***Parte única.
Una mancha de color rojo escuro se extendía por el suelo, perturbando la blancura de aquel material. Varios trozos de cristal estaban colocados sobre el líquido casi como si hubiesen sido colocados milimétricamente, buscando el lugar exacto en el que pudieran lucir como una escena planeada. Una botella de vino que se había destrozado al tocar el suelo de la cocina, el filo brillaba bajo las suaves luces de la habitación mientras su contenido se encontraba regado en una mancha de color rojo pero el desastre no importaba para la pareja que se encontraba en la habitación de aquel cómodo departamento.
Sus gemidos eran lo único que rompía con el silencio. Las manos de Carlos viajaron por la cadera de su amante mientras su corazón latía rápidamente, atrapado dentro de su pecho.
Habían sido una pareja por casi cinco años cuando un día, en un abrir y cerrar de ojos sus vidas se habían separado por completo. Era como si fueran completos desconocidos intentando mantener una relación, obviamente no funcionó por mucho tiempo. Los celos, la desconfianza y el rencor sembraron su veneno en ellos y todo lo que habían hecho juntos se corrompió poco a poco hasta que decidieron que las cosas necesitaban terminar.
Fue un trago agridulce. Sentían que habían desperdiciado cinco años de sus vidas con la persona equivocada, cinco años que podrían haber invertido en algo más pero también podían percibir como la situación dejaba de ser tan tensa y ahora eran libres para hacer lo que quisieran sin tener que preocuparse por su compañero.
No siempre había sido así. Durante un tiempo realmente se amaron, de esa clase de amor incondicional que no se consigue en cualquier parte, estaban felices de ser una pareja, pero en el camino las cosas se volvieron amargas para ellos.
Se preguntaban en qué momento las cosas habían comenzado a ir tan mal en su relación. No entendían como habían llegado a ese punto, a dejar de confiar y poner lo peor de ellos en la relación, pero ya poco importaba.
Pasaron varios meses sin verse, Charles incluso había comenzado a tener citas, nada realmente importante y mucho menos serio. Solo quería salir y conocer a gente nueva, dejar atrás a Carlos y el rastro que sus besos habían dejado en su vida durante todos esos años, pero volvió a su vida una noche cuando cenaba con su cita.
El mayor ignoró por completo el hecho de que estaba acompañado y se separó de su familia un momento para acercarse hasta se mesa. Beso su mejilla como saludo y aunque parecía tranquilo sabía que nada estaba más lejos de la realidad. Sabía distinguir ese rastro de celos en la mirada de Carlos, aunque estuviera intentando ocultarlo.
No dijo nada, pero después recibió una invitación de Carlos. Solo era una cena con él, nada más y fue Charles quien sugirió la idea de reunirse para cenar en el departamento del español, así se ahorraba la posibilidad de encontrarse con un amigo mientras estaban juntos, no quería darle explicaciones a nadie.
Sus ojos viajaban por el cuerpo de Carlos mientras él abría una botella de vino y comenzaba a verter el líquido en la primera copa, sus ojos aún parecían brillar. Estaba ahí de nuevo, perdiendo el aliento por él una vez más, justo como solía hacerlo.
Aun deseaba tenerlo consigo.
Carlos le extendió la primera copa y le dio una sonrisa. ¿Que había de malo en querer estar con él una última vez? ¿Qué tan malo era desear que sus manos volvieran a recorrer su cuerpo y probar sus labios de nuevo? Deseaba descubrirlo.
Se movió más cerca, tomando la copa que le ofrecía y Carlos inspeccionó su rostro sin atreverse a dar el siguiente paso así que fue Charles quien tuvo que hacerlo. Encontró sus labios en un beso que rápidamente se tornó más húmedo, ni siquiera el sonido del cristal rompiéndose hizo que se detuvieran. El mayo le empujó en dirección a su habitación, aunque él ya conocía el camino bastante bien.
—Sabes que nadie más puede hacerte sentir así —murmuró sobre su oído mientras embestía con empeño—, sabes que aún me necesitas Charles, me necesitas tanto como yo a ti.
Las manos del ojiverde se aferraban a las sábanas, jadeando mientras su cuerpo era presionado contra el pecho del mayor y su cama. La mano de Carlos se perdió entre su cabello y empujo su rostro hasta hundirlo entre las sábanas.
—Sabes que ni él ni nadie puede darte lo que necesitas.
La molestia en su tono se mezclaba con el deseo y el placer, interrumpido por jadeos suaves cada vez que decía algo.
—Por favor... —su voz y su cuerpo temblaron, viéndose superado por el placer en ese instante.
Carlos decidió que no jugaría mucho más con él, al menos esta noche iba a ser complaciente y dejarlo obtener lo que quería. Ambas manos volvieron a su cadera y le alzó ligeramente, permitiendo que su miembro llegase más profundo en su interior. El ojiverde soltó un gemido más ruidoso, sonrojándose cuando el nombre ajeno abandonó sus labios en un descuido.
—Extrañaba escucharte decir mi nombre mientras te follo, Charles —susurro con la voz ronca, acelerando sus embestidas hasta que lo sintió rendirse bajo su tacto, corriéndose entre sus sábanas.
Carlos le siguió poco después. Suspiro y mordió su labio inferior cuando su propio orgasmo se hizo presente, deteniéndose por completo solo para disfrutar de la sensación. Pequeños besos marcaron la espalda del monegasco poco después, su respiración comenzaba a normalizarse mientras los labios de Sainz cuidaban de su piel amorosamente al tiempo que abandonaba su interior.
Se recostaron uno junto al otro hasta que el de ojos marrones le atrajo aún más cerca, apartando el cabello de su frente mientras lo veía con una enorme sonrisa en los labios. Charles acortó la distancia nuevamente hasta que sus labios volvieron a estar juntos de nuevo, las manos ajenas volvieron a su cadera en un abrazo gentil.
Continuaron besándose hasta que el español se separó y junto sus frentes. —¿Aún me quieres?
Charles sonrió, colocó una mano en su mejilla y depositó un beso más corto sobre los labios ajenos. Esa era la única respuesta que Carlos necesitaba.
ESTÁS LEYENDO
𝑰 𝒔𝒕𝒊𝒍𝒍 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒚𝒐𝒖 「𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒐𝒔」
FanfictionLas manos del ojiverde se aferraban a las sábanas, jadeando mientras su cuerpo era presionado contra el pecho del mayor y su cama. La mano de Carlos se perdió entre su cabello y empujo su rostro hasta hundirlo entre las sábanas. -Sabes que ni él ni...