Un día de campamento
Con cada minuto que transcurría el cielo iba adquiriendo un tono grisáceo. Christopher no entendía porque la profesora había planeado aquella excursión en pleno invierno, ¿acaso quería que murieran la mitad de los estudiantes?
Traía puesta un gruesa sudadera y aun así sentía que el frío le calaba hasta los huesos. Con la mirada buscaba despistadamente a Alex; tenía que arreglar las cosas ahora que se había armado de valor o jamás podría hacerlo. Metió las manos en las bolsas de su chamarra y caminó en dirección al autobús, se recargó muy cerca de la puerta teniendo la certeza que podría ver a Alex desde ahí y hablar con él. Le parecía realmente estúpido el motivo por el cual habían discutido. Alex se había molestado aquel día en el que vio platicando y riendo con su compañero de clase.
<< -No me gusta ese chico, Chris –le dijo aquella vez.
-¿Por qué?
-No estoy seguro, creo que me pone celoso.
Christopher sonrió y al mismo tiempo se sintió confundido.
-¿Celoso? Es sólo mi amigo.
-Lo sé, pero siempre está muy cerca de ti, además cualquiera notaría que le gustas. No te creería si me dices que no lo has notado.
Y no. Christopher no lo había notado. Dilan era muy amable, sí, pero era solo eso. La amabilidad era una cosa y el coqueteo era otra completamente diferente; le pareció sorprendente que Alex no lo notara.
-Pues no, no he notado nada, Alex. Creo que estás exagerando las cosas. Dilan es únicamente mi compañero.
-Christopher, ponte en mi lugar, ese chico no me gusta nada.
Con cada palabra que salía de la boca de Alex el enojo en Christopher iba creciendo. No le molestaba que no le agradara Dilan, lo que de verdad lo molestaba era su desconfianza en él, porque Christopher interpretó los celos como eso: como una total desconfianza.
-Es mi amigo, es a mí a quien debe agradar, no a ti –soltó sin más.
Alex abrió mucho los ojos e intentó decir algo; su boca se abrió pero ni una palabra brotó de ella. Resignado se dio media vuelta y se marchó >>.
-Eres un tonto, Alexander –dijo para sí mismo sin dejar de buscar entre la multitud de estudiantes que ahí estaban reunidos.
Habían pasado dos semanas desde aquella discusión y no había intentado solucionar las cosas. Christopher tampoco lo había hecho, estaba seguro que él no tuvo la culpa y quien debería disculparse era Alex.
Sin embargo no fue así.
Todas aquellas veces que se encontraron en los pasillos lo ignoró por completo, era como si lo hubiera eliminado de su vida. A pesar de estar abstracto en sus pensamientos logró ver cuando Alex se acercaba al autobús.
-Necesitamos hablar, Alex –empezó Chris seguro de sí mismo.
-Qué raro, yo no tengo nada de qué hablar contigo –respondió en un tono despectivo-, por favor apártate de mi camino que estoy muriendo de frío.
Christopher se apartó sintiéndose derrotado y humillado.
-Eres un maldito imbécil –gritó lo suficientemente alto para que lo escuchara. Alex le sonrió de una manera tan sínica que por primera vez sintió ganas de golpearlo.
Subió al autobús y buscó el asiento más alejado de todos. Sentía las lágrimas golpeándole los parpados pero no iba a llorar, meses atrás se había prometido no llorar por cosas estúpidas.
ESTÁS LEYENDO
Yo no veo la diferencia
Historia CortaNo sé por donde comenzar mi historia, nunca he sido bueno expresando mi ideas. Supongo que debo empezar presentándome. Mi nombre es Tomás, vivo en un internado desde... desde que tengo memoria. Según el director dice que mis padres murieron en un a...