[Arco 2] Capitulo 26 - Furia Aérea

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"Lo juro por Dios, lo juro por mis padres y juro por mi honor que no descansaré mientras viva hasta que libere a mi país"

Simon Bolivar

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Veinte de septiembre, calendario imporiano

Tierras Prometidas

Espacio Aéreo sobre las Colonias Sahmianas

Fuerzas Terrestres de la Segunda Flota de Ataque

Primer División Mecanizada de Asalto Aéreo

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La luna ya estaba en su punto culminante y comenzaba a iluminar ligeramente con su característica luz plateada las nubes. Este astro antagónico al astro rey sería el único testigo junto a las silenciosas estrellas de lo que estaba a punto de ocurrir.

La oscuridad envolvía al continente de las apodadas "Tierras Prometidas" cuando la Primera División Mecanizada de Asalto Aéreo se lanzó a la batalla. El primer destello del desembarco aéreo de la Primera División Mecanizada de Asalto Aéreo se vislumbró en el horizonte, cuando los imponentes Antonov An-124 cruzaron el firmamento llevando consigo el peso de una misión trascendental.

A bordo de esos gigantes metálicos, 140 hombres, divididos en dos compañías, se preparaban para saltar de la seguridad de las aeronaves hacia el desconocido territorio enemigo. Entre ellos, la determinación se reflejaba en sus rostros mientras revisaban su equipo y repasaban mentalmente las tácticas que seguirían en los momentos cruciales que les esperaban.

A medida que los aviones se acercaban a su destino, la tensión en la cabina aumentaba. Los paracaidistas compartían miradas silenciosas, conscientes de que estaban a punto de entrar en la vorágine de la guerra. La vastedad de la operación se desplegaba ante ellos, con la responsabilidad de asegurar una posición estratégica en las "Tierras Prometidas".

Los corazones latían con fuerza, y la adrenalina fluía mientras se ajustaban los arneses y revisaban los equipos. Las instrucciones se transmitían en susurros

La rampa de carga se abrió con precisión quirúrgica, y los paracaidistas se deslizaron en la oscuridad, un espectro de operativos altamente entrenados. La tierra esperaba recibir a los hombres y sus máquinas en silencio, mientras los tanques y VCI rodaban sigilosamente desde las bodegas de carga, sus motores apenas audibles.

Los Antonov An-124, con su envergadura imponente, ejecutaron con precisión una maniobra de descenso, liberando paracaídas que desplegaron a las unidades de asalto en un ballet caótico pero coordinado.

Los soldados descendían en medio de la noche con la esperanza de alcanzar la tierra firme sin contratiempos, mientras que los tanques y vehículos de combate de infantería (VCI) estaban listos para rodar hacia la acción.

En los primeros minutos del asalto, el cielo se llenó de paracaidistas descendiendo como una lluvia de libertad cubierta por la oscuridad de la noche. Los soldados aterrizaron dispersos pero rápidamente se agruparon en sus respectivas unidades, siguiendo toda orden dada previamente al salto.

Simultáneamente, los tanques y vehículos de combate contra infantería avanzaban con determinación, desplazándose estratégicamente para establecer una posición defensiva sólida. La coordinación entre la infantería y la caballería era esencial para asegurar una transición fluida de la fase aérea a la terrestre del asalto.

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