01

397 36 24
                                    

Ocho años.

"¿Cuándo?" Preguntó impaciente. "¿Cuándo, Quackity?"

Roier pinchó a Quackity, en el hombro, con un dedo.

"Pronto. Mamá va a volver pronto." Dijo Roier.

Los niños de ocho años estaban sentado, arriba de las escaleras, en pijamas y esperando.

Su madre había salido a las siete y ya eran las diez.

La niñera estaba en el primer piso viendo películas que
supuestamente Quackity y Roier no deberían ver.

Ambos habían sido llevados a la cama, pero rápidamente encontraron.su camino hacia las escaleras, su lugar favorito para sentarse y jugar.

Quackity tenía en sus manos el viejo gato de peluche, regalo de su padre de cuando era muy pequeño. A Roier le había dado un perro, pero él ya no lo tenía.

"¿Crees que vaya a traer dulces?"

"Lo hará." Respondió Roier con confianza.

Su madre siempre les traía algo luego de sus salidas con Juan.

Ambos sabían que eran citas, aunque no estaban seguros del todo lo que eso significaba.

Meses antes Ari había llevado a la casa a Juan y los chicos lo habían conocido.

Cenaron y miraron películas y a pesar de que Juan se fue
pronto, había estado de vuelta para el desayuno en la mañana.

Quackity había pensado que eso era algo raro y Roier le había llamado "tonto" explicándole que Juan realmente no se había ido.

A pesar de eso, a los dos les agradaba Juan, siempre estaba sonriendo y llevándoles dulces.

"¿Crees gue él vaya a quedarse a dormir aquí esta noche?" Susurró Quackity, inclinándose.

"No lo sé, tal vez." Contestó Roier. "Lo ha estado haciendo
últimamente."

Quackity frunció el ceño, tirando de los botones de su pantalón.

"Tal vez.."

El sonido de la puerta abriéndose le interrumpió, y los gemelos vieron pies moviéndose.

Quackity reconoció los tacones de su madre.

"Ahí están." Dijo Roier con suavidad. Quackity asintió. Vieron como Ari pagó a la niñera y Juan desapareció por un momento.

"¿Para dónde se fue?" Murmuró Quackity. Roier indicó que no sabía moviendo la cabeza de un lado a otro.

Minutos más tarde, Juan volvió riendo.

"Ari, no vas a adivinar lo que estaba puesto en el televisor." dijo aún riendo.

"Parece que a Sofia se le olvidó borrar sus huellas esta vez."

"Dios... ¿Estaba viendo esos canales otra vez? Sigo olvidándome de carcelarlos." Contestó Ari, sonriendo. "En fin, al menos es buena con los niños."

"¿Qué es un poquito de porno suave un viernes por la noche?"

Juan rió nuevamente. Los gemelos lo vieron abrazar a su madre.

":Quieres quedarte toda la noche?"

"Cariño, no puedo." respondió Juan con gesto de molestia, acariciando el rostro de ella.

Quackity se apegó a Roier y su mano fue agarrada por él.

Juan besó a Ari ligeramente. Ambos escucharon suspirar a su madre con satisfacción.

No le digas a mamá- SpiderduckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora