VII - Impotencia

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Komyu siguió gritando, incluso después de que el rey matara a Ninryo. Vio con sus propios ojos como el alma de su amado se partía en dos, e, inconscientemente, la suya propia también lo hizo.

Con el corazón roto, y lágrimas en los ojos, vio con impotencia como el rey se acercaba al cuerpo inerte del humano y extraía el alma rota de este.

Sin embargo, al ver como pretendía también llevarse su cuerpo, su rabia volvió de nuevo.

  -  ¡NO! ¡DEJA DE CUERPO EN PAZ! ¡NO TE LO LLEVES TAMBIÉN!

Nuevamente fuera de sí, intentó ponerse en pie para ir a por Asgore, pero solo logró que un grito de dolor saliese de su boca. El monstruo la miró con crueldad, cargando el cuerpo del humano, y no expresó ninguna emoción más que desprecio cuando dijo:

  -  SILENCIO.

Komyu se paralizó, aterrada antes aquella imponente voz, y sintiendo como poco a poco la magia de su alma, esa que la hacia vivir, abandonaba su cuerpo... 

Aquel detestable personaje siguió hablando.

  -  YO SOY TU REY. SI TE ATREVES A VOLVER A LLEVARME LA CONTRARIA, SUFRIRÁS LAS CONSECUENCIAS.  

Su grave y potente voz apenas llegó a los oídos de la chica, y esta se quedo quieta, inexpresiva. Derrotada.

  -  No quiero volver a verte después de hoy. Si lo hago, me encargaré yo mismo de que sufras el mismo destino que el de tus padres.  -  Dijo el monstruo, algo más calmado al parecer.

Ella no se movió ni aceptó. No hizo ningún signo de haber siquiera entendido u oído las palabras de su soberano.

  -  Bien. Así me gusta.


El rey empezó a irse, cargando el cuerpo de Ninryo y su alma partida. Komyu observó en silencio como se lo llevaba y se alejaba.


Todo se volvió silencio. Ya no oía las cascadas ni los riachuelos de Waterfall. Ya no percibía su dolor, ni notaba como poco a poco su vida se iba apagando.

Solo oía los pasos del rey alejándose con el cuerpo de su amado.

Como latidos del corazón que ya nunca latiría en aquel cuerpo inerte y sin vida.

Como los tambores de un ritual maquiavélico provocado por los propios dioses, que solo querían su desgracia.


Y entonces algo en su interior se reveló, y perseveró.


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Tal vez fue la rabia, tal vez aquel sentimiento de impotencia que la estaba destruyendo por dentro. Tal vez fue el hecho de saber que probablemente no le quedaba mucho tiempo de vida. Tal vez fue la llamada del alma rota de su amado que se alejaba en la distancia...

O tal vez fue todo aquello junto.



Con un grito de rabia, Komyu se levantó y, al notar el tridente que atravesaba su brazo y lo clavaba a la pared, tiró con todas sus fuerzas mientras lloraba y gritaba de dolor, pero todo aquello no le importaba. Nada de eso superaba el dolor que había en su alma. El dolor que solo un alma partida por amor podía provocar.

Una vez se hubo soltado, corrió tras el rey con una rapidez antes imposible para ella, sin importarle su brazo desgarrado, que dejaba un rastro de sangre tras de si. Sin importarle el dolor que sentía.  Sin importarle el gran vacío en su interior.


El rey se giró al escuchar su grito, y sin embargo no fue lo suficientemente rápido como para esquivar el ataque de la chica. 

Solo logró divisar como una criatura de largos cuernos brillantes y ojos morados se abalanzaba sobre él, agarraba con una fuerza imposible el cuerpo del humano, y, tras ponerlo a salvo detrás de ella, alzaba la manos flotando a poca distancia del suelo mientras una enorme estrella de luz morada de formaba sobre ella.

Tras aquello, lo único que vio fue blanco.


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Tras lanzar su ataque, Komyu se desplomó en el suelo. Todo el cuerpo le dolía como mil metales incandescentes, y el vacío en su interior le provocaba el más horrible de los dolores.

Se arrastró hasta el cuerpo sin vida de Ninryo y le besó, deseando que pasara como en los cuentos de hadan y él reviviera, deseando que todo aquello no fuese más que una pesadilla, deseando despertarse con la perspectiva de un nuevo programa de radio que presentar...

Pero todo aquello era real.


Deseó que su alma se desgarrase al igual que había pasado con la de su amado, y que así ellos dos pudiesen descansar en paz....

  * Pero se mantuvo perseverante. *


  -  ¿Eh?  -  Dijo la chica al oír aquella voz venida de ninguna parte.

Se incorporó y miró la pálida cara del chico humano, ya palidecida por la muerte, deseando que hubiese sido él quién había hablado.

  -  ¿Ninryo?

Pero no respondió.


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Rápidamente entendió que aquella voz no provenía del cuerpo inerte de su amado, si no de su propia alma. Descendió la vista y vio como esta estaba partida en dos. El alma que se había partido con la perdida de su amor.

Se preguntó como es que seguía con vida, y la frase que había escuchado cobró sentido. 

Supo exactamente que hacer.


Agarró su alma con sus dos manos, cada una en ambos extremos, y tiró.

Un dolor que nunca había experimentado antes se hizo presente, mucho peor que el que ya sentía, amplificando el vacío que sentía mil veces más. 

  * Pero se mantuvo perseverante. *

Sin embargo, siguió tirando, cada vez con más fuerza, decidida a lograrlo. Empezó a gritar, pero sus gritos fueron callados por el ruido de las aguas.

  * Pero se mantuvo perseverante. *

Pronto dejó de sentir y oír nada, sumiéndose en una espantosa oscuridad que amenazaba con derribarla y alejarla de su objetivo.

  * P e r o   s e   m a n t u v o   p e r s e v e r a n t e . *



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Su alma se partió en dos, incapaz de resistir a la fuerza que Komyu empleaba para desgarrarla. 

Sin embargo, ella no se dio cuenta, sumida en aquella horrible oscuridad.

Siguió gritando, siendo incapaz de ver como una de las dos mitades volvía a donde ella estaba, y la otra se acercaba al pecho de su amado. 


Siguió gritando, hasta que la voz de Ninryo la sacó de aquellas tinieblas.

  -  ¿Komyu?....



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Perseverance - Una historia de Undersnow (Undertale AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora