Capítulo 4
¿Quién eres?
La opulenta cena se desenvolvía con una mezcla de expectativas y tensiones latentes. Mientras los platos de manjares exquisitos eran servidos, yo observaba con cautela a los dos vencedores de los Juegos Monárquicos, Aldrion y Ealdor. Sus miradas, cargadas de rivalidad y expectativas, parecían dialogar en un lenguaje silencioso que solo ellos entendían.
Aldrion, con su porte gallardo y su discurso convincente, se esforzaba por ganarse mi favor. Cada palabra que salía de sus labios resonaba con una promesa de lealtad y honor, pero sus ojos, ocultos tras una máscara de determinación, me susurraban historias no contadas.
—Majestad, ¿cómo podría resistirse a la dedicación y el compromiso de un hombre como Aldrion? —. preguntó Eloris con una sonrisa astuta, buscando mi complicidad en el juego de la intriga cortesana.
Suspiré, sabiendo que las apariencias podían ser engañosas en la corte.
—Las palabras son como el viento, Eloris. A veces es mejor observar las acciones detrás de ellas. — respondí en voz baja, manteniendo mi expresión neutral mientras evaluaba cada movimiento y cada gesto.
Por otro lado, Ealdor emanaba una tranquilidad que contrastaba con la agitación del momento. Su presencia serena y sus palabras sinceras parecían arraigar en la esencia misma de la nobleza. Aunque su discurso era más reservado que el de Aldrion, sus ojos ámbar brillaban con una intensidad que no pasaba desapercibida.
—Ealdor parece ser un hombre de principios. —, comenté en voz alta, dirigida tanto a Eloris como a los presentes en la mesa. Ealdor, levanto su mirada y me observa cada palabra que digo. —Sus palabras reflejan un profundo sentido de responsabilidad y honor.
Sus ojos son una anestesia.
—¿Con cuál de ustedes dos me podría quedar? No es una elección fácil... —observé a Aldrion con desaprobación. Él, más que nadie, sabía que esta elección lo dejaba fuera de plano. No estaría con mi ex-prometido. Solo mis padres y yo sabíamos que Aldrion sería el próximo rey, pero sus deseos de lujuria fueron más allá y terminó engañándome con Alaris, la reina vecina.
—Todos afuera... —ordené con firmeza.
Uno a uno, todos se levantaron de sus asientos y abandonaron la sala. Ealdor se disponía a retirarse, pero lo detuve en seco.
—Tú no... mi Ealdor. Tú te quedas aquí. Aldrion, retírate a tus aposentos. Mañana hablaré contigo.
Aldrion me observa frunciendo el ceño, al escuchar mis palabras...hizo una reverencia y se marchó, dejándonos solos. Quedé frente a Ealdor, pero la mesa nos dejaba a una distancia prudente, su postura relajada no había cambiado en lo más mínimo. Observé su plato intacto y su hombro herido, su traje de batalla manchado de sangre.
—Ealdor, acércate por favor —pedí, indicándole con un gesto que rodeara la gran mesa y se pusiera frente a mí—. ¿Quién eres y por qué estás aquí?
Al escuchar mis palabras, su semblante cambió sutilmente a uno más juguetón.
—¿Quién soy? Soy su prometido y pronto tu esposo. ¿Dalia, o prefieres que te llame "Alteza" para continuar?
Mi nombre en sus labios me hipnotiza.
Su respuesta tenía una pizca de picardía, y no pude evitar sonreír ante su audacia. Está rompiendo todo tipo de protocolo al hablar de esa manera conmigo. Y mas al saber mi nombre.
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Sangre Real
FantasyEn un reino envuelto en misterio y sombras, la Princesa Solitaria se enfrenta a un desafío que cambiará el destino de su reino para siempre. Obligada por las maquinaciones de su astuta tía a participar en los Juegos Monárquicos, la princesa debe nav...