CAPÍTULO 1
Todo pasa por una razón.
—Si la rama no se quiere torcer, hay que romperla.... No todo en este mundo crece con raíz. La mayoría, siempre se alimenta de alguien más.
Esas eran las últimas palabras de mi madre, antes de morir.
Y nunca pensé que esas palabras fueran tan ciertas.
Corromper una rama fuerte, es difícil, pero no imposible. Nada es imposible. Todos se succionaban y se comían de raíz.
Como, por ejemplo, un alma rota.
Las almas rotas no tienen reparación.
Y cuando alguien la succiona, no se podrá curar.
Hay que vivir con ellas por siempre.
Mi padre decía:
—Eres un árbol torcido, mientras más intenten corromperte, no podrán, por qué naciste como eres. Y cuando un árbol nace torcido, no hay fuerza que lo arregle.
No hice caso y toda mi vida fue así:
Privilegios y cero responsabilidades.
Soy la princesa de un pueblo olvidado.
Al nacer, era la chica más hermosa del reino, con pretendientes desde mi nacimiento. Era normal ver a tantos chicos jóvenes en la puerta del palacio, con flores y proponiendo retos entre sí, para ver quien consigue mi mano.
Y apenas solo era a mis quince años.
Todo mi mundo se derrumbó, cuando entré al palacio.
Nunca olvidaré ese día.
Era de noche, esa vez me había escapado para ir en cubierta al pueblo. Cuando llegué a ver si mis padres seguían despiertos, giré el manubrio de la puerta, y hubo algo que me dejó paralizada.
La sombra de un chico cubierto por una extensa capa negra habitaba en el borde de la ventana.
Lo vi.
Vi que, al voltearse, sus ojos ámbar eran profundos, brillaban con el resplandor de la luna y una gran cicatriz, en la nariz. Pero, no vi más.
Solo vi el cielo y las estrellas.
Solo oscuridad.
Saltó por la ventana y me quedé paralizada, y de pronto vi lo que me temía.
Mis padres.
Estaban muertos.
O eso pensaba.
Todo mi cuerpo se quedó estático, sin mover ni un solo músculo. Absolutamente todo salió. Caí rendida en el suelo, abriendo con fuerza mis ojos, y llevándome las manos a la boca y el pecho. Las lágrimas salieron con tanta fuerza, que no podía respirar. Jadeos ahogados salieron de mí.
Reaccioné, y me arrastré con rapidez en el suelo.
Vi sus rostros, apagados.
Y el rostro de mi madre tenía una pisca de vida. Y la tome del cuello.
—Ma....dre. —Balbucee atropelladamente. Tenía una gran carga en mi pecho, me dolía tanto que sentí que explotaría.
Mi corazón dolía.
Sentí, como su pecho subía y bajaba.
Era doloroso.
Todo su vestido de dormir estaba cubierto de un gran charco de sangre. Automáticamente llevé mis manos y presione su herida, para que no salga más. Pero, fue imposible.
Era muy grande y profunda.
—Si la rama no se quiere torcer, hay que romperla...No todo en este mundo crece con raíz. La mayoría, siempre se alimenta de alguien más. — ella no me podía mirar, solo veía el techo. Balbuceaba cosas sin sentido.
Y antes de que sus ojos se cierren, una lagrima rebelde salió de allí. El brillo de sus ojos marrones murió. Su respiración se detuvo. Sus cálidas manos se volvieron frías, el aroma a flores que la caracterizaba se volvió en un aroma metálico y fresco, y eso era la sangre que brotaba de su cuerpo.
—No...
Me limite a decir.
La fuerte brisa nocturna inunda la sala, secando mis lágrimas. Y de pronto solo supe, que estaba sola. Sin nadie a mi alrededor, sin poder verlos más.
Era un mar de lágrimas, tantas que mis ojos quemaban, mi garganta adolorida de tanto gritar, y mi corazón roto, por ver morir a las personas que se encontraban en mi alrededor.
Y de pronto me volví la princesa solitaria.
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Sangre Real
FantasyEn un reino envuelto en misterio y sombras, la Princesa Solitaria se enfrenta a un desafío que cambiará el destino de su reino para siempre. Obligada por las maquinaciones de su astuta tía a participar en los Juegos Monárquicos, la princesa debe nav...