El gordo amarillo, también conocido como Homero Simpson, recibe una broma de su hijo el cual lo lleva a su "muerte". Ahora el tendrá que lidiar con algunos problemas en un mundo diferente.
¡ACLARACIÓN!
Este es un fic hecho completamente para joder...
En un vecindario grande, llenas de casas, había una que resaltaba de las otras, aunque para los dueños era algo normal. Era una casa grande de color rosa, de dos pisos exactamente. Afuera había un carro rosa, la parte adelante de ese carro una parte estaba muy mal tratada.
Habían varias habitaciones, es una casa para una familia de 5 personas.
En una de esas habitaciones, había un gordo calvo con una barba desagradable y un color de piel amarillento.
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El que estaba sentado en el sofa, sin ninguna preocupación, comiendo unos pretzels mientras miraba la televisión. Su camisa estaba llenas de migajas provenientes de los pretzels, el estaba mirando atentamente el programa que había en ese momento. Era un programa algo raro, un hombre vestido de abeja estaba en una lavanderia con paredes celestes y un piso de un color amarillo mezclado con verde. El hombre decía:
— Ay pero que barbaridad.
Justo después de que ese hombre haya dicho eso, el lavarropas que estaba a lado empezo a verse un liquido burbujeante que se desbordaba de la tapa del lavarropas y hacia una expresión de tristeza y desesperación. El gordo feo se cagaba de la risa.
∆ ∆ ∆
Un niño, digamos de unos 10 años y con pelos puntiagudos estaba viendo a su padre en la habitación de a lado, apoyado en una pared y escondido, con una mirada fija en el.
— Tengo mucha sed.
Dice el padre, mientras mete su mano en la bolsa de comida y la saca repetidas veces para llevarlas a su boca.
— Pero bue, que se le va a hacer. — Dice el padre como si nada.
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El niño hace una pequeña risa para que segundos después se decepcione al ver que su padre no se levantaba de su asiento a buscar algo de beber.
Mientras el miraba para todos lados, buscando algo para hacer que su gordo padre se levanté del sofá, un pensamiento llegó a su cabeza.
«¡Ah! Ya se»
Dice con una expresión sorprendida. Luego de haber pensado en eso, fijo su mirada en un aparato con unas perillas. Era el regulador de temperatura. El niño, sigilosamente movió su mano hacia el aparato y con su dedo indice y pulgar, movió la perilla hacia un lado en concreto, haciendo que en la habitación en dónde estaba el padre sentado, disfrutando de su programa, se empiece a calentar.
