Está aterrada. No sabe cómo llega ahí, y rodeada por paredes blancas, silencio, respiraciones lentas y aire olor jazmín.
Está aterrada. No sabe cómo o cuando llego ahí. Sentada sobre un sofá color ladrillo, con la piernas cruzadas, usando un vestido lo suficientemente largo para cubrir las cicatrices de sus rodillas. Los dedos de sus manos tiemblan, quizás nunca en su vida haya deseado tener una flecha de humo para desaparecer entre la bruma. Sus labios están secos y los párpados le pesan tanto que no puede abrirlos. Claire está cien por ciento segura de que su cabello es un desastre, su cara está pálida y en su estómago hay un vacío que sabe que no podrá llenar jamás.
—Señorita Barton
Señorita, como odia esa palabra. La odia. Sus dientes gruñen y hacen un sonido con la lengua. La presión dentro de sus venas se incrementa cuando repiten su nombre, cuando él repite su nombre.
—Claire
Claire intenta, de verdad intenta hacer caso omiso del tono de su voz pero falla, porque tiene un vacío en el pecho pero cuando inevitablemente mira por encima de su hombro y lo ve, y luego, sin mucho esfuerzo nota que la psicóloga que Barnes recomendó nueve su bolígrafo por encima de su estúpida libreta blanca, maldice.
Ahora se da cuenta por qué, cómo llego aquí. Por quién. Esto es culpa de Steve.
—No voy a hacerlo.
Ahora recuerda porque está aquí.
Claire odia la terapia narrativa; sí, sus dedos jamás habían deseado tanto sujetar una flecha porque ahora están sosteniendo cinco pedazos de papel partidos por la mitad llenas de tinta corrida por todos lados, porque Barton es zurda y tiene una manera extraña de sujetar el lápiz, así que cuando Steve observa cuidadosamente la parte dorsal de sus manos y se da cuenta de que están llenas de grafito, bueno, el también hace un esfuerzo por mantener la calma, la calma que a su ex novia le falta.
Claire le advirtió muchas cosas.
No es un soldado. No es una chica buena. No es francotiradora. No es Bucky, (puede ser su mejor amiga) Nunca será un ama de casa de los años 50. Nunca se convertirá en madre. Nunca será la novia del Capitán America. Nunca vivirán juntos.
Y ella es Hawkeye, la mejor arquera del mundo, criada en un circo por ladrones, criminales, fenómenos de circo y mujeres mentirosas que leen cartas y bolas de cristal.
Nunca irían a terapia de pareja.
Cuando la estúpida mujer que tenían enfrente le dijo que debía ser cooperativa en vista de las circunstancias y les recomendó la cosa más estúpida que Barton hubiera escuchado jamás. Claire salió corriendo, dando un portazo a cada puerta que encontró, dispuesta a asesinar a Barnes por haber recomendado a la psicóloga más ingenua que ella hubiera tratado.
Escribir una carta sobre las cosas que les encantan sobre el otro, porque...
—Debido a su situación, su posición y sus dinámicas y el rol que cada uno tiene en la relación, blablabla, porque Señorita Barton usted es su subordinada bla la la misoginia y roles de género... y su relación no empezó con el pie derecho blablabla y no parece ir por el buen camino después de sus últimas acciones...
Si Claire no hubiera discutido y sido sermoneada con Katie, con Nathaniel, con Toni, con Barney, con su ex esposo y básicamente con cualquier persona que se le atravesó por haberle sido "infiel" al Capitán America probablemente ella nunca hubiera aceptado a tratar con la mujer que uso relleno en su sostén y durante toda esa primera sesión le hablo de manera sugerente al que se suponía aún era su pareja.
