Capitulo 3 "la masia"

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Fermín me dijo que mañana me iba a enseñar la masía, es obvio que ya no vive allí porque se fue y vino a la casa donde estamos, era la hora de dormir, y tocaba dormir juntos.

—Fermín sabes que este lado no me gusta—me queje al estar al lado derecho donde estaba la puerta

—Es que este es mi lado—puse un puchero y este bufo—está bien, ponte—pase por encima suyo y sentí su parte sobre la mía, no me imaginé cosas sólo me tumbe

—Aquí mejor—me abracé al cojín y cerré los ojos

—Vale, la luz no la cierro, eso me acuerdo—no me gusta dormir con la luz apagada

—Bien, menos mal que de algo te acuerdas—aplaudí y este me miro mal—perdón

Le di la espalda, y volví a cerrar los ojos, me costaba dormir, noté como Fermín ya estaba casi dormido en cambio yo, llevaba 30 minutos intentando dormir y no podía, empecé a moverme nerviosa y una lágrima salió de mis ojos. ¿Porque? Odiaba no saber dormir tan rápido.

—¿Gisselle?—susurró Fermín y hice un ruido para darle a entender que estaba despierta—duerme

—No puedo—suspiré tocando mis manos nerviosa

—¿Que? Ven anda—me abrazó quedando mi cabeza en su pecho, acarició mi cabeza lentamente y me relaje

Más bien, me dormí.

(...)

Ya estábamos en la masía, me enganche al brazo de Fermín para no perderme, porque si, me solia perder, entremos dentro y esto parecía una mansión, era enorme, pasemos por un par de pasillos, lleguemos delante de una puerta, lo que supuse que era su antigua habitación.

—Mi habitación, bueno ex habitación—solté una risita y abrí la puerta siendo sincera era una habitación sencilla, lo normal

—No está mal, aunque tú compañero podría recoger un poco ¿no?—había un montón de ropa en el escritorio

—Esa ropa es mía, no me cabía en la maleta y me da pereza llevármela—se encogió de hombros

—Fermín siempre igual, no me gusta, llévatela no cuesta tanto—rodé los ojos y cogí una camiseta—es que te has dejado hasta calzoncillos, no me jodas que vas girando los calzoncillos cuando ya no tienes más

—No tampoco llegó a eso, sino las chicas no vienen a por mi—le di una colleja amistosa

Aunque dolió eso, escucharlo hablar de eso

—Eres muy tonto—me crucé de brazos

—¿Que pasa?—preguntó fruncidnos el ceño

—Nada, es que tengo hambre—mentí un poco

—Vale, pues, vamos a comer, aunque espera que te presento a Hector—me cogió la mano y salimos de la habitación hacia abajo, donde estaban las clases—¡Hector!

El suso dicho se giró y miró a Fermín sonriendo.

—¿Que pasa chaval?—se dieron la mano

—Nada venía a visitar la masía y a enseñársela a mi amiga—me señaló a mi con la cabeza—se llama Gisselle

—Encantada—me acerqué a darle dos besos los cuales acepto

—De algo me habías hablado de ella—escuchar eso me emociono

—Siento interrumpir pero...¿donde están los baños?—pregunte ¿tímida?

—En el fondo—dijo Hector señalando

—Gracias—corrí hacia los baños pero hubo un momento en el cual me choqué con alguien de cara—disculpa no te había visto—una chica rubia muy guapa tenía delante

—No te preocupes, estamos las dos bien, es lo importante—asentí

—Lo prometo lo siento, déjame recoger por lo menos los papeles—ella asintió y recogí todo—encantada soy Gisselle

—Yo Gissela, encantada—sonrió

Me despedí de ella y fui rápido al baño, hacer mis necesidades, cuando salí fui hasta Fermín y me subí a su espalda.

—¿podemos irnos? Tengo hambre—le dije al oído

—Vale, vamos, chaval nos vemos—se despido de Hector y nos fuimos yo subida a caballito

Lleguemos al coche y me baje, me monte en el asiento de copiloto y arranco.

—Me he chocado con una chica, me ha dado pena, le he tirado todo—bufé con lastima

—¿Gissela?—asenti —Nos da clases, es profesora de bachillerato

—Oh, pues es súper maja—mi barriga empezó a rugir

—Temo que alguien tiene hambre—reí

Lleguemos a un restaurante, y pedimos la carta, unos canelones y pechuga de pollo con cosas raras.

—Te lo juro tenía mucha hambre Fermín—me metí un trozo de pollo en la boca

—Me he dado cuenta, has dejado el plato limpio—solté una risa  y me puse seria

—Quería preguntarte algo...—empecé

—¿Que pasa?—preguntó frunciendo el ceño

—¿Has estado con alguna chica?—pregunte

Se quedó callado pensando en que decir, cogió aire.

—Si, con una, fue una relación muy tóxica, básicamente a la semana me puso los cuernos y no los supe al año—abrí los ojos sorprendía

—Que hija de puta—dije enfadada

—Si bueno... ¿y tú?

—Si, no duró mucho pero si—me encogí de hombros

Asintió y seguimos comiendo.

Inmarcesible; Fermín López Donde viven las historias. Descúbrelo ahora