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Se sentía jodidamente bien, o eso se supone que debía sentir. Los gemidos salían de mi como si fuera mi necesidad ser escuchado por cualquiera que pasara por aquella puerta y que tuvieran una idea de lo que pasaba detrás de esa puerta. Que supieran que estaba “disfrutando” del momento.
Mientras una mano estaba posada en mi cuello, aprisionándolo en un fuerte agarre y haciéndome perder el control de mis sentidos. Podía sentir la otra abofeteando mis nalgas con fuerza, azotando y dejando la marca de sus manos en mi piel, volviendola rojiza.
El hombre detrás de mí adentraba su miembro en mi interior tanto como podía. De él salían sonidos más lascivos que llenaban la habitación junto con mi voz y la unión de nuestros cuerpos en un vaivén.
Había perdido la noción del tiempo, tal vez eran las doce de la noche o una de la mañana y este era mi sexto cliente.
Siempre lograban terminar tan rápido que tenía que obligarme a acabar al mismo tiempo que ellos.
De verdad que su resistencia no era de las mejores.
Me pregunto cómo este llegaba hasta mi cuello. Con lo diminutas que eran sus brazos y él siendo más pequeño que yo me impresionaba en cierta forma.
Después de unos minutos ya había llegado, por lo que aceleré los movimientos de mi mano, la cual rodeaba mi longitud y segundos después me liberé sobre las sabanas.
Sentí como su esencia resbalaba por mi entrepierna y algunas gotas caían en las sabanas debajo de mí. Me acomodé mejor y regulé mi respiración, sintiendo como el tipo, que ni si quiera recuerdo su nombre, se acostaba detrás de mí y me daba besos húmedos por los hombros y el cuello. Me limité a ignorarlo y no hacer muecas por lo asqueroso que se sentía su saliva en mi piel. Ya suficiente tenía con haber tenido su miembro dentro de mí.
⸺ Eres mucho mejor que una puta cualquiera, ¿eh? ⸺ Su voz iba arrastrando. Verdad, el tipo estaba borracho cuando me contrató, parecía que continuaba con los efectos del alcohol en su ser.
Es obvio que lo soy, maldito imbécil. Pensé para mis adentros mientras me giraba un poco hacia él y que lograra ver la supuesta sonrisa de complacencia ante sus sucias palabras, que se supone que debían alegrarme.
El tipo se acercó hacia mí y clavó sus labios agrietados contra los míos en un beso desesperado. ¿Qué acaso no conocía el bálsamo o la manteca de cacao?
Se acomodó a un lado de mí, cerrando los ojos y supongo que queriendo descansar o dormir. Arrugué mi entrecejo y le di una mala mirada.
Parece que quiere quedarse aquí toda la noche. Oh no tipo de la verga pequeña, no lo harás.
⸺ Ya conoces las reglas, querido. ⸺ Un tono aterciopelado salió de mi mientras me levantaba. Me dirigí inmediatamente a un perchero que estaba cercano y donde estaba colgada una bata de satín verde pastel, la tomé y me la coloqué sin prisa.
