Es 21 de enero del año 2015, estoy mal. Mi mamá me obliga a asistir a la iglesia, y odio estar ahí. Solo voy porque me da terror quedarme sola.
- ¡Apurate por favor, que ya vamos tarde!- dijo mi mamá desde las escaleras.
-ya voy mamá.
Me vestí rápidamente con unos vaqueros negros, zapatos abiertos y una blusa azul.
Entre a la iglesia y pasamos 3 horas eternas ahí dentro.
Al finalizar, los pastores le dieron la bienvenida a las personas que iban por primera vez, no levante la mano.
No quería que todos me saludaran.
-A mi no me engañan, tu nunca habías venido- se acerco un señor alto de traje.
Lo salude cortésmente y me retire.
-¡Espera!- gritaron detrás de mi haciendo que de un Respingo.
-¿Mande?- gire lentamente.
-Te quería invitar al grupo de jovenes, son muy buenas las platicas, son los sábados a las 5:00 de la tarde- dijo mirándome con lastima.
-Gracias- dije y me despedí.
Más claro que el agua no podía estar, obvio no fui.