5. Abejas, amigos y hormonas.

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Ese día la enfermería estaba hecha un caos.

Carmen era una recién graduada de enfermería y decidió aplicar para la escuela del pueblo pensando: "como somos un pueblo pequeño, apenas tendré que poner curitas". Que equivocada estaba, precisamente su primer día laboral tenían que suceder tantos accidentes, tragedias y problemas. Pero ¿cómo había pasado eso? Ella no se lo explicaba.

El primer paciente había sido un chico con migraña, nada lejos de lo normal. Ese se había marchado tras tomar medicación. Todo se volvió bizarro al entrar el segundo.

Un niño de diez años apenas, con pecas en su regordeta nariz y unos cachetes prominentes, lo más destacable era que su cabello rubio estaba completamente bañado en sudor y su tez era una extraña mezcla entre sonrojo y palidez. Estaba siendo traído por un par de chicos que lo lanzaron a una silla y se marcharon sin más —en definitiva, no eran amigos—, el chico pidió un balde y empezó a vomitar.

Diagnóstico: intoxicación alimenticia.

La tercera: resulto ser una joven de cabello azabache, corto al nivel de las orejas, esta tenía moretones y una contusión en la cabeza, más la muñeca enrojecida.

Diagnóstico: ligeros rasguños, esguince en la muñeca y leve contusión en la cabeza.

Cuarto y quinta: ambos llegaron en par.

Un chico de 15 años y una niña de 13 años. La chica era cargada en brazos por que se había desmallado, traía un golpe sangrante en el mentón. Él chico tenía toda la cara rasguñada, con aparente hematoma en el área torácica.

Diagnóstico: Micaela: contusión en la cabeza, corte en el mentón y perdida de conciencia [(solo unos minutos) mantener en observación]. Daniel: moretones en el área torácica —referir análisis médico—, rasguños en cara y manos.

Carmen suspira al ver a todos sus pacientes, Sor Dolores, su jefa revisaba como le iba al chico balde y los demás luego de discutir por un largo rato se quedaron en silencio. A pesar de la calma que gobernaba la enfermería Carmen tenía la sensación de que algo más estaba por pasar. Un estremecimiento recorrió su delgado cuerpo y lanzó fuera todos esos pensamientos fatalistas, pero en una parte de su mente presentía que las tres camillas restantes serian ocupadas dentro de poco.

Ansiosa se puso de pie y empezó a organizar las camillas como si estuvieran esperando pacientes, sor Dolores la veía desde la esquina con el entre cejo fruncido, pero ella continuó en su faena, sacó las vendas, las pomadas y los analgésicos, preparó agua, dobló las toallas y corrió las cortinas. ¡Bien todo listo! Suspiró cansada de su día y se marchó diciendo que iría por café.

Sentía que sus fuerzas estaban siendo diezmadas, una pesada presión la aplastaba cada vez mas y sus deseos por dormir iban a consumirla. Con la extraña sensación de tener sacos de arena en sus parpados, se escurrió de su lugar de trabajo al salón de maestros de al lado, busco una taza y con tedio preparó el milagroso liquido oscuro y amargo. Apenas tomó el primer sorbo, todo quedó allí.

Se escuchó otro alboroto cerca de su lugar de trabajo y pensó: "aquí vamos otra vez".

El salón de profesores no estaba lejos de la enfermería por lo que llego de inmediato. un ambiente sedante cubría la estancia. Los cuatro chicos aún en sus camillas miraban en silencio a sor Dolores que revisaba a uno de los tres chicos de pie, estos de espalda a ella.

"¿y ahora qué?"

Vero no se explicaba como habían terminado en ese barullo, pensar que hace tan sólo unas horas estaba decorando en él pasillo, montada sobre una escalera coja. Mientras sor dolores revisaba sus picaduras de abeja Vero se permitió sonreír al recordar el día de mierda que había tenido.

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⏰ Última actualización: Feb 07 ⏰

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