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El carruaje negro detuvo sus ruedas enfrente del Palacio Real

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El carruaje negro detuvo sus ruedas enfrente del Palacio Real. En el interior, SooBin contempló maravillado, a través de la ventanilla, la fachada del palacio y los guardias que lo custodiaban, uniformados y armados hasta los dientes.

Estaba nervioso. Un Omega como él jamás habría soñado con estar allí, a punto de conocer al Príncipe. HeeSeung, su Alfa, lucía tranquilo a su lado, sin mostrar ninguna emoción a pesar de que su propio hermano fuera el prometido del Príncipe SeokMin.

La puerta del carruaje se abrió, saliendo primero el Alfa y luego SooBin, inquieto y expectante. HeeSeung no le había suministrado la dosis de Jechul correspondiente al día anterior y, por ende, el Omega tenía la cabeza más despierta de lo habitual, llena de preguntas. Sin embargo, supo controlarse para no enfurecer a su Alfa, quién estaba muy satisfecho con su comportamiento.

Hacía ya tres noches que HeeSeung le había marcado finalmente, considerando que ya no tenía caso esperar más tiempo. Eso le ponía feliz porque significaba que no sería devuelto (al menos, le daba más tiempo para quedar preñado), y que todos sus esfuerzos por ser un Omega ejemplar dieron sus frutos como decía la Santa Biblia. Aun así, el tan esperado momento no fue bonito ni especial. SooBin siempre imaginó cómo sería obtener la marca de su Alfa, pero la realidad le golpeó duramente cuando no sintió más que dolor e incomodidad en el momento en que HeeSeung le mordió. No hubo palabras de cariño, ni gestos dulces, ni siquiera un: "¿te dolió?".

No hubo nada, y SooBin, sin saber por qué, sintió unas tremendas ganas de llorar. Mientras HeeSeung durmió profundamente esa noche, SooBin tardó en conciliar el sueño, preguntándose si todos los Omegas sentían el mismo dolor a la hora de ser marcados.

Al día siguiente recapacitó, restándole importancia y repitiéndose a sí mismo, mientras preparaba el desayuno, que HeeSeung en verdad era un buen Alfa, que cuidaba de él y que, además, tenía la suerte de poder subir de categoría. Llegó a la conclusión de que estaba siendo egoísta, y eso era impensable en un Omega. La Santa Biblia y el Manual FOS lo decían: los Omegas debían ser piadosos, compasivos y contentarse con lo que recibían, pues de ellos nació el pecado original cuando la Omega Eva comió del fruto prohibido. No debían albergar sentimientos malos, egocéntricos e individualistas, de lo contrario, se merecían un castigo ante tal impureza.

SooBin no quería ser un Omega impuro.

Caminó por detrás de HeeSeung, sin hablar, pero escuchando la conversación que estaba teniendo su Alfa con algunos de los soldados que habían salido a recibirlos. HeeSeung nunca le contaba con detalle sus misiones, pero no era tan estúpido como para no darse cuenta de la realidad. Por lo que entendió hasta el momento, un Omega de la Subterránea (solo de imaginar ese lugar sentía escalofríos), estaba causando mucho alboroto, desestabilizando a la policía militar con sus actos de rebeldía. SooBin personalmente esperaba no encontrarse nunca con ese Omega.

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