Sólo me necesitas a mi; mikayuu.

Ah.

-Yuu-chan es tan amable... y lindo. -dijo Mikaela con suavidad y un pequeño toque sensual.

El mencionado se empezaba a avergonzar y eso le molestaba, no titubeo en quitar su mirada de aquellos ojos azules.
Y en un corto tiempo dentro de él empezo a florecer un sentimiento de duda; no era experto en lo que era ofrecer cosas ¿pero esto debia pasar?

-Mirame, por favor. -rogó el rubio tomando del rostro aquien pidió este favor. Lo tomó del menton y sus miradas nuevamente colisionaron.
El de ojos verdes comenzaba incomodarse y fruncia el ceño con fuerza tratando de controlarse de algo.

-Yuu-chan es tan... -hizo una pausa y respiro lentamente. -Tus ojos, tu cabello, tus labios... -decia lento y sin explicación mientras tocaba cada cosa que mencionaba, el vampiro no estaba completamente consciente de lo que trató de decir; el azabache simplemente empezaba a sudar, esto era peligroso.

El calor que rápidamente pasaba por su rostro era muy notable, Yuichiro no creia lo que su mejor amigo le decia, su toque le hacia estremecer aun más pequeño que fuera.
Su vergüenza creció de sobremanera y tomaba de la ropa a su acompañante, hasta que sintió a quemarropa un bulto que lo hizo dar un pequeño susto. Mikaela Hyakuya tenia una erección.
-M-mika, todavia no hacemos nada y ya estas listo. -comentó riendo falsamente, no apartaba la vista de aquel peculiar suceso ocurrido en la parte posterior de su cuerpo. No tenía previsto que "eso" sucedería, pero no le desagradaba la idea.

-Esto sucede por tenerte tan cerca, algún problema? -se excusó con un tono engreído.

Parece ser que esto no solo seria una oferta de sangre.
-T-tu-
Las palabras que iban a salir de los labios del pelinegro fueron interrumpidos inmediatamente. Lo calló con un beso, robándole la inocencia de este al convertirlo en algo erótico.
Al comienzo era algo superficial pero tan solo pasaran unos segundos, lo tomó de la cintura y metio su lengua sin consentimiento de Yuu, él se sorprendió, su primer beso se estaba convirtiendo en un beso "francés"
Cerro sus ojos y no hizo nada, se dejó llevar por la intensa acción, no podia negar que lo empezó a disfrutar.

Duró un par de minutos, se habia prolongado tanto la sensación que no querian que llegará a acabar, pero siempre lo bueno tiene un final.
Yuichiro se separó bruscamente de Mika, este abrio los ojos con sorpresa y se acercó nuevamente con un poco de inseguridad.

-¿Mika esto esta bien? -comentó entre jadeos.
Él empezaba a marearse, la logica correspondiente a aquellas acciones golpeó repentinamente sus pensamientos. Uno es vampiro y otro de los escuadrones más relevantes en la caza de estos; y no era todo, eran hombres.

-Yuu-chan, mientras estemos juntos todo va a estar bien. -dijo el rubio mirándolo con una sonrisa traviesa.
Se acerco un poco más en silencio y tomó el rostro de su amado amigo; hubo un vacío en donde lo unico que hicieron fue mirarse a los ojos, como si quisieran descifrar todo lo que se encuentra en la mente del otro con solo observar cada una de sus pupilas.
Pasaron unos minutos y Yuichiro cerró los ojos, el otro Hyakuya tomó acción instintivamente y comenzó de nuevo a besar los labios del pelinegro con lentitud.
Aquel azabache empezó mover la boca creando un beso más apasionado, y lo logró, algo húmedo estaba tratando de entrar a su boca nuevamente.
Yuichiro estaba complaciendo a Mika ante lo sumiso que podia llegar a ser, abrio la boca permitiendo paso a lo que pedia entrar y subio sus manos a los laterales de la cara del rubio. Al separarse el pelinegro sonrió y acarició los cabellos que estaban cerca; movia su mano con delicadeza y miraba al usuario de estos con unos ojos llenos de miles de sentimientos y entre los más predominantes: amor.

La mente de Mikaela no estaba en su mejor estado y la racionalidad no era su punto fuerte en aquel momento; era como un chico precoz con ganas de hacer lo innombrable con el primero que pasara, pero, al ver aquellos ojos que lo unico que lograban compartir eran unos momentos de amor real. Su corazón reaccionó, esta vez no su cuerpo, no el instinto que lo dominaba.
Esos sentimientos eran mutuos.