vii. vehemence of our hearts

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vii. vehemence of our hearts

 vehemence of our hearts

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reina,

Son las tres de la madrugada y en lo único que logro pensar es con que propósito estoy acá. Claro que me siento feliz de poder cumplir mi sueño, pero, ¿Qué sentido tiene si no estas acá conmigo? Estamos separados por mil millones de kilómetros, con el gran océano atlántico separando sentimientos y pensamientos inquebrantables que desearíamos compartir el uno con el otro, pero que no son posibles de explicarlos mediante una carta o mensaje de texto.

Me encantaría verte, tocarte, besarte. ¿Por qué nadie me aviso lo difícil que seria esto? Quiero enlazar tu alma con la mía, decirte que todo va a estar bien y que ya voy a volver, pero las escenas se siguen acumulando como mis deseos de verte.

En el único instante en el que siento que estoy unido a vos es en las amenas charlas que tenemos a través de las llamadas, viéndonos por fin cara a cara y consiguiendo al fin apreciar tus facciones con delicadeza. Claro que no es lo mismo que tenerte frente a mí en carne y hueso, piel a piel, pero me conformo en ver tus ojos brillar y tu alma reír.

Por las noches cuando duermo, lo único que quiero es que al despertar estés vos ahí, dedicándome una sonrisa de oreja a oreja y con los brazos abiertos para poder escabullirme entre ellos y envolverme en la dulce ternura de tu amor. Poder sentir tu cálido tacto recorriendo mi piel y que las melodiosas partículas de tu fragancia se intercepten en mi fosas nasales para poder sentirme nuevamente en casa. Quiero que al abrazarnos los latidos de nuestros corazones se mezclen, que nuestra caja torácica choque con la ajena y que la vehemencia nos vuelva uno. Quiero que me abraces fuertemente y que nunca me sueltes. Quiero sentir la complicidad y hacerte saber que mientras yo viva, nadie te va a lastimar. Quiero sentir tu anatomía junto a la mía hasta el final de los tiempos. Quiero que te sientas amada, que te sientas mía.

Enzo.

Te amo hasta que el ardor de nuestro amor se apague.

cartas a la luna, enzo vogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora