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Pese a lo que Ricky creía después de pasar años metido en la oficina de su abuelo, de su padre, merodeando entre los papeles que manejaban sus tíos, e incluso su mínima experiencia con las finanzas del puesto de frutas, la universidad estaba tomándolo con fuerza del cuello, poniendo sus conocimientos y su paciencia a prueba.

No habían pasado siquiera dos semanas, y ya estaba colmado de trabajos, proyectos, exámenes, análisis, bases de datos contables imaginarios, empresas ficticias qué dependían de sus buenas decisiones. Todo eso y más, cobrandole factura a su paciencia y sus horarios de sueño.

Ricky realmente agradecía al universo por tener un amigo tan terco y emocionalmente dependiente, como para seguirlo en cada paso de su vida profesional. Demonios, Seungeon incluso se había ganado a su familia desde hace años con tal de figurar dentro de los planes futuros de la economía de los Shen, con tal de seguir junto a Ricky.  Su madre decía que solo faltaba un poco de la cordura de Seungeon desapareciendo, para que le pidiera comprometerse y así nunca separarse de Ricky, cosa que claramente se ganaba caras de disgusto en ambos rostros.

“Rui, seguimos en clase, despierta” Un pellizco un poco demasiado fuerte en su costado, terminó haciendo qué el rubio casi gritara a media aula, consiguiendo alejar el cansancio de su cuerpo, y de paso llamando la atención de algunas personas unos asientos más adelante “En serio ¿No has intentado tomar un poco de café? Te mantendría con energías”

“Geon, tu más que nadie debería saber que si una sola gota de ese líquido del demonio toca mi lengua, vómito” El chino hizo una mueca, asqueado, simplemente pensando en las pocas veces que había tomado café y el horrible sabor amargo qué dejaba en su boca “Pero… Gracias”

“Bueno, a menos que empiece a ponerle el doble de azúcar a tu malteada de fresa, lo único que puedo hacer es golpear para mantenerte despierto” Seungeon le sonrió burlón al rubio, quien en respuesta le dio un golpe demasiado fuerte en el brazo, sacándole un grito.

Grito qué terminó de alertar, no solo a toda la clase qué los acompañaba en ese momento, sino que también logró interrumpir las instrucciones qué el maestro estaba dando sobre su siguiente trabajo en equipó.

“Suficiente, no puedo creer que a estas alturas y con su edad, tendré que comportarme como maestro de preescolar” La voz del Doctor Kim llenó el aula de pronto, y Ricky sentía que el aire se volvía pesado de pronto “Shen, Yoo, me temo qué tendré que reubicarlos, y aprovechando que interrumpieron mi asignación de equipos, los colocaré con sus compañeros de trabajo”

Ricky sintió un poco de miedo y arrepentimiento recorrer su cuerpo, a final de cuentas era culpa suya lo que estaba pasando, y ya sentía el peso de sus decisiones sobre sus hombros. No podía separarse de Seungeon, no en esa clase, no tan temprano por la mañana. Mucho menos podía trabajar con alguien que no fuera él. Le parecía imposible, y riesgoso, y por el rostro de su mejor amigo, por su mente cruzaban las mismas ideas.

Obviamente, no podía esperar que toda su vida universitaria estuvieran juntos, pero Ricky esperaba que al menos el destino no fuera tan despiadado y burlón, y esperará a que su “problema” se solucionará antes de separarlos. Y estaba seguro que si intentaba explicarle a sus profesor la razón por la que debían estar juntos, lo tacharia de loco.

“Joven Yoo, irá con Ji Yunseo, y joven Shen, usted estará con Kim Gyuvin” El profesor señaló a ambos jóvenes implicados, y los asientos vacíos a su lado “Tanto para este proyecto, como para cualquier proyecto de esta materia, y más que nada, como compañeros de butaca”

Sin querer aceptar del todo su destino, y casi tan dramáticos como si del final triste de un drama se tratará, Seungeon abrazó a Ricky antes de moverse hacia su nuevo compañero, sin dejar de mirar hacia atrás con preocupación, viendo como el rubio lo imitaba.

A Ricky, sin embargo, lo recibió una bella sonrisa blanca de un lindo castaño con ojos saltones qué palmeaba algo emocionado el asiento, invitándolo a sentarse. Haciendo qué el pecho del rubio se sintiera un poco más cálido y en calma

“Hola, soy Kim Gyuvin” Una larga y grande mano se extendió frente a él, a modo de saludo, una vez que tomo asiento.

“Hola, yo soy Shen Ricky” Correspondió la sonrisa del castaño, y tomo su mano, pensando y deseando muy dentro de sí, que ningún problema alejara al castaño.

Shen Xiǎo Māo vs The Mangos - Ryuvin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora