IV

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La pequeña campanilla del local sonó, alertando a cualquiera que estuviese dentro, que algún cliente nuevo había entrado.

El problema era qué, a los ojos curiosos de aquel castaño, no había absolutamente nadie. Sosteniendo por la correa su mochila, decidió entrar al adorable puesto de frutas, en busca principalmente de su compañero de proyecto y su amigo.

“¿Ricky? ¿Estás aquí?” Dijo Gyuvin, mientras se movía entre todas las estanterías y aparadores, pensando tontamente qué un hombre de metro ochenta era capaz de esconderse en un lugar tan pequeño.

A final de cuentas, sus pies lo llevaron al principal lugar donde debió haber buscado, al mostrador qué se encontraba en el fondo de la tienda. Ahí no encontró a su rubio, pero si encontró a un lindo gatito calicó, cómodamente dormido sobre el mostrador.

Su instinto pudo más qué él, y cuando menos lo pensó, ya estaba acariciando las orejas del felino, quien se inclinó más hacia su toque, ronroneando, pero sin despertarse de su sueño.

A Gyuvin le recordaba a Ricky, de alguna manera ese pequeño animal le recordaba al rubio, no sabía exactamente el porqué.

Nuevamente, su instinto actuó por él, por lo que, llevado por la ternura de aquella criatura, no resistió a tomarlo en brazos, cargandolo y finalmente despertandolo.

Seria estúpido siquiera intentar mentir qué no se sorprendió cuando en lugar de tener al bello felino en sus brazos, se encontró tirado en el duro suelo del local, con el rubio encima suyo y este mismo con una cara de sorpresa, miedo y vergüenza qué no sería capaz de explicar con palabras.

Gyuvin genuinamente creyó qué su madre le había puesto algo diferente a su batido de mango esa tarde, porque no era posible

“Mierda” El primero en romper el silencio fue Ricky, mientras sus lindos ojos se llenaban de lágrimas y hacia el intento de soltarse del agarre de Gyuvin sobre su cintura para huir “Lo siento, lo siento, lo siento”

Gyuvin tal vez estaba sorprendido, pero Ricky estaba en pánico, y aunque no tuviera explicación coherente para lo que había ocurrido, definitivamente era bastante débil ante el rubio y no podía dejar qué este llorara, mucho menos por su culpa.

Así que sin pensarlo, y siendo honestos, sin siquiera saber cómo funcionar él mismo, de apresuró a soltar la cintura del contrario, solamente para abrazarlo e intentar calmarlo.

Pero claro, Gyuvin era un idiota, y de alguna manera tenia que cagarla

“¿Eres un gato Ricky?”

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⏰ Última actualización: Oct 21 ⏰

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Shen Xiǎo Māo vs The Mangos - Ryuvin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora