✧ One.

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Un día normal había iniciado, era la mañana después de su luna de miel

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Un día normal había iniciado, era la mañana después de su luna de miel. Beomgyu y Hueningkai despertaban poco a poco gracias a la luz solar que se colaba entre las cortinas.

Habían dormido abrazados luego de acabar con las energías agotadas, y durante todo lo que les restó de la noche no se habían distanciado. Eran felices, pues ahora que estaban casados todo les parecía perfecto.

Hacia un par de días que la boda se había realizado, con una misa tranquila y una fiesta en grande para sus familiares y amigos.

Después de tres largos años de noviazgo, Hueningkai había decidido dar aquel paso decisivo. Lo había planeado meticulosamente durante varios meses, pidió ayuda a algunas de sus amistades para los preparativos, y finalmente le propuso matrimonio a Beomgyu bajo la luz de la luna decembrina, con una gran sonrisa y una hermosa canción escrita sólo para su amor.

Eran la pareja perfecta a los ojos de todos; se amaban, se apoyaban, se complementaban entre sí, tenían una excelente relación en todos los sentidos posibles.

A su percepción, no les hacía falta nada.

Sin embargo, a la percepción del destino, había una parte vacía entre los chicos.

Y muy pronto se darían cuenta de lo que era.

—Buenos días, bonito —sonrió con ternura, viendo cómo su ahora esposo restregaba sus ojitos debido al impacto de la luz.

—Buenos días, Hueningie —cerró momentáneamente sus ojos y sonrió aún somnoliento.

Hubiera sido un despertar bastante cálido y normal, de no ser porque el estómago de Beomgyu se revolvió fuertemente a los pocos segundos de haber reaccionado, haciéndolo correr hasta el baño con desespero, abriendo bruscamente la puerta de dicho lugar. Logró ponerse de rodillas frente al inodoro, comenzando a producir ruidos preocupantes al vaciar su estómago.

Hueningkai entró junto a él casi corriendo, pasando su mano por la espalda del menor en un intento de mostrarle que estaba ahí. Su mirada denotaba alarma, pues no entendía el por qué de esa reacción tan repentina.

Pasaron algunos minutos hasta que Beomgyu pudo parar, tosiendo un poco al separarse y bajar la palanca del baño.

—¿Estás bien, cielo? —preguntó preocupado ayudándole a levantarse.

—Si... supongo que mi estómago no amaneció con ganas de existir —respondió con una ligera sonrisa.

—Más bien la cena te hizo mal —caminaron hasta el fregadero.

—Puede ser, si —cepilló sus dientes un par de veces para quitar el mal sabor que tenía.

—Pero ya pasaron las náuseas, ¿cierto? —Huening no salió de ahí hasta asegurarse de que su esposo se encontraba mejor.

❛ ¿baby? ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora