Caminaba por los pasillos del hospital con toda naturalidad posible. Su sola presencia lograba hacer que las personas que se encontraban ahí lo miraran.
Era un chico pesado, no físicamente, sino que su mirada reflejaba rebeldía y peligro.
Llevaba jeans negros ajustados con cadenas colgando al cinturón. Su chamarra de piel lo hacía lucir perfectamente apegado a su estilo. Tenía un poco de barba y fumaba un cigarrillo a pesar de las múltiples veces que las enfermeras le habían pedido que lo apagara, pues era obvio que dentro de un hospital no se permitía fumar.
Había estado la última semana muriendo en la preocupación de que hubieran detenido a Draco, ya que la última vez que lo había visto fue aquella tarde en la que el rubio había salido para cumplir un trabajo.
Blaise y Draco eran mejores amigos desde la infancia. Se habían conocido en la escuela primaria y de ahí se habían vuelto inseparables. Ahora ambos estaban metidos en el negocio del sicariato, sin embargo a la hora del trabajo eran muy distintos, uno era muy cuidadoso y evitaba darles mucho dolor a sus víctimas, mientras que el otro era un poco más sanguinario y se iba por trabajos más arriesgados. Vivían juntos e incluso habían tenido alguna aventura amorosa en el pasado, pero antes que ser amor verdadero había sido una forma de explorar su sexualidad y definir exactamente lo que les gustaba.
Blaise era, de alguna forma, sucio. Le gustaba explorar la sexualidad de todas formas, desde con mujeres hasta con hombres. No le importaba hacer cosas que la sociedad calificaba como prohibidas, si él quería descubrir cosas nuevas simplemente lo hacía.
Por otro lado estaba Draco. El era un poco más tranquilo, sin embargo cuando se trataba de nuevas aventuras no pensaba ni dos veces cuando ya las estaba probando. A pesar de eso él tenía un gusto especial por los hombres, pues le gustaba ser dominado en la cama, pero fuera de ella ser él quien ponía las reglas. Uno de sus defectos era su excesivo deseo de conseguir todo lo que quería. Siempre lo hacía, intentaba hasta lo imposible por conseguirlo.
Blaise recibió una llamada aquella mañana y le fue un total alivio escuchar la voz del rubio del otro lado de la línea. Draco le pidió que fuera al hospital para juntos planear lo que harían para evitar que los doctores siguieran exigiendo sus datos personales.
Draco simplemente no podía dar sus datos, no podía dejar su marca en ningún lugar, ni siquiera un hospital. Tendría que salir de ahí clandestinamente, durante la noche o con ayuda de alguien.
Había decenas de habitaciones por todo el hospital, y Blaise llevaba casi 40 minutos tratando de encontrar a su amigo. No podía preguntar en recepción, pues Draco ni siquiera estaba registrado.
Volvió a dar un fume a su cigarro y continuó caminando por los pasillos. Comenzaba a estresarse demasiado, pero sabía que tenía que encontrar a Draco para ayudarle a salir de ahí.
Sacó su móvil y sin dejar de caminar comenzó a mandarle un mensaje de texto al rubio. No había muchas posibilidades de que Draco tuviera su teléfono con él, pero tampoco perdía nada intentándolo.
Una de las puertas de una habitación se abrió, Blaise
mantenía la mirada en el móvil así que no se dio cuenta de eso. Se estrelló contra la puerta y cayó al piso por el impacto.—Oh, disculpa. —mencionó un chico pelirrojo aproximadamente de su misma edad. Llevaba una bata de médico y un gafete con su nombre, éste decía "Ron Weasley, director de pediatría"
Harry también lo acompañaba, miró al chico que yacía en el piso y le tendió su mano para intentar levantarlo. —Vamos, chico. Te ayudo. —mencionó amablemente, sin embargo en cuanto Blaise levantó la mano para tomarla se dio cuenta que llevaba entre los dedos un cigarro encendido—. Oye, se supone que no puedes fumar aquí.
ESTÁS LEYENDO
Poisonous rose (Harco)
Fanfiction"-¿Tú en qué eres bueno, Draco? -Tengo la capacidad de destruir todo lo que se acerca a mí. -mencionó con una mirada orgullosa. Sabiendo a lo que éste se dedicaba llegaba a ser siniestra su manera de hablar-. Puedo destruir pero también puedo crear...