III

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-ahhh Mo...nd –el gemido de Lucerys inundó la habitación mientras era embestido por el rubio contra el escritorio.

- ¿Te... está... ahh gustan...do? – le preguntó muy pendiente de que el omega la estuviera pasando bien.

-ahhh si, más... más rápido – Aemond obedeció la orden del castaño apresurando las embestidas para que ambos alcanzaran el ansiado clímax, una de las manos del alfa serpenteo por el cuello del menor y lo tomó por el cabello de su nuca antes de plantarle un fogoso beso y colar su lengua en la boca del otro, pudo escucharlo gemir nuevamente dentro del beso, la boca de Lucerys era un manjar y su interior era como el mismo paraíso, una oleada de placer lo golpeó fuertemente cuando las piernas de Lucerys lo acercaron más a él y dio justo en el punto del omega, pudo sentir como las paredes de este se contrajeron y apretaron su miembro llevándole casi al borde de la locura.

-Mier...da Luke... me voy a venir – exclamó casi sin aire, pero sin detener las embestidas.

-si... es..tá bien... solo sigue así... ahhh... justo a...ahí – e hizo lo que el dulce castaño le dijo, más rápido y más profundo, justo en el lugar que hacía temblar a su Lucerys, siguió así hasta que las paredes de este se contrajeron aún más y su espalda se arqueo mientras que un gemido sonoro salía de sus labios, su omega se había venido y haber logrado esa proeza solo fungió como un estímulo más para el mayor, su nudo comenzó a hincharse y vertió cada gota de su semen dentro del Velaryon.

-Aemond – le llamó, sus bellos ojos verdes le miraban brumosos y había un rastro de lágrimas producto del reciente orgasmo, se había recostado en su pecho justo después de venirse cuando las fuerzas comenzaron a fallarle, el rubio llevó una mano a su mejilla y la limpio, ambos se sonrieron.

-Aemond – le llamó a lo lejos una voz que no era la de Lucerys – Aemond – esta vez la voz sonaba más cerca y algo lo sacudía por el hombro.

-Aemond – entonces su paraíso se rompió y abrió los ojos. "Mierda" después de tantos años había vuelto a tener un sueño húmedo y el objeto de sus fantasías no era otro que el hermanito del molesto Jacaerys Velaryon. Desde el par de besos que compartieron hace unos días cuando Aegon lo sobornó para distraerlo no había parado de fantasear con el omega, se llevó las manos a los ojos y gruñó con frustración – ¡no mames Mond! ¡No te duermas de nuevo! –

-ese vocabulario Daeron – le regaño instintivamente, un momento ¿había dicho Daeron? ¿Qué hacia su hermanito en su habitación? – ¿Qué haces aquí? – le inquirió levantándose súbitamente

-mamá me envió a despertarte, se te está haciendo tarde – el mayor se estiró y quitó las sábanas sobre él, Daeron lo miró extrañado – Mond... ¿te hiciste pipí? – dirigió su mirada a donde su hermano miraba, había una enorme mancha en sus pantalones, mucho más grande que en las contadas ocasiones que le había pasado, apenado se sentó en la cama y se cubrió con un cojín, sintió su cara calentarse, escuchó una risita burlona por parte de su hermano, esa que siempre soltaba antes de cometer una travesura o hacer algún comentario desafortunado – ¡Mamá! ¡Aemond se orinó! – gritó con todas sus fuerzas y salió corriendo antes de que el alfa lo pudiera atrapar.

-mierda – maldijo por lo bajo antes de taparse la cara con frustración y volvió a tirarse en la cama.

- ¿no estas muy grande como para mearte en la cama Mondy? – el omega esquivó hábilmente el almohadón que se impactó con la pared del pasillo.

- ¡no estes chingando Aegon! – le gritó fúrico

- ¡Aemond! ¡el vocabulario! – su grito había sido tan fuerte que desde el primer piso su madre le reprendió, torció los ojos ante el regaño y entonces un grito de Aegon hizo que le dirigiera la mirada.

Primer ExperienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora