Un camino hacia el futuro

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— Ah, no lo sé. No lo sé. No sé qué voy a hacer — dijo Mia caminando de un lado para otro mientras veía con nervios a todas las personas llegar al día de su boda.

— Hija, escúchame. Esto es normal, ¿si? — dijo Emma tratando de tranquilizarla — Todo el mundo se pone nervioso el día de su boda.

— Hey, ¿Que está pasando? — preguntó Tara con una pequeña sonrisa entrando a la habitación.

— Tara, nuestra pequeña se encuentra nerviosa — le dijo Emma.

— ¿De verdad? — preguntó Tara con algo de sorpresa mirando a su hija.

— Es solo que... no puedo irme. ¿Como voy a irme? Es que no quiero dejarlas — dijo Mia con lágrimas en los ojos.

Emma y Tara se miraron con sorpresa. La ojimiel miró a Tara con una sonrisa y fue ahí que la castaña supo que ella tenía que hablar.

— Oye, princesa — comenzó Tara mientras se acercaba a su pequeña — ¿Recuerdas la primera vez que jugamos hockey? Tenías miedo de entrar al hielo porque estaba resbaloso — le recordó la mujer con una sonrisa mientras levantaba su mentón para que esta la observara — ¿Recuerdas cómo te sujete cuando empezaste a patinar? Y cuando supe que estabas lista, te solté — las lágrimas se acumulaban en el rostro de Tara.

— Ay ma — dijo Mia con una sonrisa mientras se secaba las lágrimas.

— Se que estás listas. Ahora tú tienes que soltar — dijo Tara.

— Siempre supe que necesitabas a alguien muy especial que combinara con tu espíritu... — dijo esta vez Emma quien se encontraba al lado de su esposa — Y lo encontraste, igual que yo — Emma miró a su esposa durante unos leves segundos para luego volver a ver a su hija — Es tu momento amor. Recorre el mundo, alcanza tus sueños

— Y si algún día decides volver, aquí estaremos, ¿entendido?  — le pregunto Tara.

Mia asintió con la cabeza, sintiendo el amor y la fortaleza que fluían de las palabras de sus madres. Se sentía abrumada por la emoción, pero también reconfortada por el profundo amor que irradiaban Emma y Tara.

Respiró profundamente y dejó que sus lágrimas de felicidad se deslizaran por sus mejillas. Sabía que tenía que confiar en sí misma, en su pareja y en el amor que compartían.

— Gracias, mamá, gracias mami. Gracias por siempre estar ahí para mí — susurró Mia, abrazando a Tara y Emma con fuerza.

Tara y Emma la abrazaron con ternura, compartiendo el amor y la alegría del momento.

— Ahora, ve y haz realidad tus sueños, querida. Estaremos esperando aquí para celebrar tus victorias y consolarte en tus derrotas. Pero sobre todo, estaremos aquí para amarte incondicionalmente — dijo Emma, con característica voz suave, pero llena de firmeza.

Mia sonrió, sintiendo un profundo sentido de gratitud y determinación. Se sentía lista para enfrentar lo que el futuro le deparaba, sabiendo que siempre tendría el amor y el apoyo de sus madres a su lado.

— Gracias mami. Las amo tanto — dijo Mia, con voz entrecortada por la emoción.

Con un último abrazo, Maia se despidió de Tara y Emma, sintiendo la confianza y el coraje inundar su corazón mientras se preparaba para caminar hacia su futuro con su amada a su lado.

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