1. Bienvenidxs al campamento

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Durante los últimos días Violeta había estado planteándose si había hecho bien en optar por aquella oferta de trabajo, pero se vio reafirmada en su decisión mientras observaba a aquella pobre chica en las noticias. Hubiera podido ser ella misma perfectamente. La ilusión que tenía por el periodismo se había topado con la realidad de los trabajos que había ido consiguiendo al terminar la carrera, y no se veía pasando el verano friendo huevos en una tapa de alcantarilla. Tampoco es que tuviera pensado ser reportera de guerra al terminar la carrera pero aspiraba, por lo menos, a contar historias que aportaran algo al mundo.
Lejos de ese noble fin, su mayor logro hasta el momento había sido un reportaje sobre una patata con forma de virgen María. Por eso, cuando vio el anuncio de que buscaban a alguien para dar clases de clarinete en un campamento de verano no se lo pensó dos veces. La música era otra de sus pasiones y, ahora, les agradecía a sus padres el haberle insistido en que acabara el conservatorio cuando estuvo a punto de dejarlo en el penúltimo curso del grado superior. Las condiciones laborales eran buenas, el suelo era decente, tenía incluido el alojamiento y las comidas, y cada grupo de niños estaría de lunes a sábado, quedando los domingos como su día libre.


A cientos de kilómetros, y con el mediterráneo de por medio, otra apasionada de la música se preparaba para un cambio de aires. Tras despedirse de sus hermanos pequeños, Chiara montó con su madre en el coche para ir al aeropuerto. Miraba por la ventana mientras transitaban por la carretera que cruzaba la isla de punta a punta por mitad, y no por la periferia, tratando de memorizar el paisaje una última vez. No, no pasaron por el pueblo de Martina.
Aunque llevaba un par de años viviendo en Barcelona siempre había estado los veranos en Menorca, dedicándose los últimos a hacer bolos en hoteles con su novia. Sin embargo, desde que esta le había dejado no se veía capaz de subirse a un escenario ella sola y, además, teniendo esa cicatriz reciente vivía con el miedo de encontrársela en cualquier sitio con su nueva chica. Al fin y al cabo, vivían en una isla pequeña, no era como Madrid. Aquella oferta de trabajo en la península le pareció su tabla de salvación para salir de allí y darse tiempo para sobreponerse.


Mientras tanto, Noemí, la directora del campamento, ultimaba los detalles en su despacho para preparar la bienvenida de todos los profesores, a los que había citado un día antes de que llegara el primer grupo de niños. Se reconocía algo nerviosa por el encuentro pues, aunque llevaba muchos años al frente de aquel campamento, cada año era diferente. Con el paso del tiempo había logrado desarrollar un sexto sentido a la hora de entrevistar a los candidatos. Entre los elegidos reinaba la diversidad, tenían diferentes edades, procedencias y distintos grados de experiencia en el mundo de la docencia, pero en todos ellos había visto esa cosa intangible que les hacía tener algo especial en común. Aún así, le era inevitable sentir cierto vértigo en cada inicio de campamento. Era consciente de que, por más que individualmente fueran maravillosos, la energía que desprendieran como grupo sería de vital importancia para el transcurso de aquella edición. Y más al estar situado el campamento en un enclave montañoso como aquel, donde la falta de cobertura de los móviles hacía que el verdadero yo de las personas saliera a la luz.

La reunión tuvo lugar en una amplia estancia que hacía de comedor y, también, de sala de audiciones con el escenario que tenía al fondo. Las maletas de los recién llegados descansaban en la entrada mientras que sus dueños charlaban animadamente entre ellos. El ruido de un micrófono al acoplarse con el altavoz interrumpió las conversaciones e hizo dirigir las miradas de los allí presentes hacia el escenario.

- ¡Buenos días! Bienvenidas, bienvenidos y bienvenides al campamento El Compás - saludó Noemí.

Al lado de la directora había otra mujer a la que no habían visto en las entrevistas. Fue presentada como Mamen, profesora de técnica vocal y mano derecha de Noemí. Entre las dos, con gran complicidad, dieron el discurso de acogida turnándose la palabra y tirando la una de la otra si se quedaban atascadas.

- En el tablón de la entrada tendréis el planning semanal de clases - respondió Mamen a un chico que había preguntado cómo se iban a organizar. - Tranquilos y no os preocupéis, esta tarde hablaremos con más detalle de eso y recordaremos los objetivos que os comentó Noe en las entrevistas individuales - añadió.

- Ahora os iremos llamando por parejas. Os hemos distribuido al azar para el alojamiento, no hay problema en que os cambiéis entre vosotros pero, por favor, que esto no se convierta en Sodoma y Gomorra. Nos vemos a las dos aquí para comer - dijo Noemí.



Hacía muchísimo que no escribía y las Kivi me han hecho volver a las andadas. Serán capítulos cortitos y, como siempre, referencias a tope.

Gracias por leer!!



El compás / KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora