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Inés no se encontraba emocionalmente estable y Laura lo sabía, por eso había decidido dejarla a su rollo para que se entretuviera. Claramente, iba a estar cerca para vigilarla de vez en cuando, por si necesitaba su ayuda o se sobrepasaba con el alcohol. Pero mientras la de ojos color avellana conversaba con su amiga Aisha y miraba a Inés de reojo, algo hizo que su atención se desviara y dejara de atender a su amiga.

Ese algo era un grupo de personas rodeando algo o alguien. En todo caso, fue su intuición la que le advirtió de que algo malo estaba pasando y que debía acercarse, y así lo hizo. Pero lo último que esperaba era encontrarse a sus amigas Ane y Shuhua peleando, tirándose de los pelos.

—¡Ey! ¡Qué narices está pasando aquí! –grita mientras intenta pasar por el grupo de personas para llegar a ellas, alterada.

—Esta hija de puta se cree que soy gilipollas y puede jugar conmigo. –habla Ane, con lágrimas cayendo por sus mejillas, seguramente de impotencia.

—Yo le conocí y me gustó antes que a ti. ¡No es justo! –por otro lado está Shuhua también llorando, mirando con tristeza a la que hasta hace media hora era su amiga.

Laura estaba casi tan perdida como en historia del arte. La mayor diferencia era que esta situación le afectaba directamente, por tratarse de sus amigas. No encontraba una razón lógica por la que pelearían por un hombre. Sobretodo después de dar por hecho según la información que ha recogido de la discusión, de que el susodicho jugaba con ambas.

Agradeció con todo su alma que varias chicas interrumpieran la discusión y mandaran a todos alejarse, pues ella se había quedado paralizada.

—¡Ya está bien! Esto no es WWE, todos por vuestro lado, ¡ya! –finalmente aparece el anfitrión de la fiesta, quien parece enfurecido con la situación.

Él, algún que otro amigo suyo y las chicas de antes estuvieron ayudando a recoger todo mientras la gente se iba. La mayoría se iban decepcionados o de mala gana, pues Aisha y Laura les estában echando por petición de Chenle.

Cuando las cosas se calmaron y Mark Lee dio con el paradero de Inés, que había desaparecido de la vista de su amiga debido a la situación, Laura casi arrastró a sus amigas hasta el coche de Shuhua.

El camino a casa se hizo eterno y silencioso. Ninguna habló; Laura porque estaba enfurecida, Inés porque el alcohol estaba sobrepasando su sistema y estaba a nada de caer rendida del sueño y luego Ane y Shuhua, quienes estaban avergonzadas de sus acciones y sabían que nada más entrar a casa recibirían el sermón de Laura.

Pero no fué así. Nada más llegar al piso y dejar con cuidado a Inés en su cama, no hubo ninguna señal de que Laura fuese a regañarles.

—Hoy ha sido un día largo para todas. Daré por hecho que sois conscientes de vuestras acciones y espero que vosotras lo seas de que no soy vuestra madre.

A pesar de que ambas tenían muchos pensamientos encontrados, no dijeron nada. Sabían que no serviría de nada pues cuando Laura no se encontraba dispuesta a discutir, no iba a hacerlo de ningún modo.

—Shuhua, si es posible quédate con Inés y yo comparto cuarto con Ane, así no hay problemas.

Y nada más soltarlo, fue a su habitación arrastrando los pies y rascando sus ojos. Al de pocos minutos notó la presencia de su amiga y no tardaron mucho en dormirse las cuatro. Efectivamente, había sido un día cansado.

La mañana siguiente fue dura, especialmente para Inés, que con duras penas recordaba cómo había llegado a casa

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La mañana siguiente fue dura, especialmente para Inés, que con duras penas recordaba cómo había llegado a casa. La cabeza le daba vueltas y daba gracias al cielo por ser sábado y no tener que ir a clase.

Solo se levantó para tomar la sopa que Shuhua había preparado como disculpa antes de irse y debía admitir que le ayudó a esa resaca que estaba acabando con ella.
El piso se mantenía en silencio, pero no en uno incómodo. Las tres tenían demasiado en qué que pensar y así era cómodo, hablar o escuchar a otra hablar en ese momento sería molesto.

Algo dentro de Inés le carcomía la cabeza, algo importante que no recordaba. Sus recuerdos florecieron a la vez que la sopa iba poco a poco desapareciendo del plato, fue entonces cuando se dió cuenta.

Soltó la cuchara y se levantó en el mismo segundo, con los ojos abiertos como platos. Sus amigas la miraron con curiosidad y molestia a la vez, por interrumpir sus pensamientos.

—Chicas la he cagado muchísimo. De verdad que no sabéis cuanto. –su expresión se ensombreció y miró a sus amigas con terror.

—Inés, tranquilizate y cuéntanos qué pasa. –se acerca Ane y acaricia la espalda de la más pequeña de las tres.

—Ayer me lié con Jeno. –pronunció su nombre casi tartamudeando, con miedo de que nombrarlo hiciera que alguien a parte de sus amigas se pudiera enterar, cosa no era posible pues estaban solas.

—¿Jeno? ¿Lee Jeno? –pregunta Laura con el ceño fruncido.

—¿El de derecho que te gusta? –pregunta Ane con la misma expresión que la de cabellera castaña, a lo que Inés asiente repetidas veces, suspirando.

–Sí, sí y sí. –su mirada corretea de un lugar a otro, intentado encontrar una buena razón de los hechos.

—Pero... –Laura, quien ha dado dos pasos hacia ella, habla con temor de decir algo que pueda empeorar la situación.

—Sí, lo sé. Tiene novia y yo como una imbecil me he liado con él. –respira hondo y mira con arrepentimiento a sus amigas. —¿Después de haber vivido una infidelidad y sentirme como la mierda por ello, voy yo y me lio con alguien con novia?

El agobio aumenta cada vez más de tan sólo pensar en la noche pasada. Con lo fácil que hubiera sido aue se hubieran quedado en casa engordando a base de helado y viendo un maratón de películas. Pero no, parece ser que el destino quería que las cuatro amigas vivieran un dramón de película

 Pero no, parece ser que el destino quería que las cuatro amigas vivieran un dramón de película

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Cúrame ; Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora