✧ Eight.

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» 2 días después

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» 2 días después.

"Nada había valido la pena", "tantos meses de sufrimiento al final habían sido en vano". Beomgyu se hacía daño con esos dos simples pensamientos.

Sus ojos brillaban únicamente por la cantidad de lágrimas que los llenaban. Estaban hinchados y adoloridos.
Su nariz y mejillas estaban pintadas de un rojo opaco a consecuencia del llanto desmedido.
No había logrado parar de llorar mas que por breves ratos, sin importar qué tantos intentos hiciera Hueningkai por tranquilizarlo.

Incluso la garganta le ardía y el estómago continuaba con el dolor común por los espasmos constantes que tenía al llorar.

Luego de salir del hospital, un día después del fallecimiento, Beomgyu se había mantenido en cama, sin energías ni ganas de moverse. Sintiendo cómo a cada hora que pasaba se le oprimía un poco más el corazón, y una nueva grieta se abría en lo profundo de su alma. No había comido nada aún, a duras penas le aceptaba los líquidos a su pareja, y casi no pronunciaba palabra.

Estaba realmente roto, pues aunque sabía desde el inicio que corría el riesgo de perder a su bebé, seguía siendo un golpe demasiado duro de asimilar. Nadie te prepara para la mayor pérdida que un humano puede sufrir.

Él había tenido esperanzas de que todo mejoraría al final, que haber soportado tantos meses de malestares tendría una hermosa recompensa. Le dolía haberse equivocado, se sentía estúpido por haber creado una perfecta fantasía que no se cumpliría. Se odiaba por haber seguido con un embarazo riesgoso, porque a Beomgyu no le interesaba pesar seis o nueve kilos menos. Se odiaba, por haber jugado a tener la razón sobre una pequeña vida que no era culpable de su capricho.

Beomgyu no estaba hecho para concebir, y aún así, se forzó a intentarlo. Perdió, porque nadie puede engañar al destino.

—Amor, tenemos que ir... —pidió suavemente por quinta vez.

—No —sollozó—, no lo resistiré...

—Debemos... estar ahí para despedirla —tragó duro, controlando sus emociones.

—No quiero despedirme de ella, no aún... —lo miró con los ojos cristalinos. —Kai, no puedo...

—Por favor, Beom, es lo único que te pediré... —una lágrima recorrió su pálida mejilla. —Vayamos al funeral.

Luego de llorar por algunos minutos más, el menor se levantó de la cama. Con todo el pesar que guardaba su ser, se colocó ropa negra en su totalidad, limpió su rostro quitando así todas las marcas de lágrimas secas que tenía acumuladas, y con el corazón doliendo en demasía, salió del departamento tomando la mano de Hueningkai.

En el funeral estarían las familias Huening y Choi, junto a sus amistades más cercanas, y Soobin. Habían decidido que él asistiera también, pues les había ayudado mucho en esos nueve meses.

El cielo lloró junto a los presentes, opacando así todas sus lágrimas, y dando un ambiente más deprimente si es que era posible aumentarlo. Cada persona que rodeaba el pequeño ataúd reflejaba una enorme tristeza en sus miradas, para todos era imposible no sentirse sofocados por el dolor que emanaba la situación. Estar en el funeral de una bebé era realmente difícil.

Hasta ese momento, Beomgyu la pudo ver, por primera y última vez. El ataúd estaba abierto, ella se veía extremadamente pálida y permanecía envuelta con una manta blanca. Hueningkai la había tenido en brazos cuando aún tenía sangre cubriéndola. Beomgyu la logró cargar unos minutos, sintiéndola totalmente fría.

La última parte de su ser que había salido ilesa, se destruyó cuando la tuvo entre sus manos. Era tan hermosa como un ángel, y desgraciadamente, ahora tenía sus alas colocadas de forma injusta.

Hueningkai sintió cómo todo su mundo se le cayó encima, y realmente no tenía idea de cómo seguirían su vida a partir de ahora. Él haría hasta lo imposible por mejorar, y ayudar a su esposo a hacerlo. Sin embargo, Beomgyu no pensaba en curar sus heridas, pues la idea de morir estaba clavándose lentamente en su dolida cabeza.

—Te amo mucho, mi princesa... lo lamento tanto... —dijo entre sollozos lastímeros cuando el ataúd fue finalmente bajado a la tierra.

—Te extrañaremos cada día, bonita... —completó el mayor.

Uno quería buscar la forma de seguir adelante, aún sin esa pequeña. Y el otro sólo quería que su corazón dejara de doler, deseaba parar de sentir, y sabía cuál era la única manera de lograrlo.

Era cuestión de tiempo para que el destino decidiera, una vez más, el camino que les otorgaría a sus almas rotas.




Fin.

Fin

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❛ ¿baby? ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora