El amanecer reemplaza la oscuridad que acompaña la luna, el sol se asoma e ilumina todo a su paso una vez más.
Por la ventana de la habitación de cierto departamento, se asoman los rayos de luz que genera el día, junto a un calor cálido. Tales rayos de luz llegan a la cama de Ramón, más específicamente su cara. Este se encontraba extendido en su cama con las sabanas desordenadas como siempre, y la luz en su rostro no pudo evitar que se despertara con un gesto de incomodidad.
Ramón se estira y cubre su cara para luego tratar de hallar un lugar sin que le dé la luz y seguir durmiendo, cosa que consiguió al tomar una almohada y colocarla encima de su cabeza, en ese momento eran apenas las 9:00 de la mañana.
Por otro lado, se encuentra Raider en su refugio, estaba durmiendo pero el ruido de uno de sus compañeros lo despertó, y Raider en vez de molestarse, aceptó que ya viene siendo hora de levantarse, ya que está acostumbrado a despertar repentinamente de esa u otras formas.
El tipo que está haciendo algo de ruido, es un joven con una guitarra acústica, un amigo de Raider que pide limosna por las calles tocando algunas canciones.
Tal amigo, se llama Aden. Es un chico de la misma edad que Raider, y de igual forma que el, es huérfano, siendo ya un amigo bastante viejo que conoció cuando eran niños. “¡Ey, Aden! Ensayando tan temprano ¿Otra vez?”, “Oh, perdóname, Raider. Es que escuché una canción que me gustó mucho su melodía, y trato de aprenderla”.
Raider se levanta, se acerca a Aden y le pregunta: “¿Y cuál canción es esa?”, “Bueno… No sé con exactitud, solo recuerdo cómo era la melodía y trato de no olvidarla, por eso es que empecé desde muy temprano.” Raider sonríe al escuchar a su amigo y con un corto resoplido le dice: “Es bueno que te propongas a no dejar ir esa melodía, yo ayer conocí a un chico por mera curiosidad que tuve al verlo”. Aden mira a Raider algo confundido y le pregunta “¿Solo por curiosidad?”, Raider estirándose para sonar algunos huesos, le responde: “Claro, y voy a juntarme con el, esta tarde”. Aden al escuchar eso se desanima un poco, pues tenia pensado pedirle su compañía como otras veces, ya que mientras el toca la guitarra, Raider anima el ambiente y les va mejor en cuanto dinero les dan, pero tal parece que este día no será el caso.
“… Está bien, yo iré al centro a hacer lo mío.” Dice Aden tomando su guitarra para colgarsela con la correa que tiene para llevársela. Raider algo dudoso por el tono de su amigo, le pregunta: “Estás bien?”, “Sí, sí.” Exclama Aden mientras va directo a la salida. Raider al ver eso, se cuestiona si seguir a su amigo o no, pero al conocerlo cree que dice la verdad al afirmarle que está bien, así que lo dejó ir, mientras el se queda a acomodar sus cosas y planear acerca de lo que hará para prepararse e ir con Ramón, incluso piensa en lo que podrían hacer o a dónde podrían ir.
Ya que Raider termina de acomodar el lugar en donde duerme, y de paso el sitio en donde se queda Aden y algunos otros compañeros, sale para ver la hora en algún reloj, el ya tenía un reloj pero hace poco se lo robaron.
Una vez que sale del refugio, camina dirigiéndose a un local de comida, es una lonchería que le pertenece a una señora que conoce a Raider, y a veces ella le da algo de comer al chico a cambio de que le ayude lavando platos o barriendo. Así que al llegar ahí, Raider entra y saluda a la señora, llamada… “Hola, Doña Carla!” Dice Raider con una gran sonrisa amistosa al saludarla. La señora un tanto mayor, reconoce al chico y le devuelve el saludo: “Oh, Reider, eres tú. Qué te trae por aquí, joven?”. Raider ya acostumbrado a que le llame de esa forma decide ignorar ese detalle, y mientras se reposa cuidadosamente en una pequeña mesita con un floral le pregunta acerca de si necesita ayuda, oferta que la señora acepta con confianza, otorgándole como labor el lavar algunos trastes y limpiar por ahí, dejando pasar el rato.
Transcurren un par de horas, y una vez que Raider finaliza su labor y de paso come, recuerda a lo que venía desde un inicio, pero este se había desviado un poco por su rutina. Había un reloj en la pared de la lonchería, pero este no entiende muy bien el funcionamiento del aparato, pues se trata de un reloj de manecillas, así que le pregunta a la señora del lugar, que se encontraba atendiendo a un cliente preparando su comida. “Disculpe, Doña Carla ¿Podría decirme la hora que es?”, la señora ya con un reloj en la muñeca de su brazo, revisa la hora y responde a la pregunta: “Las 11:14, Reider. ¿Por qué? ¿Tienes algún pendiente?” Pregunta la señora con amabilidad y algo de curiosidad mientras continúa lo que hace. Raider ríe un poco “Solo acordé ver a un amigo a medio día, Umm… ¿A qué hora es el medio día?”, “A las 12:00, dentro de 45 minutos Masomenos” dice Doña Carla con una ligera risa por la pregunta tan sencilla. “45 minutos…” Murmura Raider para mentalizarlo, y le agradece a la señora por la aclaración y el haberle brindado la oportunidad de ayudarle, antes de despedirse y retirarse del lugar.
Por otro lado, volvemos con Ramón, que se encuentra en una posición nada cómoda en su cama, aún durmiendo, pero su sueño a este punto es bastante frágil, así que puede despertar con cualquier cosa, y esa cosa es un cosquilleo en su brazo.
Ramón despierta al instante, pues ese cosquilleo le genera una extraña sensación de incomodidad, y efectivamente, su brazo se había adormecido; pues estaba acostado encima de el, siendo cubierto por la almohada que se puso en la cara hace rato. Una vez que Ramón abrió sus ojos, sintió como su brazo no respondía, haciendo que este entre ligeramente en pánico al ser lo primero que le pasa al despertar.
“Ugh… Por qué a mí?” Murmura Ramón mentiras se sienta para tocar su mano, esperando a que reaccione, pero de paso voltea a ver a su reloj, y a pesar de no ver bien, logra distinguir las siluetas de los números, 11:30. Al darse cuenta de la hora, se levanta y se estira, pues ya es algo tarde, pero… Tarde para que..? No lo recuerda bien. Así pasa un rato sentado tratando de recordar lo que iba a hacer hoy, pero en eso recuerda que debería comer algo, para evitar problemas como lo que pasó ayer.
Ramón se levanta de su cama y sale de su cuarto para ir directamente al baño, se mira un momento al espejo y nota que su largo cabello está desordenado. Se lo acomoda un poco y luego nota su olor, que le indica que no se bañó hace algunos días, pero le da igual, y simplemente continúa con lo suyo, haciendo sus necesidades y saliendo del baño, sin lavarse las manos.
Finalmente llega a la cocina, sus padres no parecen estar, quizá su padre está en el trabajo y su mamá salió de compras. Le da igual, va por la caja de cereal y se sirve una considerable porción en un tazón para luego servir leche y proceder a sentarse a comer. Aún con la poca tranquilidad que hay en el momento, Ramón no se siente del todo cómodo, ya que siente que algo se le olvida, solo solo que no sabe, ó, no se acuerda qué puede ser.
Después de un rato masticando su cereal, recuerda lo que le pasó ayer, la vergüenza por la que pasó en la tienda y… Ramón finalmente recuerda; “El tipo de cabello azúl!” exclama al por fin recordar lo que sentía que le faltaba. En eso, Ramón come su cereal con prisa, pues ya era algo tarde. Nunca ha salido con alguien de forma amistosa, en si, nadie lo ha invitado antes a algo, tan siquiera a pasear o platicar, así que no sabe de si está haciendo lo correcto al estar apunto de dejar pasar ese compromiso. Al terminar de desayunar, algo tarde, va a su cuarto para tan siquiera ponerse pantalones, pues este andaba de boxers, aún así, se colocó la misma ropa de ayer.
Mientras Ramón se acerca a la puerta de su cuarto, piensa un poco y decide llevar el billete de ayer, por si acaso. Una vez que sale de su cuarto, se cuestiona de si ese chico del chaleco le hablaba en serio anoche, aún le parece extraña tanta amabilidad en alguien sin ninguna intención más que el solo ser bueno. Ramón ya llega a la puerta de la salida de los departamentos, no tiene ninguna expectativa, porque aún tenía en la cabeza ese pensamiento intrusivos de si solo es una broma, así que abre la puerta, y una vez que sale… no hay nadie. Mira a los lados de la calle, y no encuentra a Raider en ningún lado, algo en Ramón quiere volver a su cuarto a encerrarse por la decepción, pero también tiene algo de curiosidad, es parte de Ramón el pensar de más en varias posibilidades, en su mayoría negativas, pero hace el intento de que no sea así, por ahora. A este punto, son las 12:03 pm. “¿Dónde está?” Ramón no puede evitar preguntarse.
Raider se encontraba en el centro de la ciudad, había ido ahí para matar un poco el tiempo que le sobraba, al salir con confianza de la lonchería de Doña Carla. El aún tenía en mente que le faltaban 45 minutos, y al haber llegado al centro, volvió a encontrarse con Aden, este estaba tocando la guitarra, una melodía calmada y algo melancólica, pero aún así estaba ganando algo de dinero, no mucho, pero era decente. Antes de que Aden lo notara, Raider se le acercó y tocó su hombro para decirle; “¿No crees que falta algo de ambiente?”, una sonrisa se marca en el rostro del chico de la guitarra, le alegró ver que su amigo sí vino con el, pero ninguna palabra sale de su boca para expresarlo. “Vamos, toca esa melodía que tocaste esta mañana, era muy buena!”, Aden asiente y responde con: “Lo intentaré, pero necesitaré algo de ayuda.”, “Cuenta conmigo!” Raider responde decidido y se aparta un poco para llamar la atención de la gente, alentando a Aden para que toque, y finalmente, de la guitarra comienza a sonar una melodía que inicia lento, algo tranquilo, pero poco a poco va agregando una tonada particular acompañado de un tarareo, creando una melodía algo improvisada, pues se basó de algo que había escuchado antes.
La gente y Raider se queda a escuchar a Aden, pero a Raider le gusta aún más lo que escucha, ya que realmente admira a su amigo y el talento que tiene con su instrumento, que incluso se quita sus audífonos para escuchar mejor. Una vez que la canción termina, personas se acercan a dejar dinero en el traste que Aden tenía delante de el, y las monedas que ya tenía antes terminaron duplicandose. Raider en eso se acerca a el y sugiere: “Quieres hacer un dueto? Conoces las canciones que nos sabemos.” Aden antes de responder, se cuestiona por un segundo qué hace Raider ahí, si le había dicho que iba a salir con un nuevo amigo, quizá ya volvió de esa juntada, o, pudo haberse olvidado, aún así… Aden no dice nada al respecto, y acepta la invitación de Raider para tocar una canción con su compañía. Raider no sabía de la hora, y por eso no ha recordado que debería ir con Ramón en lo que acordaron, y continúo compartiendo tiempo con Aden, y esos 45 minutos… se tornó a poco mas de una hora, pasando el tiempo y siendo ya las 12:30.
A Raider, el tiempo se le pasó volando al estar divirtiéndose con su amigo Aden, pero, por parte de Ramón, el tiempo es una eternidad.
Ramón permaneció unos minutos fuera de los departamentos, comienza a sentirse como un tonto al estar ahí sin hacer nada, mira su teléfono y al checar la hora se da cuenta de que ya eran las 12:30. Este ya no cuenta con tanta paciencia, y comienza a sentirse engañado, suspirando y entre dientes murmura: “Lo suponía.” Con un tono de decepción, y sin pensarlo dos veces, vuelve a su departamento, azotando las puertas por las que pasa, incluyendo la de su cuarto.
“Debí saberlo, bueno, ya lo sabía. ¿Por qué alguien querría estar conmigo? Que idiota de mi parte el haber creído que hice un amigo. Todos son iguales!” grita Ramón al mismo tiempo que patea un mueble de su cuarto, claramente se lastimó y le dolió, pero en vez de aceptar que el solo se lo provocó, decide desquitar aun más su coraje contra el que cree que lo estafó, por un rato.
Ya que se le pasó el coraje, unas lágrimas brotan de sus ojos, pues Ramón volvió a sentirse solo. Algo dentro de el realmente esperaba que Raider volviera, pero fue lastimado al ver que no estaba donde dijo que estaría. Pensaba que ya había conseguido un amigo después de tanto, y no fue así, al menos es lo que su mente le dice.
Raider ya después de un buen rato de estar con Aden, nota que es algo tarde, aún que no sabe la hora, así que decide preguntarle a un hombre que portaba un reloj que iba pasando. “Disculpa, me puede decir la hora?”, el hombre algo desconfiado al ver a Raider, cree que lo va a asaltar, así que su reacción fue apartarse un poco, pero aún así darle la hora rápido, para continuar su camino inmediatamente; “Es la 1 con 5” dice el hombre y se retira. Raider iba a agradecerle al hombre pero ve que se va. “Huh, al menos me dijo la hora- YA ES LA 1??” Raider exclama espantado y le dice a Aden: “Lo siento, Aden. Pero debo irme, adiós!” y se va corriendo con mucha prisa. Aden ve que Raider se va de forma tan desesperada y la sonrisa que tenía se le borró. “Mierda, sí lo recordó.” Murmura Aden al recoger el dinero y se levanta tomando su guitarra para irse del lugar, pues ya estaba cansado, y pensaba irse con Raider para ir a un lugar con el dinero que recaudaron, pero ese plan se vió interrumpido, otra vez.
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Emo-tional
Teen FictionRamón es un adolescente promedio que vive en 2010, tiene una vida de color gris, reprimiendo sus emociones y lidiando con sus pensamientos intrusivos por el ambiente en el que vive. Raider es otro adolescente pero más despistado, relajado, divertido...