Por la Sangre de la Novia

Capítulo 4

Capítulo IV

La pesadilla de muchos es morir; sin embargo, de cierta forma eso era lo que descabellamente mas se me cruzaba por la mente en estos momentos, me acababa de despertar, sí es que así se podía llamar, ya que al estar ciega, muchas dudas me comenzaron a llegar, ¿Tendría los ojos abiertos?¿Seguiré soñando?¿Algún día me devolverá la vista?¿Cómo se verán mis lágrimas desde afuera?

Un montón de cuestiones "básicas" en las cuales jamás pensé que tendría que pensar parecían merodear alrededor de mis sentidos, sin embargo lo que más me preguntaba era ¿Dónde está?¿Estará escuchando mi mente justo ahora? ¿Me podré quitar ya esté maldito vestido causante de mi desgracia?

— No fue el vestido, fuiste tú— aclaró su garganta, sabía que estaba por aquí, vigilandome y buscando el momento justo para atormentarme— Por cierto el hermoso vestido, no fue el que te dijo "di que no", "corre", "renuncia", "escapa". Eso mi querida Cass, eran todas ideas tuyas, un poco influenciadas por mi, pero a fin de cuentas, eran más tuyas, así que no culpes a un simple vestido inanimado, el cual tenía como única función hacerte ver...— se quedó callado por un par de segundos y luego, sentí su respiración en mi cuello, acto que me erizo la piel y esta vez no fue de miedo, al menos no del todo...— Hermosa, según los humanos y apetecible según la mía.

— ¿Has escuchado el término coerción? — Le dije algo enojada y al instante me arrepentí.

— Veo que disfrutas que te castiguen.— su tono de voz dejo de ser burlón y paso a uno más serio que me heló la sangre, posiblemente era una idiota y por ello me atrevía a hacer ese tipo de contestaciones.

Me quedé callada y me mordí el labio, no queria hacerlo enojar y si no podia contra él,  minimo queria sobrellevar las cosas para sobrevivir— ¿Me puedo quitar este vestido por favor?— Le pedí intentando no sonar irritada, aunque después me percate de lo mal interpretable que podía sonar aquella petición.

Me percate como se acercó a mí y bajó el cierre de mi vestido, quería apartarlo, ya que realmente no me refería a esto cuando solicite quitarme está prenda maldita, pero tenía miedo a como pudiera reaccionar.  Más que miedo me ocasionaba terror.

— Vamos hermosa, no te voy a hacer nada, simplemente te voy a cambiar, aunque, puedes hacerlo tú sola si crees poder lograrlo sin ver, aunque si te pones ropa de un color equivocado no será problema mío, ¿Quieres hacerlo por ti misma?

Su amenaza en tono sutil sonaba incluso peor, como si estuviese haciendo un trato con el diablo, donde las consecuencias serían irrefutables. —¡No!—exclame algo exaltada— Continúa, por favor.— No sé exactamente cómo lo supe, pero podría jurar que había sonreído.

Haid deslizó su mano en mi espalda desnuda una vez me quitó el vestido de la parte de arriba, mi cuerpo se estremeció y recordé la primera vez que me mordió, eso me tenso mucho, pues el dolor aun permanecia freco en mi memoria. Me terminó de quitar el vestido y la pena me invadió, sabía que miraba la lencería blanca que usaba. Su mirada era tan perforante que hasta una ciega como yo podría percatarse de aquello.

— Creo que ya no pudiste disfrutar tu noche de bodas ¿Eso no te frustra? — Me dijo en tono de burla. Y fue ahí cuando pude empezar a cruzar ciertos hilos, de alguna manera el tenía que ver en el por qué había escapado de mi boda. 

— No tienen nada de especial, las llamadas relaciones sexuales.

— ¿Así que no eres virgen? — Me pregunto y no sabía si sería mala idea decir la verdad, pero a fin de cuentas, peor resultaría mentir. Independientemente de todo, odiaba esa palabra.

— No.

— Sabes... eso no me agrada, ya no te podré estrenar.— Sentí una ligera arcada cuando dijo eso, no me gustaba pensar en cualquier cosa relacionada con el contacto sexual al igual que tampoco me gustaba ser tratada como un objeto, aunque toda mi vida fui tratada como uno. Uno muy inservible. Pero objeto a fin de cuentas— Por otro lado, me da lástima pensar que tan mal te han de haber hecho el amor, incluso le tienes abominación.