LA CEREMONIA

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"Crees que ellos estén listos, Damnatus?" escucho a su madre decir, apartando la mirada mientras tomaba su taza de café mientras no sabia que pensar,  pensaba que todo lo que había construido se había arruinado.

"Solo hazlo. Sinceramente, ellos deben tener claro quién es el que está a cargo aquí, ¿entendido, Regina?" respondió, levantándose hacia la ventana mientras se sobaba la cabeza.

"Así es como te refieres a tu madre ahora. Bueno, pensé que te había criado de la mejor manera, pero descuida, esto se resuelve hoy", suspiró mientras se levantaba del canapé.

Damnatus se levantó y le abrió la puerta a su madre. No obstante, le ofreció una mirada fría y oscura, de la cual ella sabía que tenía que resolver las cosas.

Carraspea Regina: Querido ¿no sería bueno que la servidumbre hiciera esos deberes?. No debes venir tú a abrirme la puerta, para eso está ese..." hace un gesto revoloteando la mano mientras piensa, ah sí, ¿Miguel se llamaba? ¿Por qué no se encarga él?

"Madre, cómo manejo al personal no es de tu incumbencia. Que yo sepa, sigo siendo la cabeza de la familia", respondió con un tono lúgubre.

"Bueno, mi querido hijo, por ahora lo eres", le susurró al oído mientras le daba un beso en la mejilla.

Regina salió de la habitación.

"Esa mujer me volverá loco", gritó. "Bueno, no importa. Igual debo encargarme del país. Ahora mismo está hecho una mierda". Llama a Miguel, pero no hay respuesta alguna.

"Mierda, estúpido mayordomo. Sabía que no debía contratarlo". inevitablemente vinieron a su cabeza los recuerdos de la primera vez que entrevisto a Miguel.

**Flashback**

Mientras tanto, Damnatus recordaba la entrevista con Miguel:

"Soy un chico muy capaz. Nunca he trabajado como mayordomo antes, pero le puedo decir que soy bastante eficaz para manejar sus asuntos aquí en el castillo, su majestad. Ya sabe, trabajar en un McDonald's es mucho más estresante, se lo aseguro". Dijo Miguel

Pensamientos de Miguel: "Bueno, el rey Damnatus se ve intimidante de cerca. De esto estoy completamente seguro". Pensó Miguel dentro de su cabeza.

"Miguel, ¿y dime cuáles son tus conocimientos del país o de mí?" Miguel traga saliva.

"Le seré honesto, soy sangre pura de la República Dominicana y tengo todo el conocimiento que se puede tener de nuestro país antes de que se estableciera una monarquía y durante ella." Dijo.

pensamientos de Miguel mientras hablaba:

 "Este hombre es de una tez súper pálida y es muy alto. Definitivamente, creo que, si mis cálculos no me fallan, debe medir alrededor de 1.85 cm. pensó Miguel 

 Seré honesto, si yo fuera mujer, a este hombre me le lanzaría. Diablo!, qué hombre. Aunque siendo honestos, esos ojos que tiene me matan y siento que me analizan a cada segundo. Es un mar negro".

"Miguel, Miguel, Miguel", Damnatus chasquea los dedos a Miguel.

"Perdóneme, su majestad. Debo haberme perdido en mis pensamientos".

"Bueno Miguel, ¿qué te parecería si dejas de hablar tantas estupideces?," Damnatus se levanta, va caminando hacia él y lo acorrala contra la pared.

"Sé que traficas todo tipo de cosas, así que necesito tenerte adentro pero a mi disposición. ¿Está claro?", sacando una navaja contra su garganta mientras le sonríe de una manera tan cínica.

Miguel traga saliva. "Sí, su majestad, a la orden", mientras mira la navaja y luego a él.

"Bien", mientras baja la navaja. Damnatus le desliza el contrato y, sin refutar, le dice, "¡firma!".

"Pero,¿puedo leer la letra pequeña, su majestad?".

"Parece que no quedó claro cuál es tu lugar aquí", apuntando con la navaja. "Sí, disculpe, su majestad", mientras firmaba el contrato.

**Volviendo al presente**

Damnatus se sienta en su oficina y hace algunas llamadas.

"Sí, búscalo. Se volvió a perder y ahora quítale más de una uña. Cuando termines, tráelo ante mí, pero por favor, trae esa cosa limpia. Compré una nueva alfombra que hace juego con mi oficina y es única en su clase. Si la ensucias, estás muerto", termina la llamada por teléfono.

Toc, toc.

"Hola, padre".

Damnatus levanta su mirada muerta para ver a su ángel hacer que su cara cambie totalmente.

"¿Qué deseas, Camila?", dice en tono dulce.

"¿Puedo entrar, padre? Pero vine con Cedric".

"Claro, mis niños, entren".

"Por favor, papá, ya no tenemos 5 años. Acabo de cumplir 21 y Cedric 20".

"Para mí, seguirás siendo la niña de mis ojos y mi niño, claro".

"Padre,

¿sabes qué día es hoy?"

"A ver, a ver", mientras se toca el labio varias veces.

"Hoy es vuestra ceremonia de integración oficial a la familia".

"Sí", brinca de alegría.

"Bueno, hijos míos, su padre tiene que resolver unos asuntos más tarde. En la ceremonia, los veré", se despide de los chicos mientras ellos salen de la oficina.

Escucha sonar su teléfono y lo contesta.

"Ya lo tenemos, señor", se escuchan gritos y llantos.

"Ya voy en camino".

Se levanta y sale de la oficina de camino al calabozo del castillo.

**En el calabozo**

Por un momento, la cara de Damnatus se llena de tanta alegría al ver lo que Miguel le había conseguido.

"Bien hecho, Miguel. ¿Dónde estaba el muy maldito?"

"Lo encontré tratando de pasar la frontera con Haití".

Damnatus se agacha para agarrarle la cara. "Sabes, recordar quién eras no valdrá la pena ni podrás comprar a nadie. Confiscaron todas tus pertenencias y bienes. Ya no existes, no queda registro alguno sobre ti. No serviste para nada, pero al menos tu muerte servirá de algo", lo tira contra el piso.

"Miguel, debo prepararme para salir a la ceremonia. Manténlo vivo y limpio. Ya sabes a dónde debes llevarlo", mientras se arregla el traje.

"Sí, mi señor, todo listo como debe de estar", haciendo reverencia.

Damnatus se retira entre las sombras.

**Perspectiva de Regina**

"Todo debe ser perfecto. Hace años que no se reunía toda la familia para una ceremonia. Bueno, ahora mismo debo encargarme de la muy importante tarea que mi hijo me encomendó".

Ríe Regina mientras revisa el libro de nombres oficiales para la familia.

"Mmm, interesante. Creo que haremos de esta la mejor ceremonia de todas".

Mientras selecciona dos nombres, Regina se levanta y sale de la oficina secreta, la cual solo ella tiene acceso.

"Ya veremos si todo sale como quieres, Dam, mi querido hijo".

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