CAPÍTULO 24

45 5 148
                                    

10 things I hate about you - Leah Kate

Estábamos en una tienda del centro comercial, comprando ropa. Cada uno elegía ropa para el otro. Obviamente, primero he ido a por la lencería. Para la luna de miel, claro.

Pero cuando estábamos en el pasillo de las camisas, Ellie pareció estar paralizada. Se había quedado pálida, y temblaba. Me alerté al instante.

—Ellie, ¿va todo bien? —le pregunté, agarrando sus manos y poniéndome frente a ella.

Sin embargo, ella no me respondió. Su mirada estaba perdida en algún punto que yo no supe identificar. O no supe hacerlo hasta que llegué a un chico de pelo castaño y ojos marrones. Tenía cara de imbécil.

—¿Quién es? —casi escupí esas palabras.

Pero ella seguía sin responder. Parecía aterrada. Tanto, que cuando giré su cabeza hacia mí, se asustó.

—Ellie, ¿qué ocurre? ¿Quién es ese chico?

—No es nadie. ¿Podemos irnos?

—Ellie, estás pálida. ¿Te encuentras bien?

—Shawn, vámonos —su voz sonó rota.

Supe que algo iba mal. ¿Y si ese chico era...?

—Espera. ¿No será...? —miré hacia el imbécil, y luego volví a mirar a Ellie— ¿Es Mike, verdad?

Su silencio fue respuesta suficiente.

—¿Por qué le sigues teniendo miedo a ese bueno para nada? Hablaste con él, no volverá a molestarte.

—Es que...

Cuando se detuvo, alcé una ceja, pero después lo entendí perfectamente. Nunca había hablado con él.

—Ellie... ¿No llegaste a plantarle cara, verdad? —quise confirmar.

Tras un silencio de unos segundos, ella negó con la cabeza.

—Ellie, me lo podrías haber contado —agarré sus manos.

—No quería decepcionarte.

Eso es imposible.

—Nunca lo has hecho. Sé que no es fácil, ¿vale? No tienes que hacer nada si no estás preparada para hacerlo. Y si no estás preparada para plantarle cara, no pasa nada —remarqué esas últimas tres palabras, para que le quedara claro—. Estoy orgulloso de ti, ¿vale? Da igual que no hayas hablado con él. Y no debes temerle. No merece que le temas. No merece siquiera que le prestes atención. Estoy a tu lado, y mientras yo esté aquí, no permitiré que te vuelva a hacer daño.

—¿Podemos irnos? —insistió, ignorando todo mi discurso.

Yo suspiré y la rodeé con mi brazo.

—Vale —murmuré.

Pero cuando comenzamos a caminar, una voz sonó a nuestra espalda.

—Mira, mira. Doña puñetazos está aquí.

Hasta su voz me parece repugnante.

Suspiré, y me di la vuelta, cabreado, y con ganas de golpearlo.

—No sé si te dolió más a ti el puñetazo o a tu madre dar a luz a alguien como tú —le respondí.

—¿Y tú quién eres? ¿Darás los puñetazos por ella ahora? —el imbécil dió un paso hacia mí.

Levanté la cabeza, tratando de intimidarlo, y di otro paso hacia el imbécil, manteniendo a Ellie detrás mía para que no se acercara a eso.

AQUELLA CHICA DE LAS ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora