Capítulo 2

53 6 0
                                    

ESTELA

Mi boca se abre como un pez, trato de hablar, pero me es imposible.

Escucho como sus pisadas se acercan, lo veo acercarse, no me puedo mover, lo intento, pero mi cuerpo no reacciona.

Patrick aún está encima de mí.

Volteo a verlo, su mirada está fija en mi padre.

Jalo la sabana cuando me doy cuenta de que estoy completamente desnuda.

Padre empuja a Patrick haciendo que caía del otro lado de la cama, intenta levantarse, pero padre no vino solo, detrás de él se encuentran cinco soldados.

Porque a pesar de ser un general retirado, aún tiene a su disposición algunos de los soldados.

Toman a Patrick entre tres mientras grita algo que me es imposible captar debido a mi aturdimiento.

Padre me observa con asco, alcanzo la sábana blanca, pero él golpea mi mano tirándola al otro extremo de la pequeña habitación.

Me levanto en busca de mi ropa.

Mi intento queda a medias cuando padre estrella su mano en mi rostro.

-¡Estela! –Es la voz de Patrick.

El fuerte golpe me tira hacia el suelo, mi cabeza sufre un ligero mareo mientras mis oídos zumban.

Padre me toma del cabello sin permitir que me vista y trata de sacarme del lugar.

Mis intentos de aferrarme a la cama quedan a medias debido a su fuerza.

-¡Eres una cualquiera igual que tu madre!

No estoy de acuerdo con su declaración, pero no es momento de llevarle la contraria.

-¡No le permito que insulte de esa manera a Estela!

-Amárrenlo. –grito padre a los hombres que lo acompañan.

-¡Vete Patrick! –alcance a gritar antes de salir por la puerta.

Padre de nuevo golpeo mi rostro, pero esta vez fue su puño el que impacto contra mi mejilla.

Sin dejarme vestir me subió a su caballo con su mano aún amarrada a mi cabello.

No tenía caso intentar escapar, dos soldados seguían nuestros pasos.

A medida que nos alejábamos escuche los ritos de Patrick, quise llorar, pero sería peor si padre me escuchaba.

A mitad del camino me lanzo una manta para que me cubriera.

Al llegar a casa todos los empleados estaban despiertos.

Sentí una enorme vergüenza, la manta me cubría, pero era evidente que encontraba desnuda debajo de ella.

-¡Lárguense!

No tuvo que repetirlo, los empleados se esparcieron como pólvora, padre era un hombre malo, todos lo saben.

Fue el primero en bajar del caballo, alzó las manos para tomarme, cuando toqué el suelo, repitió la acción, me tomo del pelo hasta arrastrarme a mi habitación.

Me lanzo a la cama, tiro de la manta, dejándome de nuevo desnuda.

-Te gusta estar desnuda, ¿no?

No vi en que momento tomo uno de sus cinturones, ahora lo tenía en su mano.

-Por favor padre, no lo hagas.

Suplique llorando.

-Con el capataz, Estela, no podrías caer más bajo, ahora nadie te querrá para su esposa.

Todas las vidas de EstelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora