Capítulo 2

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Jimin vio el repentino destello de interés en los ojos Jeon Jungkook y quiso retractarse de sus palabras, pero ya era demasiado tarde.

¿Por qué había dicho algo tan tonto? Nadie se oponía a un hombre como él, no a menos que quisiera dar batalla, y él lo único que quería era deshacerse de esos estúpidos boletos e irse a casa.

¿Realmente pensaban los ricos que arrojar dinero a los problemas era lo mismo que hacer algo para resolverlos?

Sabía la respuesta, ahora trabajaba para ganarse la vida y sabía lo que era tratar de hacer equilibrios para vivir, pero había crecido siendo rica. Su padre había estado bien económicamente, antes de perder la mayor parte de su dinero en los juegos de azar. Era un rey de China, pero no se lo había dicho a nadie. Alguna vez lo había hecho, cuando había ido por primera vez a París y el recuerdo de aquello todavía la hacía estremecer.

- ¿Un rey? – las otras chicas habían chillado y bombardeado con preguntas ridículas sobre caballos, la muralla y tiendas de campaña.

Así que, sí. Sabía cómo funcionaban los ricos, lo inútiles y autocomplacientes que podían llegar a ser, lo que significaba que sabía todo lo que necesitaba saber acerca del infame Jeon JK. Había dejado París hacía sólo dos días atrás, pero ya había oído hablar de él, que era rico, apuesto y sexy.

¿Qué más necesitaba saber?

Esta noche el salón de baile estaba lleno de tipos como Jeon JK. Bueno, tal vez no tan guapo, pero igual de inútiles, con los boletos de la rifa en la mano se acercó a los que estaban en su lista de cortesía, los que tenían esposas o amantes a su lado habían intentado parecer sólo interesados en el sorteo, aunque dos de ellos deslizaron tarjetas de presentación en su mano junto con el dinero, los que estaban solos no habían tomado la molestia de ser sutiles.

- Compraré media docena – le dijo un imbécil especialmente odioso que le había echado una mirada lasciva – pero hay un precio.

Jimin echaba humo por la cólera, pero simplemente se había marchado, entonces ¿Por qué había perdido la calma con Jeon JK?

Los ojos de él, de un negro oscuro, se deslizaron desde su cara, pasando por el resto de él, hasta sus pies, calzados con zapatos plateados de tacones alto, que el diseñador había insistido en que se pusiera, por mucho que aborreciera este tipo de cosas, como una aspirante a modelo, no podía rehusar la oportunidad de trabajar en un evento a beneficio para una buena causa y al mismo tiempo conseguir alguna "muy necesaria" exposición en New York. Jimin sentía calor en la cara, estaba sonrojado, esto tampoco tenía sentido, estaba acostumbrado a que los hombres lo miraran, formaba parte de su carrera ahora, además, su padre había comenzado sutilmente a hacerlo desfilar ante los que consideraba pretendientes elegibles, desde el día en que cumplió los dieciocho.

- Es el derecho que tiene un padre de elegir marido de su hija o hijo doncel – le había dicho, cuando él se resistió, de acuerdo con las estrictas costumbres de China, suponía el, así era como su madre se había casado, y su abuelo, y todas las mujeres y donceles en la familia de Park.

¿Admitiría alguien que era una práctica rayana en la barbarie? Peor aún, sabía en su corazón que él quería que se casara con alguien de dinero para recuperar algo de su propia fortuna perdida.

Se había alejado de su padre hacía dos años, entonces huyó a París, donde sus sueños de niña se encontraron con la fría realidad, no podía conseguir un trabajo, hablaba seis idiomas, podía planear una cena para seis o seiscientas personas, pero ¿y qué?, con el tiempo, había hecho la única cosa para lo que parecía estar preparada.

Se convirtió en modelo, pero no era feliz, era una ocupación frívola y tal vez porque lo veía de esa manera, todavía se afanaba por encontrar otros trabajos, además, sabía que había herido a su padre, y él no se hacía más joven, su tía favorita la había llamado la semana pasada para recordarle eso.

Por eso había llegado a una decisión, se enfrentaría a la obligación que le esperaba, un matrimonio con un hombre aprobado por su padre habría una gran celebración en el vecino reino de Japón, la celebración del cumpleaños de su reina, su padre había sido invitado, algo muy importante teniendo en cuenta la difícil relación entre China y Japón, y, por extensión, entre China y Corea.

Jimin le había escrito a su padre para decirle que regresaría a casa, a tiempo para el evento, y que él finalmente aceptaba casarse con un hombre que contara con su aprobación, y eso quería decir, que él sabía que era alguien rico, viejo y feo, probablemente horrible...

- ¿Tienes la intención de vender esos boletos o acumularlos?

Jimin parpadeó, Jeon Jungkook lo estaba observando, mirándolo lo suficientemente divertido como para resultar molesto, Jimin se irguió.

- Lo siento – dijo con una voz que dejó en claro que no lo sentía en absoluto - ¿Cuántos boletos...?

- Dije cinco. Y entonces dijiste que malgastaba mi dinero. ¿Me pregunto cómo podrías saber eso? - ¿Cómo, en efecto?, él no estaba dispuesto a admitir que las otras chicas y chicos le habían hablado de sus coches, su pent-house, sus fiestas.

- Me refería a que es bueno dar dinero a una causa que vale la pena.

- ¿Salvar los pelícanos es una causa que vale la pena? – él no pudo evitarlo y se echó a reír.

- Tienes una risa espectacular, ¿Jovencito...?

Él sonreía, era ridículo que, entre la sonrisa y el cumplido, él sintiera que sus rodillas se doblaban.

- Song – dijo con energía, usando el nombre que había adoptado desde que salió de China - ¿Y cuántas rifas quieres?

- ¿Cuántas quieres vender?

- Todas, obviamente, cosa que no podré hacer, posiblemente, si estoy perdiendo el tiempo.

- ¡Ah! La verdad, por fin. Hablar conmigo es una pérdida de tiempo.

¡Dios, él seguía enterrándose más hondo!

- No quise decir...

- Compraré todos.

- No creo que entienda, señor Jeon, tengo, fácilmente, cincuenta boletos pendientes de vender.

- Bien – dijo él sacando su chequera.

- ¿Va a comprar a todos?, valen mil dólares cada uno.

Jeon Jungkook le mostró otra de sus sonrisas sexy, escribió un cheque y se lo tendió, bien tal vez lo había juzgado mal.

- Pero hay un precio - dijo en voz baja, y Jimin quitó su mano.

- - dijo Jimin con frialdad – Estoy seguro de que lo hay, desafortunadamente, puede tomar su precio y...

- ¡Ah, Jimin! - La presidenta se abalanzó sobre ellos, sonriendo como una barracuda - ¡Mi querido, todavía tienes rifas sin vender!

- Error - dijo JK afablemente.

Arrancó los boletos de la rifa de la mano de Jimin y entregó el cheque a la presidenta, quien contuvo el aliento de alegría.

- ¡Qué bueno! ¡Compró todos!

- Jimin se ofreció a cenar conmigo si lo hacía - dijo suavemente JK – Cómo podría no aceptar cuando gastar el dinero en una buena causa es mucho mejor que malgastarlo, ¿Verdad, Jimin?

Jimin abrió la boca, pero no salió nada, estaba atrapada.

El amante del príncipe - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora