3. ¿Soy un gato negro?

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CAPÍTULO 3

¿Soy un gato negro?


El día de la competencia finalmente ha llegado, y el aire está cargado de una energía eléctrica mientras nos preparamos para los desafíos que nos aguardan. Las trompetas resuenan, marcando el inicio de las pruebas que decidirán el destino de nuestro reino.

Mi corazón late con fuerza mientras observo la primera competencia: peleas entre caballos, con jinetes armados con afilados arpones. El ruido de los cascos golpeando el suelo se mezcla con los gritos de los espectadores, mientras los participantes luchan con ferocidad por la victoria. Algunos caen, víctimas de la brutalidad del combate, mientras otros emergen triunfantes, sus rostros iluminados por la gloria momentánea.

Las risas y los aplausos llenan el aire, pero mi atención está completamente centrada en Ealdor. Observo con fascinación mientras se enfrenta a los desafíos con una determinación tranquila y una destreza impresionante. Sus movimientos son fluidos y calculados, como si cada paso estuviera cuidadosamente planeado.

La competencia avanza, y nos sumergimos en una serie de juegos intrincados y peligrosos. Laberintos oscuros y traicioneros, campos de batalla llenos de trampas mortales, cada desafío es más desafiante que el anterior. La sangre se derrama y las vidas se pierden en la lucha por la supremacía, mientras los participantes luchan con todas sus fuerzas por la victoria.

Estos juegos son muy fuertes.

Y todo esto es para tomar mi mano, cada uno sabe muy bien su rol, saben que con una muy mala estrategia morirían en el campo, pero igualmente lo hacen, luchan por eso.

Si no fuera porque este juego es un legado, hace tiempo los hubiera anulado. Mis propias habilidades se ponen a prueba, mi determinación puesta a prueba en cada esquina y cada giro del laberinto. Pero incluso en medio del caos y la confusión, mi mirada siempre vuelve a Ealdor. Su presencia es magnética, su habilidad en el campo de batalla impresionante.

Aldrion se vuelve el vencedor en cada batalla que compite, de los diecisiete, solo dos quedan y como es de saber eran Aldrion y Ealdor...

En todo el campo de batalla se escucha el bullicio de las personas por su favorito y los aplausos de satisfacción.

—Solo quedan dos participantes y los dos muy capaces de todo. ¿Quién ganara los juegos monárquicos? ¿Quién será el futuro rey? — la voz de mi tía me saca de mis pensamientos.

Todos empezaron a volverse locos con los aplausos.

A medida que avanzaba su discurso, una conexión inexplicable comienza a formarse entre nosotros. Aunque apenas nos hemos cruzado palabras, siento una afinidad con él, una comprensión silenciosa que va más allá de las palabras.

No sé qué diablos me pasa.

El calor del sol se cernía sobre el campo de batalla, amplificando la tensión en el aire mientras Ealdor y Aldrion se preparaban para su enfrentamiento final. Los espectadores aguantaban la respiración, expectantes ante la batalla que definiría el destino del reino mi destino...

Ver el rostro de Ealdor me recordaba mi sufrimiento hace cuatro años. No sé porque cada que veo sus ojos mi mente retoma ese escenario de aquella noche.

Mi corazón latía con fuerza mientras observaba la escena desde mi trono, mi mente llena de incertidumbre y temor por lo que estaba por venir. La competencia había sido feroz, y ahora, con el destino del reino en juego, las apuestas eran más altas que nunca y por lo que más temor sentía era por mi futuro como reina.

El próximo rey está frente a mis ojos y cualquier paso en falso me podría traer desgracia o paz. Esto no era apropiado de mí, es como si mi cuerpo y mente estuviera bajo el control de su mirada.

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