Capítulo dos.

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Sentía que el corazón me iba a reventar, aunque la atención de la multitud no se enfocaba en mí. Me encontraba sentada a un lado de los directivos de la academia, lucían bastante elegantes con sus togas de ceremonia y unos cuantos llevaban trajes que suponía deberían costar miles de dólares. Yo por mi parte, solo llevaba una toga y birrete de un simple color negro y una banda color borgoña con mi apellido en dorado.

Por fin había llegado el día de mi graduación, lo cual me dejaba una sensación agridulce en la boca. Ya que, si bien me estaba graduando con honores, haber llegado hasta aquí había sido bastante difícil. Había sido un camino lleno de tropiezos y lleno de gente queriendo, anhelando mi fracaso; pero lo había logrado, sin duda. “Mamá y papá de seguro estarían orgullosos de mi”. Dije para mí misma, forzándome a sonreír. Sin lugar a duda este sería un día cargado de miles de emociones.
Escuche como el director estaba dando las últimas palabras de despedida, las cuales fueron un poco cursis para mi gusto. Al ver como todos se levantaban y lanzaban sus birretes al aire, no pude evitar encogerme en mi asiento. No iba a lanzar el mío, pues temía que le cayera a algo de los presentes. Solo me quede quieta, escuchando los aplausos que llenaban el lugar. La verdad, realmente con cada minuto que pasaba; hacía que me sintiera más rota por dentro. Si bien Richards ya me había felicitado, al igual que otra pequeña parte de los profesores. Ese día me sentía más sola que nunca.

Cuando finalmente me levante de mi asiento, di unos cuantos pasos esperando a que la multitud se disipara, avanzar dando unos cuantos empujones no estaba dentro de mis planes en ese momento. Solo quería llegar a mi dormitorio a tumbarme y pensar en que haría ahora, la academia ya no era mi hogar. Cuando finalmente logre divisar un estrecho espacio por donde caminar, me quite la toga y comencé mi camino.
De la nada cuatro hombres se interpusieron en mi camino, haciendo que levantara el rostro para poder verles la cara y pedirles que por favor me dejaran pasar.

—¿_____ Root’s? —me hablo uno de ellos, el cual se me hacía conocido. —Soy el agente Aaron Hotchner, ya nos habíamos visto.

Por un momento lo miré dudosa, hasta que finalmente lo recordé —ah, sí. Ya lo recuerdo, habló con el profesor Richards el otro día —termine de decir mientras le daba la mano con una sonrisa.

—Es correcto —asintió con la cabeza y correspondió mi saludo. —Primero que nada, felicitaciones por graduarte con honores. Y en segundo lugar, te presento a… —no terminó la oración y señalo a uno de sus acompañantes.

—Dereck Morgan, pero me puedes decir solo Morgan —el moreno me extendió la mano, la cual acepta y le devolví el gesto de la sonrisa amablemente.

—David Rossi, un gusto —el caballero que lucía mayor de los cuatro me saludo con una leve inclinación de cabeza, un gesto bastante amable y que había visto pocas veces.

Luego estaba aquel chico, el más joven de los cuatro según yo… me estaba mirando con bastante recelo, como si analizara cada uno de mis movimientos —Dr. Spencer Reid —dijo sin más, luego centro su atención en otra cosa.

—Mucho gusto… —mi voz sonó tan débil ante aquello, que me sentí completamente avergonzada. Traté de volver a tener una postura seria y mi atención se dirigió al agente Hotchner. —Bien, después de tanta formalidad. Puedo preguntar, ¿en que les puedo ayudar?

Rossi alzó con sorpresa las cejas, luego sonrió con satisfacción —eres bastante educada. Eso me agrada —termino de decir sin más. Ante aquel comentario vi como el chico rodo los ojos, intuí que trato de ser discreto, pero realmente fue todo lo contrario.

—Te tengo una propuesta laboral, sería para que formes parte del equipo de la Unidad de Análisis de Conducta, en el FBI —Hotchner intervino. Eso que había dicho me había dejado en completo silencio, sin poder creer lo que estaba diciendo. —Comenzarías a trabajar el lunes, solo que necesitamos que mañana llegues a Quantico.

SECRETS. (Oficial)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora