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Siempre tan ingenuo. Siempre lo fui.
El pensamiento de que podía salir de las profundidades de la mafia alemana solo lograban hacerme sentir un idiota.
No tengo la vida de lujo ni nada que fuera digno de los jefes.
Solo era entretenimiento.
Ahogado en el malicioso terreno de la mafia, solo buscaba el bienestar de mi hermana a costa de ser solo una exhibición, entretenimiento para un rato y solo una herramienta para satisfacer a cualquiera que me tendiera un gajo de billetes gordos.
Ya era una rutina a la que estaba acostumbrado.
Mi soporte para seguir adelante eran mi dulce hermanita y mi mejor amigo, que desconoce en su totalidad de que va el trabajo que lentamente acaba conmigo.
Pero no esperaba que aquello se volviera un infierno.
El tener una aventura de una noche con el jefe de la mafia a costa de conseguir información solo había empeorado las cosas. Logrando sobrevivir por los pelos de la muerte y haciendo de mi vida un sinónimo de peligro junto con la vida de mi hermana.
Solo me queda aceptar mi destino, entregándome a el diablo.
El diablo que resultó ser peor al demonio que me acechaba día y noche sin la opción de tener paz. Ahora estaba entre dos demonios que, si quisieran, acabarían con mi vida por gusto y placer.
Pero dejé mi alma con el demonio menor para irme y tener una vida más pacífica con el diablo más cruel y despiadado que pude haber tenido en mi vida. No tuve que vender mi alma a él. De su parte solo recibí lo que era una buena vida sin preocupaciones ni peligro.
Aunque los sacrificios se hayan hecho.
“Encontraré la manera de que vuelvas conmigo pequeña puta. No me importa el precio.”
“Reclamaré lo que es mío por derecho. Y lo eres desde que me adentré en lo profundo de ti.”
Palabras similares, mismo objetivo, diferentes personas.
