con total normalidad, como si me estuviese preguntando mi asignatura preferida.
Empecé a llorar desconsoladamente. No podía ser verdad, las lagrimas caían por mis mejillas. ¿Por qué a mí? y ¿Por qué el día de mi cumpleaños? Mi madre era un pilar fundamental de mi vida y de solo imaginar que no la podría ver más se me venía el mundo encima.
- Nos llamaron desde el aeropuerto. Su avión ha caído en picado hasta estrellarse en un bosque de Francia. No ha habido supervivientes.
Salí corriendo del despacho en busca de Madison, no podía estar sola en el peor momento de mi vida.
Y como si me hubiera leído la mente, la voz de Madison interrumpió mi flashback.
- Oye, Lini. ¿Estás bien?
- Claro, Madison. No pasa nada. Vayamos rápido, sino perderemos el vuelo.
Al final, con las piernas temblando, conseguí montarme en el avión. No era un vuelo muy largo, simplemente 3 horas, mi mejor amiga y yo habíamos elegido esa universidad porque ambas queríamos ser profesoras de primaria. Además, en esa universidad se podían cursar sinfín de carreras, según Madison, eso equivalía a más gente y a más fiestas. Pasé esas tres horas de vuelo sentada al lado de la ventana y tenía al lado un señor de alrededor de cincuenta años. Este amable hombre (nótese la ironía), se dedicó a hablarme sobre su estresante trabajo como camionero durante todo el vuelo. Me contó que tenía muchos problemas de espalda por estar tanto tiempo sentado y que ya su trabajo se le estaba haciendo aburrido. Por eso, había decidido mudarse de ciudad, para poder conducir por carreteras nuevas que no conocía.
Después de las interminables tres horas llegamos a nuestro destino. Madison había contratado un chófer para llevarnos desde el aeropuerto hasta la residencia de la universidad. Al llegar, nos quedamos alucinando, no podíamos creer que ese sería nuestro hogar por los próximos años.
- Arlie, esto es increíble.- Se notaba la ilusión en su voz y eso me hizo ilusionarme a mí también.
- Me encanta. Quiero entrar ya.- Y sin mirar hacia atrás, agarré a Madison de la mano y la llevé hasta el interior del edificio.
Al parecer, no habíamos sido las primeras en llegar, teníamos una gran cola que esperar hasta que nos diesen las habitaciones. No sabíamos si estaríamos juntas, ya que mezclaban a las personas que no se conocían entre sí para poder crear nuevos vínculos. La recepción de la residencia era muy acogedora, tenía un par de cuadros, unas cuantas plantas y un sofá que parecía muy cómodo, sin duda, algún día (dentro de no mucho) lo probaría. Después de veinte minutos llegó nuestro turno.
- Buenos días, somos Arlie Holden y Madison Shaw, nos gustaría coger las llaves de nuestras habitaciones.- Dijo mi mejor amiga muy amablemente, la recepcionista era una mujer muy risueña y nos había parecido bastante agradable.
- Si, claro. Arlie Holden, la 571 y Madison Shaw la 577. Si tenéis algún problema avisadme y lo intentaré resolver.
- Muchas gracias.- Agradecí yo, pensaba que la gente sería mucho más borde por aquí, al parecer, me equivocaba.
Subimos en el ascensor ya que se nos iba a hacer muy complicado subir las escaleras con aquellas grandes maletas. Llegamos a nuestro piso, no estábamos juntas en la habitación pero nuestras habitaciones se encontraban relativamente cerca, no podíamos poner ninguna pega al respecto.
- Suerte, Lini. Después de deshacer las maletas nos vemos aquí para poder hablar sobre nuestras compañeras de habitación.
- Igualmente, Madison. Luego nos vemos.
Con los nervios a flor de piel me dirigí a la habitación 571. Esperaba que no tuviese que compartir habitación con una chica creída, no soportaría ni una semana. Creo que en ese momento me encontraba rezando a todos los dioses que me venían a la cabeza. Con valentía, abrí la puerta de mi habitación.
- Hola?- Pregunté, quería hablar un poco con mi nueva compañera. Después de todo, tendríamos que compartir habitación un curso entero.
- Hola.- Respondió una voz grave.
Asombrada, abrí la puerta del todo y me quedé boquiabierta. Ahí no estaba mi compañera de habitación, sino mi compañero de habitación. Nos miramos por unos cuantos segundos, analizando la situación.
- ¿No es un poco raro que pongan a un chico y a una chica juntos en la habitación?- Preguntó él. En la residencia no había pisos separando a chicos y a chicas pero en los cuartos normalmente no se solían mezclar.
Miré al chico delante mio. Era alto, alrededor de 1,90m, pelo corto moreno, casi negro, y unas facciones que parecían esculpidas. Tenía una nariz recta y unos labios grandes, sus ojos eran de un marrón miel, preciosos. Me quedé embobada e intenté disimular la rojez de mis mejillas.
- La verdad es que sí. Supongo que habrá sido un error, vayamos a recepción para cambiar las habitaciones.- Estaba segura que no podría soportar más de una semana con ese chico en la habitación sin desmayarme de lo guapo que era.
***
Nota de la autora: Holaaa, ¿qué os ha parecido este nuevo capitulo? Si os está gustando la historia, no olvidéis votarla, ayuda mucho.
Besoossss <3
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TODO POR MI NOMBRE
Teen FictionSu nombre no es muy común, eso ya lo sabe bien Arlie Holden, no puede contar las veces que la han llamado erroneamente. Pero ella no pensaba que la confusión llegaría a tal punto en el cual la confundirían con un chico y tendría que compartir habita...