Cap 10

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Me centré en mi madre y en lo que le diría a Valeria. 

—¿Qué tal te va en la universidad? –oh, típica pregunta de las madres. 

—Muy bien señora, soy la mejor de la clase de hecho –pude ver una sonrisa triunfal dibujarse en su rostro. 

Yo solo las veía mientras ellas hablaban muy agusto. 

—Me alegra mucho saber eso. Pero mi pregunta es, ¿cómo logras mantener tus notas perfectas si trabajas y estudias a la vez?. 

Vaya pregunta. 

Derepente también tuve curiosidad por ello. 

—Hay que ponerle mucho empeño. No es fácil pero sí se puede lograr –nos da una pequeña sonrisa y mi madre se la devuelve. 

—Vale mi niña, enhorabuena por tu gran persistencia. Siempre me has parecido una chica ejemplar –mi madre tomó la mano de Valeria y la estrechó cariñosamente. 

Y es verdad. Mi madre siempre le ha tenido gran aprecio a Vale. 

Verlas así me causaba ternura. 

Sonreí ante la escena frente a mis ojos. 

Cinco minutos después ya habíamos pagado todo y salido del local. Ya sabía cual sería mi lugar frecuentado en un futuro. 

No esperes buena atención. 

Tengo fe. 

—¿Y esa sonrisita boba que tienes? –dijo mi madre de brazos cruzados y con una sonrisa pícara. 

—Nada… 

Ella entrecerró los ojos y su sonrisa se ensanchó aún más. 

—¿No será porque viste a Valeria? –su tonito acusador me causó mucha gracia así que empecé a sonreír.

—Para nada –me crucé de brazos tratando de hacerme el indignado.

—Si… –era su turno de ser sarcástica. 

Sonreí y centré mi visita en la carretera. 

En mi cabeza se encontraban diferentes recuerdos de Valeria sonriendo. 

Nunca antes me había dado cuenta de la hermosa sonrisa que tiene. 

—A que no puedes llegar primero que yo a los columpios –me reí de ella. 

Pero sólo se limitó a cruzar los brazos y aceptar el reto con un leve apretón de manos. 

Empezamos a correr, yo rápidamente la rebasé y al ver su carita de decepción bajé un poco la velocidad. Ella se apresuró a pasarme, y celebrar su victoria. 

Yo me hice el indignado al ver como ella me sacaba la lengua de forma burlona. 

La vi sonreír de forma amplia. 

El recuerdo era grato. Lindos momentos que tal vez nunca se repetirán. 

Ahora me odia. 

Pero el odio es un sentimientos, al menos siente algo por mi. 

Ya habíamos llegado a casa. Papá se encontraba en su pequeño estudio.

Y como siempre mi madre fué a saludarlo y hablar tantísimas cosas sobre sus viajes. 

A él no parecía hacerle gracia, pero todos sabíamos lo tanto que le gustaba que mi madre le hablara emocionada sobre los lugares que había visitado. 

Lo había confesado un día que estaba totalmente alcoholizado. 

Mi teléfono vibró en el bolsillo de mi pantalón. En cuanto lo saqué vi la foto de mi mejor amigo, David. 

Entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora