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Cuando eres un joven de dieciocho años que está planeando seriamente su futuro, encapricharte de un doncel no es nada sensato. Que ese doncel sea el amigo de tu hermano es un poco vergonzoso, pero que, además, tan sólo tenga quince años es algo simplemente patético, y yo no podía permitirme caer tan bajo.

MinSeok Zhang había llamado mi atención desde que con sólo trece años comenzó a perseguirme por todos lados como si yo fuera alguna clase de dios, algo de lo que me gustaba burlarme con alguno de mis compañeros de clase. Intenté librarme de el azuzando a las otras molestas jovencitas que siempre me seguían, pero MinSeok era terriblemente insistente, así que tuve que parar a esa horda de arpías antes de que la cosa fuera a mayores.

¡Quién narices me iba a decir que en dos años ese jovencito que tanto me admiraba se convertiría para mí en una tentación andante en la que no podía dejar de pensar! MinSeok, que ya de por sí a sus trece años era bastante interesante, con su llameante pelo rojo, su elevado intelecto y sus curiosas y atrevidas contestaciones, terminó de llamar mi atención cuando sus femeninas curvas se moldearon y comenzó a convertirse en todo un doncel.

Tal vez por eso, y porque yo no me parecía en nada al niño bueno que todos en Bucheon creían que era, no pude resistir las ganas de arrebatarle ese primer beso a mi adorable MinSeok, haciendo que nunca pudiera olvidarme. Pero, a la vez, intenté mostrarle que yo nunca sería tan perfecto como el pensaba, algo que dudaba seriamente haber logrado exponer a mi querida pequitas cuando continué viendo cómo me observaba su curiosa naricilla, en la distancia y desde cualquier rincón, acompañada de algún que otro suspiro soñador.

Como me iría pronto a estudiar a Yale con una cuantiosa beca que cubriría prácticamente todos mis gastos, consideré que lo mejor era olvidarme del pequeño pelirrojo y proseguir con mis estudios para obtener las elevadas notas que necesitaba para alejarme de ese lugar. No obstante, lo malo de estar en el mismo instituto que el doncel que te persigue en sueños es que, en ocasiones, uno acaba oyendo cosas que pueden llegar a molestar mucho e, irracionalmente, se pueden llegar a mostrar unos celos que uno apenas sabe que puede sentir.

Mientras intentaba centrarme en los apuntes para mi examen de Historia en la biblioteca del instituto, sin siquiera pretenderlo, llegó a mis oídos una conversación que, si bien en un principio me pareció bastante aburrida, tras oír cómo era pronunciado el nombre de mi pequeña ratita no pude dejar de escuchar con atención.

—¿Has visto lo bueno que está MinSeok Zhang? —dijo un chico de unos diecisiete años insinuando con sus manos unas ficticias curvas del doncel.

—¡Sí, está como un tren! Seguro que es virgen y ni siquiera ha dado su primer beso —contestó otro imberbe adolescente, emocionado con la idea de corromper tal inocencia.

—Si os digo la verdad, no me importaría probar con el. Seguro que se pone todo tímido y vergonzoso. Es una cosita tan dulce... —declaró el tercero de esos idiotas, que, definitivamente, estaban acabando con mi paciencia.

—Sí, es todo tentación. La verdad, a mí tampoco me importaría darle una mordida a ese pecaminoso postre que puede llegar a ser MinSeok —anunció soñadoramente uno de aquellos chicos, a los que cada vez estaba más decidido a dar una lección.

—¿Por qué no le pides salir a ver lo que pasa? Después de todo, tú eres uno de los que más éxito tienen con las chicas —declaró el más iluso del trío, emocionado con la posibilidad de que uno de ellos triunfara, algo que ya me encargaría yo de que no pasara jamás.

—¡Bah, no me haría ni caso! Está encaprichado de ese estúpido de JongDae Park al que todas persiguen como moscas a la miel —dijo el gallito, librándose por muy poco de una buena paliza.

MPC_ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora