✧ Six.

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» 3 meses después

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» 3 meses después.

Ocho meses y medio cumplidos. La pareja se encontraba con el ánimo un poco alto, pues la fecha de alivio estaba cada vez más cerca, y la emoción comenzaba a llenar sus corazones.

Hueningkai estaba ansioso de ver a su esposo mejorar luego del nacimiento.
Beomgyu deseaba por fin ver la carita de su bebé.

Hacia un mes habían ido con el doctor Kim para otro ultrasonido, esta vez se sabría el sexo de su pequeño pedacito de cielo. Soobin no mencionó nada sobre la apariencia, claramente descuidada, de Beomgyu, pero no fue porque no la notó. Más bien quiso guardar discreción y no llenarlo de preguntas y preocupaciones que no necesitaba tener.

Realizó el procedimiento rutinario, revelando así al nuevo integrante de la familia Huening Choi.

Tendrían una niña, una linda señorita.

Ambos imaginaron al instante cómo sería, y a quién se parecería más; Beomgyu pensó en una pequeña de cabello rubio y sonrisa encantadora, idéntica a su padre. Hueningkai por el contrario, imaginó a una niña castaña de linda sonrisa con hoyuelos y ojitos brillantes, tal como su Beomie.

La imagen del monitor le había dado algo de fuerzas al menor para continuar el embarazo, para soportar todo, con tal de tener en brazos a esa bebé y poder amarla por el resto de su vida. Seguía siendo preocupante su situación, sin embargo, decidió que le restaría importancia a sus molestias, o al menos eso intentaría hacer.

"Ya tendré tiempo de recuperar el peso que perdí", se decía a sí mismo cada mañana, en un intento de calmar su negatividad y de llenarse con más esperanza.



"Ya tendré tiempo de recuperar el peso que perdí", se decía a sí mismo cada mañana, en un intento de calmar su negatividad y de llenarse con más esperanza

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Aún faltaban dos semanas para llegar al noveno mes, cuando Beomgyu comenzó a sentirse peor, si es que eso era posible todavía.

Su espalda le dolía horrores, aunque a esas alturas no tenía claro qué parte del cuerpo le dolía más. No podía mantenerse de pie por mucho tiempo, pues sus piernas ya no lograban sostener el peso de su vientre. Caminar se había vuelto una completa tortura para él, y le era imposible hacerlo por cuenta propia. Comía menos de lo que de por sí ya hacía, dificultando así que tuviera energías o fuerzas suficientes como para moverse de la cama.

Si pensaba que ya nada podría ser peor en su embarazo, ahora se arrepentía de haberse engañado a sí mismo con aquel estúpido pensamiento.

Claro que podía, y había empeorado.

—Kai... no, n-no puedo... —luchaba por mover un pie tras otro, tenía que levantarse nuevamente para ir al sanitario, y sentía que su cuerpo se rompería en cualquier momento por ese esfuerzo.

—Espera, no camines más —suspiró—. Sujétate de mi, y no te sueltes.

Beomgyu rodeó el cuello del mayor con sus débiles brazos, y él lo cargó como una princesa sin ninguna dificultad. Lo llevó en brazos a su destino inicial, y se mantuvo sosteniendo el frágil cuerpo de su pareja en todo momento, pues lo sentía tan delicado como un cristal.

—Cielo, me duele verte así... —admitió al llevarlo de regreso a la cama que compartían.

—A mi me avergüenza que me veas de esta forma, Hueningie... —suspiró pesado.

—Sigues siendo el chico más hermoso que mis ojos han podido apreciar —se acomodó a lado suyo, envolviéndolo en un abrazo cálido.

—Sabes que ya no soy nada de eso —recostó su cabeza sobre el pecho del mayor.

Aún con esas ojeras oscuras y delgadez preocupante, Beomgyu continuaba siendo arte ante la percepción de un enamorado Huening. Jamás dejaría de pensar que tenía a un chico etéreo como pareja. Sin importar cómo luciera en realidad.

Antes de que pudiera responder una idea resumida de su extenso pensamiento, el menor volvió a hablar, callando su frase cursi, y cambiando el ambiente a uno lleno de tristeza.

—Hueningie, ¿puedes prometerme algo? —lo miró con los ojos cristalizados.

—Claro, lo que sea... —acarició tiernamente la mejilla de Beomgyu, intentando evitar que rompiera en llanto, sin tener éxito.

—Prométeme... que si algo sale mal en el parto... —un par de lágrimas resbalaron por su rostro. —Salvarás a nuestra princesa antes que a mi.

—¿Q-Qué? —sintió cómo su pecho se oprimía y sus ojos ardían.

—Sé bien que algo... algo está ocurriendo con ella y... tengo miedo —lloraba sin control—. Por eso necesito que lo prometas, Kai...

—N-No me pidas eso, sabes que nunca dejaría que nada te pase...

—Si, pero, la bebé es lo que debe importarte, no yo —su corazón se sentía aplastado por el peso de una roca al decir todo aquello que lo atormentaba desde hace meses.

—Salvaré a los dos si algo malo sucede, los dos son mi vida, Beomgyu —sus ojos estaban inundados en tristeza, con tan sólo pensar en perder a su esposo—. Ni sueñes que elegiré sólo a uno de ustedes.

—Kai, si es necesario, tendrás que hacerlo —limpió sus lágrimas y las que comenzaban a caer por las mejillas contrarias—. Sabíamos que ese riesgo existía...

—No pensemos en eso... por favor —trató de calmarse, respirando profundo repetidas veces—. Hay riesgos, pero también esperanzas, deberíamos quedarnos con la esperanza, amor mío.

—De acuerdo, pero no evadas la promesa —extendió su meñique izquierdo, indicando que aún después de esa frase, seguía en pie su intención.

Hueningkai no tuvo más remedio que entrelazar su meñique derecho con él, cerrando una promesa que realmente no deseaba cumplir.

Él los amaba, eran partes de su ser. Sin embargo, aunque estuviera mal, seguía amando un poco más a Beomgyu, y si algo sucedía durante el nacimiento, salvaría a su esposo primero.

Se odió por tener un pensamiento tan egoísta como ese, porque la bebé realmente no tenía culpa alguna de todo lo que Beomgyu sufría.

Pero Hueningkai no podría vivir con una pequeña. No si su chico se había ido, dando la vida a cambio de ella.

 No si su chico se había ido, dando la vida a cambio de ella

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❛ ¿baby? ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora