Prólogo

20 1 2
                                    

Sábado 15 de Mayo del 2010

"Mi verdadera pesadilla inicia cuando despierto..."

El sol se asoma en el cielo de la ciudad, irradiando con luz y abrazando con calor todo lo que toca, pero no pasa mucho antes de que las nubes interrumpan su brillo.

Ramón despierta con los ojos algo legañosos, su cabello negro y algo largo está todo desordenado, sus sábanas han desaparecido y él se limita a abrir los ojos y mirar el techo, sin moverse de su posición, con pocos ánimos de haber siquiera despertado. Su alarma aún no suena, pero lo que hace ruido son los gritos de sus padres, discutiendo una vez más. ¿De qué están hablando esta vez? ¿Deudas? ¿Infidelidad? ¿Alguna estupidez? Eso ya no le importa mucho a Ramón, pues a estas alturas es algo cotidiano en su hogar, y no puede hacer nada para cambiarlo.

Ramón se levanta después de unos minutos de contemplar el vacío. Se sienta al borde de la cama y frota sus ojos, mientras las paredes de su habitación aún vibran un poco debido a la discusión que continúan teniendo los adultos de la casa. Al descubrir sus ojos cafés, su visión no mejora mucho, pues padece de miopía, pero no suele usar sus lentes para evitar burlas y molestias. El ambiente se siente pesado y no está seguro de si salir de su habitación será una buena idea, tampoco tiene hambre, ya que está bastante acostumbrado a no comer a menos que sea absolutamente necesario.

A sus 15 años, Ramón lleva consigo el peso de una vida marcada por la disfunción y la desconfianza. No cuenta con la compañía de ningún amigo o familiar que lo ayude a sobrellevarlo. Los valores que aprendió en su casa solo lo llenaron de inseguridades propias, dudando de sí mismo y de lo que le rodea, pues cree que todo el mundo está en su contra. Esto lo ha llevado a tomar decisiones poco favorables, como aislarse de todo aquel que se le acerque, e incluso autolesionarse, como una forma de desahogo, aunque sabe que eso no está bien y que no hay nadie que lo pueda detener.

Sin nada más que pensar, Ramón opta por cruzar su cuarto desordenado para llegar a su escritorio y dibujar un poco, ya que el dibujo es su pasión, pues esta es su forma de expresarse sin hablar, de desahogarse sin llorar, y de desconectarse de la realidad. Solo por esta ocasión, se pone sus lentes para ver mejor. Abre un cajón y busca entre varias cosas su iPod y unos audífonos que todavía sirvan, entre el montón de otros rotos o enredados. Finalmente encuentra unos en buen estado, los conecta y se los coloca para escuchar algo de música de su banda favorita, esto mientras procede a tomar su lápiz y dibujar en aquel cuaderno que ya estaba abierto en su escritorio, dejando que el tiempo pase.

Mientras tanto, entre las bulliciosas calles de la ciudad, camina entre la multitud un joven con cabello negro y las puntas teñidas de azul, de aspecto rebelde. Con las manos en los bolsillos de su chaleco desgastado, esquiva a la gente que pasa. Parece estar desconectado de la realidad, y es así, ya que lleva unos audífonos siempre consigo para escuchar música cada vez que puede, ya que tiene un gran gusto por ella.

Este chico es conocido por varios en la ciudad como "Raider". Así es como él quiere que lo llamen, y ya se ha vuelto una costumbre, pues a este punto no recuerda bien su nombre real, siendo un huérfano que aprendió a navegar por la vida sin la guía de unos padres ni un hogar estable. Sin embargo, ha estado en varios problemas debido a eso.

Desde que era pequeño, fue trasladado a un orfanato apenas perdió su hogar, y siendo un niño que buscaba entretenerse, solía meterse en bastantes travesuras, lo que le valió castigos, regaños e incluso varios traslados. Esto hasta que terminó en un hogar bajo el cuidado de él mismo y otros compañeros de su misma edad. Pues Raider, al tener 17 años, ya no le queda mucho tiempo bajo el cuidado de un orfanato.

A pesar de todo esto, Raider ha tenido que aprender a vivir por su cuenta, conociendo gente del lugar para obtener algo de beneficio y supervivencia, pues vivir en estas circunstancias no es nada sencillo. Muchos lo consideran problemático, una mala influencia, un vago e incluso un ladrón. Pero lo que no saben de él es que, a pesar de no contar con el privilegio de haber tenido una vida mejor, trata de vivir una vida plena y tranquila, siendo un buen amigo del que no muchos han sabido valorar debido a su mala fama.

Y como era de esperarse al vivir tanto tiempo en estas circunstancias, ha probado tanto cosas buenas como malas, entre ellas el consumo de sustancias ilegales. Al tratar de buscar siempre entretenimiento, diversión y plenitud, ha descubierto ese lado oscuro de las calles, además de haber conocido malas influencias que lo han llevado a ello. A pesar de todo, Raider sigue esforzándose por ser lo mejor, un buen amigo después de todo, ya que busca brindar lo que él mismo nunca tuvo: compañía verdadera.

El día parece ir como cualquier otro para ambos jóvenes, aún que apenas es el inicio. Quizá ese día sea diferente para los dos, porque cualquier pequeño detalle podría cambiar el rumbo del día, y quizá hasta de sus vidas.

Aquí es donde inicia la historia de Ramón y Raider, dos chicos con sus diferencias, vidas distintas pero emociones iguales.
¿Cómo se conocerán? Eso lo verán más adelante.
¿Qué será de ellos? Es algo que descubrirán cuyo avance la historia.

Emo-tionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora