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Se estuvo repitiendo por meses.En cada tutoría, cada fin de semana, en la universidad, o en la casa de SeongHwa… Se salió de sus manos tan rápido que era ridículo. Era como ir contra la corriente siempre que intentaban ponerle un fin. YeoSang quería llamarlo un error —que cometía una y otra vez, y otra vez—, y esa excusa era, fácilmente, el eufemismo más grande para lo que se desarrollaba entre ellos; para ese sentimiento instalado y que sólo aumentaba cada vez más en sus pechos.
Ninguno estaba del todo seguro cómo era que habían acabado en esta situación. Aunque, sí recordaban que la tentación de unir sus labios en un beso carcomió sus sentidos hasta empujarlos al límite. ¿Y cuál fue ese límite? Una discusión acalorada, insultos, sus manos acariciando por encima de la ropa… caían por el otro como si fueran atraídos por un imán. Era vergonzoso, pues siempre que estaban juntos la tensión se volvía casi tangible. Incluso otros se daban cuenta.
MinGi fue el primero lo cual resultó un alivio para YeoSang que no sabía cómo abordar el tema. SeongHwa le había entregado unas guías de inglés en la biblioteca y justo cuando los dejó a MinGi y a YeoSang solos, el peligris le dijo: «¡Maldición! ¿Tú también sentiste eso?». El pelirrosa no se contuvo, le picaba por decirle a alguien así que le vomitó a su mejor amigo toda la verdad de un sopetón. Song no dijo nada ese día, ni el siguiente. Al tercero le dio un sermón a YeoSang, casi una charla terapéutica. Claro que no le prestó atención, porque lo que su amigo suponía era inverosímil. Ni en un millón de años. Nunca.
Ellos no se estaban enamorando, no.
Y él tampoco era gay.
O estuvo seguro de eso hasta que después de un mes y medio lo que una vez fue suficiente, escaló en algo mucho más fuerte, más incontrolable. Un cosquilleo o curiosidad que YeoSang no podía ignorar, así lo intentara con toda su voluntad: él quería que SeongHwa usara algo más que sus dedos. El pelirrosa lo obtuvo y el recuerdo seguía siendo tan borroso, inefable; sus entrañas aún se retorcían y su corazón se aceleraba de lo suave que lo habían hecho. SeongHwa fue gentil, había sido una buena primera vez con un chico.
Ahora… se desconocía por completo. Lo único certero era que le gustaba recibirlo entre sus piernas y no pensaba en nada más que en SeongHwa. ¿Obsesión? YeoSang temía que lo fuera porque era adictivo pasar tiempo juntos. Incluso aunque SeongHwa sólo estuviera hablando de trivialidades o tocara la única canción que se sabía a guitarra, el tiempo juntos era magnífico. Park lo hacía sonreír, sonrojarse y reír hasta que su estomago dolía. Todo en él era suficiente para hacerlo jodidamente feliz. Los revolcones con una persona diferente cada día ya no tenían sentido.
Todo lo que quería era a… él.
—¿Acaso has estado evitándome y ocultándote como un cobarde todo el día, Park SeongHwa? —azotó la puerta y le pasó seguro—. Estuve a punto de irme a casa porque no te encontraba por ningún lado.
—Estoy ocupado, tengo deberes con los cuales cumplir. Soy el presidente del comité, ¿recuerdas? —señaló hacia los papeles con su bolígrafo.
—Oh sí, lo siento, señor presidente.
—No te queda bien burlarte.
—Ni a ti ocultarte, pero aquí estamos.
—Sabes que no lo hacía a propósito, YeoSannie —su voz descendió en una suave y dulce tonada.
—No va a funcionar hoy, así que tampoco uses ese apodo. Pudiste decirme que estabas ocupado, en vez de dejarme esperando en ese horrible salón vacío —Kang replicó cabizbajo, recordando el tiempo que estuvo esperando para que al final lo dejaran plantado.
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F*CK YOU ✧ SeongSang
FanfictionㅡA, B, C, D, E... Fuck you, SeongHwa! SeongHwa estaba dispuesto a ser el tutor de YeoSang si con eso conseguía ser el presidente del comité estudiantil. Pero, aunque cree poder sobrellevar al rebelde playboy hetero de la universidad, las cosas se sa...