One shoot

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Como todas las mañanas, la asistenta de la casa de los Jiménez se dedicaba a lavar la ropa, pero aquel día fue un día excepcional. La lavadora, que había en la grande y luminosa habitación, había dejado de funcionar, por lo que mandó a Óscar, el hijo de su jefe, a la lavandería.
Este era un chico muy amable, trabajador y simpático, que aceptó ir para ayudar a la asistenta, ella siempre tenía muchísimo trabajo, y su relación con el chico era estupenda. La asistenta se llamaba Julia, y siempre se había encargado también de cuidar a Óscar de pequeño, ya que su padre siempre estaba fuera de casa.

La lavandería más cercana era la del barrio de Benicalap.
Esto era totalmente lo contrario a lo que él estaba acostumbrado. Cada vez que se iba acercando al lugar, las calles iban cambiando. Las aceras no estaban impecables como las de su barrio. Estas estaban llenas de chicles que parecían que llevaban más de 5 años ahí. ¿Que no venían a limpiar nunca? Estaba tan absorto en sus pensamientos que no vio el excremento de perro que algún dueño no había limpiado.
¡Qué asquerosidad! Casi la pisó. Sus zapatillas de la lujosa marca "Balenciaga" pasaron un muy mal rato.
Después de ese momento, consiguió llegar a la lavandería. Al lado del recinto, había un bar donde iban todos los hombres de edad avanzada para emborracharse. Las personas que estaban ahí, tenían un aspecto muy sucio, al igual que el olor que ellos desprendían.
Óscar optó por no mirar, pero todos se quedaban mirando al chico de pelo castaño y bien peinado que además vestía con prendas de marcas caras. Se le hacía muy incómodo tanto las miradas, como el olor a sudor y alcohol, así que prefirió aguantar la respiración.

Logró llegar a la puerta de la lavandería, había completado su primera misión.

Esta tenía una amplia cristera no muy transparente debido a la suciedad, además del cartel que anunciaba "lavandería", le faltaban tres3 letras. Al entrar, lo primero que él notó, fue el gran olor a ambientador de coche barato. La lavandería ya tenía sus años, por lo que el suelo era de cuadros, pero este estaba muy desgastado., esto le seguía la pared con papel pegado de color azul que se estaba cayendo lentamente. En el suelo había muchísimas pelusas y pelo de la gente, incluso que algunos restos de cucarachas esparcidos por ahí. Había unas sillas unidas al suelo para que nadie las robara, y en una de estas se encontraba un joven sentado. Este era un rubio de ojos azules, olía algo... raro, pero no olía mal. Vestía unas prendas de marca no reconocida por este que bajó su mirada y vio sus zapatillas un poco desgastadas, eran unas "Nike" pero no tenían pinta de caras.
Óscar fue hacia una de las lavadoras con la ropa en una bolsa. Se acercó dondea donde estaban todas las lavadoras apiladas. Allquí había muchas que ponían 17 kg, 20 kg, "supergigante". Se quedó totalmente confundido, no sabía que significaba cada cosa. Intentó descifrar esto cuando una voz interrumpió sus pensamientos.

— ¿Necesitas ayuda? Te veo un poco perdido -dijo el rubio.

Óscar se giró hacia el contrario y le miró pensando que decir.

— Eh... Sí, no entiendo cómocomo funciona -respondió Óscar.

El chico de ojos azules se acercó hacia el contrario.

— ¿Cuánta ropa llevas?

El castaño abrió la bolsa y se la mostró al rubio. Óscar seguía estando muy perdido. ¿Para qué hubiera querido ver cuánta ropa llevo? ¿Y si era un pervertido?.

— Vale, como tampoco llevas mucha, debes de abrir la tapa, introduces la ropa y después la moneda de 2 €, posteriormente solo seleccionas el modo y "au".

El chico más adinerado siguió las instrucciones del rubio, y lo consiguió. La cosa era que tenía que esperar 25 minutos. Ambos se sentaron en las sillas, que crujían un poco. Óscar sacó su teléfono, queeste era la versión más actual de la gran marca "Samsung".
Se quedó un inmenso silencio. Óscar miraba de reojo al chico que tenía a su lado, le parecía atractivo y muy mono.
Un comentario rompió el silencio que había en la sala.

— Me llamo Adrián, pero me puedes llamar Adri -dijo el rubio sonriendo levemente.
— Yo soy Óscar, encantado.

Los chicos encontraron algo en común, y era que amaban el mismo estilo de música, las mismas películas e incluso a ambos les gustaba bailar.
Óscar estaba feliz porque a ningún chico que él había conocido le gustaba el baile, todos pensaban que era "un deporte de chicas".


Él odiaba ese pensamiento. ¿Por qué la expresión corporal era de chicas?, ¡Los chicos no teníantienen por qué ser fuertes!

— Oye, ¿me puedes pasar tu Instagram? Así podremos quedar algún día -comentó Adrián.

Óscar accedió y le pasó su Instagram.
Tiempo después de esto, los chicos hablaron hasta que sonó el pitido de la lavadora.
El ambiente era muy bueno, ambos se sentían cómodos, aunque se hubieran conocido justamente ese díahoy, pero eso no importaba. La lavadora de Adrián había acabado hace tiempo, solo estaba ahí esperando a su nuevo amigo.
Óscar cogió su ropa y la guardó de nuevo ordenadamente en la bolsa que tenía. Pocos minutos después, ambos se despidieron con la mano.

¿Confías en la gente que amas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora