Damnatus miró a toda la audiencia, haciendo saber que aquel que mencionara el significado de "infidelis" en su nombre perdería la cabeza. Todos se sintieron incómodos por la energía en la sala y comenzaron a celebrar y hablar entre ellos. Dam no tardó mucho en acercarse a sus hijos, los abrazó y les dijo: "Esta ha sido la mejor ceremonia de todas, wow, están divinos".
"Padre, ¿por qué todos se quedaron callados cuando mencionaron mi nombre?" preguntó uno de los hijos.
Dam no dudó y respondió: "Es costumbre que al mayor se le conceda un minuto de silencio en señal de respeto hacia el heredero. Bien, vayan con su madre, voy a hablar con su abuela".
"Sí, padre", respondieron los hijos.
"Madre, tenemos que hablar", dijo molesto Dam.
"Querido, ¿te gustó cómo resolví lo que querías? Lo hice muy bien", respondió la madre.
"Por favor, no seas hipócrita. Sé que nunca te ha agradado tu nieta", replicó Dam.
"Para qué ocultarlo más, todos aquí sabemos qué significa ese nombre", le insinuó.
Dam se acercó a ella, la puso contra la pared y le dijo: "Si quieres seguir con cabeza, esperemos que nadie suelte la lengua, porque será tu responsabilidad".
"Querido hijo, si somos conscientes, todos sabemos que el heredero al menos aprende lo mínimo del latín y ella no sabe. Además, es tu 'hija', creo, pero de tu mujer, no es hija, ¿de quién es? Todos en la familia tenemos el pelo negro, ¿de dónde va a salir que tenga los ojos verdes, sea pelirroja y tenga rizos?", le susurró. "Sabemos que tu juventud no fue la más correcta, pero tus errores vienen con sus consecuencias y ella será tu martirio de por vida por lo que pasó en ese verano".
Dam tragó saliva y le respondió: "Sabemos que no soy el único implicado, sabes que si caigo, caes conmigo".
"Además, querido hijo, sabemos que está más que claro que el heredero es Heres y ya está más que preparado, así que espero que puedas mantener en orden todas tus cosas pendientes", concluyó la madre.
"Yo sé qué haré con ellos, así que no te sorprendas cuando te enteres..." advirtió a su madre.
Mientras tanto, en la ceremonia, Infidelis y Heres hablaban con los familiares. Dam dio a entender con su retiro de la sala que la ceremonia quedaba concluida.
Así terminó la ceremonia.
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Días después, Damnatus manda a llamar a sus hijos.
"Infi, Heres, tengo algo que decirles. Por favor, siéntense", solicitó Damnatus con seriedad.
"He decidido qué haré con respecto a su educación y a la corona. Los mandaré a un internado en Europa".
"Infi, ¿cómo puedes hacernos esto, padre? No es justo. ¡Mis amigos...!" exclamó Infi, indignada y molesta.
Heres, siempre reservado, acepta sin rechistar. Infi, llena de frustración, agarra a Heres del cuello y le reprocha: "¿Cómo puedes aceptar esta decisión tan estúpidamente y sin sentido?".
Heres, mirándola con indiferencia, le responde: "Nosotros no velamos por intereses que no sean por el bien de la corona y la nación. Las cosas materiales y los amigos no importan. Lo que interesa es el poder. Debemos poner en alto nuestro apellido. No somos esos miserables pobres. Compórtate, Infi. Eres la mayor. No me hagas pasar más vergüenza frente a nuestro padre".
Infi, anonadada, suelta a Heres, quien con voz objetiva y firme se retira: "Padre, me retiro. Diré a los sirvientes que hagan mis maletas. Supongo que si nos hablas a esta hora es porque saldremos esta tarde".
"Es lo correcto, Heres. Puedes retirarte", asiente Damnatus.
Mientras tanto, Infi, desolada y llorando, se deja caer en el sillón.
"Hija, tienes que hacerlo. No está a discusión", le indica Damnatus.
"Pero padre, siempre me dices que hay otra forma para hacer las cosas", responde entre sollozos Infi.
"Pero esta vez es la que yo digo. Es la única. Por favor, haz lo que te digo".
"No quiero, en serio. ¡Y esta mierda ya, con el rechazo de la familia, tengo ahora con tu mierda!", estalla Infi.
"Ahora mismo no estoy para tus berrinches. Parece que te he consentido demasiado como para que me faltes al respeto", reprende Damnatus.
Luego, llamando a Miguel, pregunta: "Miguel, ¿hiciste las maletas de Infi?".
"Sí, señor", responde Miguel.
"Infi, ¿hicieron mis maletas?", pregunta incrédula.
"Sí, las hicimos. Estábamos más que conscientes de que harías una rabieta ya a tan alta edad. La verdad, me has decepcionado y no quiero verte hasta que cambies tu actitud", responde Damnatus con firmeza.
"¡Coño, padre, te odio!", grita Infi, y sale corriendo de la oficina.
Mientras llegaba la hora, Damnatus despidió a Infi y Heres, quienes estaban abordando el avión privado. Levantó la mano para despedirse; Infi lo ignoró y subió, mientras que Heres le hizo una reverencia y se retiró. El vuelo partió mientras Damnatus se subía a la limusina. Le dijo a Miguel: "Podrías ir en el otro vehículo, quiero estar solo".
Damnatus se quebró en llanto por haber tomado esa decisión, pero sabía que sería lo mejor para que sus hijos estuvieran seguros. Él mismo sabía que su familia no era un lugar en el que pudiera confiar. Mientras se bebía un whisky, desolado, le dijo al chofer: "Vamos para el Hotel Temptation Miches".
"Si, su majestad", respondió el chofer.
Damnatus llamó a Miguel. "Miguel, me iré un fin de semana. Ya sabes qué hacer".
"Si, señor", contestó Miguel. "He preparado el hotel. Su visita será totalmente secreta. Tendrá sus guardaespaldas vigilando 24/7 y su suite presidencial. Disfrute, señor".
Cerró la llamada. Damnatus se desabotonó la camisa y, ya caliente, se recogió el pelo. "Bueno, hacía tiempo que no disfrutaba algo", murmuró para sí mismo.
Advertencia: El siguiente capitulo contiene material explicito esta bajo su discreción
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SERVITUS
RandomUna República Dominicana ausente de una democracia envuelta en una monarquía absoluta. Damnatus se vera obligado a hacer lo necesario por mantener en pie el linaje familiar mientras cae en tentaciones y lujurias, practicas que son prohibidas por su...