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La leyenda de cómo los Shen habían llegado a ser la importante familia qué eran hoy, era simplemente increíble, pero probablemente cierta a fin de cuentas

Suficientes siglos atrás como para recordarlos, los Shen habían sido una humilde familia de granjeros y agricultores, cuyo trabajo fue súbitamente afectado por una fuerte sequía en un año donde los dioses parecían haberlos abandonado.

Se cuenta que, una noche calurosa, mientras un joven Shen terminaba de labrar, escuchó ruidos extraños cerca de las tierras de su familia, y valeroso se encaminó hacia donde los sonidos lo llevaban, descubriendo en el proceso a una gatita malherida qué acarreaba sus cachorros de uno en uno a la casa de los Shen.

Enternecido, el joven decidió ayudarlos y darles refugio en su hogar, cosa que fue vista y apreciada por Li Shou, una deidad en forma gatuna qué representaba protección y fertilidad.

Y fue justamente ese gesto, lo que hizo que los Shen ganarán su bendición, haciendo qué la lluvia se descargará sobre sus tierras, que sus plantíos siempre se dieran con naturalidad y perfección, y que nunca faltara la salud en sus hogares.

Afortunada, o desafortunadamente, no fue la única bendición qué les entregó Li Shou. Puesto qué la deidad decidió dejar parte de su esencia y protección en cada primogénito varón proveniente de los Shen

Y es eso lo que nos lleva hasta el día de hoy, a la actualidad.

Obviamente, los Shen no iban a quedarse en un solo lugar del mundo durante toda la eternidad, aunque China siempre se sintiera como un hogar para ellos, con el tiempo se habían regado por todo el mundo.

Un ejemplo de esto, era la familia de Ricky, quienes se habían mudado a Corea dos generación atrás, incluso aunque en su hogar siempre se hablara y se mantuvieran las tradiciones de su origen, e incluso pasando los veranos en la tranquilidad de su casa familiar en China.

Aunque el señor Shen, sus hermanos y el abuelo Shen fueran grandes empresarios, socios de una agencia de bienes raíces y no fuera necesario, la familia aun poseía ese extraño cariño por la jardinería y agricultura, por lo que desde hace tiempo también eran dueños de un pequeño pero comodo local de frutas frescas, más que nada como un ingreso extra, y muchas veces la primera experiencia laboral de muchos de jóvenes Shen.

Ricky, por ejemplo, amaba pasar el tiempo en aquel puesto, ayudando desde pequeño a servir a los clientes, e incluso dándole la novedosa idea a su familia de renovar el local y comenzar a vender también algunos alimentos o bebidas que ellos mismos prepararán. Aunque tal vez era solo una excusa elaborada qué el joven había hecho para poder tomar una malteada de fresa diariamente.

Esa tarde en específico, era la última tarde de sus vacaciones de verano, y el rubio se sentía emocionado por, finalmente, entrar a la universidad y seguir los pasos de su padre, preparándose para continuar con la dinastía de empresarios Shen

“QuanRui, estoy por morir, deja de explotarme laboralmente y alimentame” Se quejo un bulto desde el suelo del local, bulto qué Ricky se encargó de patear “Ay, ¿y eso por qué?”

“Espantas a mis clientes con tus gritos Geonnie, ni siquiera estás ayudando, desde que llegaste solo te pusiste a robarte fresas cuando mi abuela no te ve” Le respondió el rubio, tirando de los brazos de su amigo para que al menos tuviera la decencia de sentarse

“Oh vamos, al menos te comparto mi botín” Se quejo el castaño, dejándose caer nuevamente al frío y cómodo suelo cuando Ricky se distrajo lo suficiente otra vez “¿Estás nervioso?”

“¿Huh? ¿Por qué lo estaría?” El rubio hizo una mueca, confundido

“Por mañana, bobo. Es nuestro primer día como universitarios y adultos responsables”

“Geon, tu eres todo menos la definición de adulto responsable” Se burlo, esquivando a tiempo una naranja qué el otro había lanzado “Con la mercancía no, idiota. Pero no, no estoy nervioso”

“¿Y cómo le harás con tu pequeño problema?” El castaño se acercó a su amigo, dándole un pequeño golpecito en la nariz, dejando de bromear por unos minutos

“No creó que afecte mucho Seungeon, papá y mis tíos lo lograron, ¿no?”

“Si bueno, al menos estamos en el mismo horario, así podré ayudarte… O no”

Y tras esa broma, Seungeon huyó de las garras del rubio, quien se había hartado de la compañía del contrario y estaba a punto de ahorcarle.

Shen Xiǎo Māo vs The Mangos - Ryuvin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora