DIEZ

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Eran las tres de la mañana cuando su celular comenzó a sonar a lo loco, vibraba sin parar y la pantalla se había tildado

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Eran las tres de la mañana cuando su celular comenzó a sonar a lo loco, vibraba sin parar y la pantalla se había tildado. Al comienzo se había asustado pero le tardó unos segundos de recobrar la consciencia gracias al estado de sueño para entender que se había quedado sin señal y que ya había vuelto.

Dispuesta a volver a dormir el tono de llamada volvió a despertarla, estaba a nada de apagar el celular hasta que vió el nombre en la pantalla.

"Feli💖"

Y no era solo la foto de pantalla con el susodicho o el emoji junto a su nombre lo que delataba cuan enamorada estaba ella, era la manera en la que sus ojos brillaban cada vez que lo recordaba.

Atendió la llamada con el temor de que algo malo le hubiese ocurrido, casi con el corazón en la boca y su mano temblando para pronunciar un bajo "¿si?"

— Estoy afuera. — dijo el castaño en voz baja. —

— ¿Pero vos sos tontito o no sabes leer un reloj? Son las tres de la mañana, Felipe. — Ofelia susurra en modo de reto para salir de la cama descalza intentando no hacer ruido para no despertar a sus papás. — Ponete a rezar, boludo. —

Escucha la risa de él a través del celular y niega con una sonrisa para finalizar la llamada. Bueno, si no le había pasado nada antes había que rogar para que no le pasara nada ahora que sus papás dormían y claramente no sabían que el chico estaría allí.

— Pasa, dale. — murmura ella intentando que la puerta no rechine y cuando él se adentra quedándose parado a unos pasos de ella lo observa fijo. — ¿Qué? ¿Qué miras, tarado? — agarra de su brazo para impulsarlo a caminar, teniendo que pegarle varias veces para que deje de reír a pesar de que lo haga en voz baja. —

Cuando ella cierra la puerta de su habitación lo hace con llave, asegurándose de que su papá en unas horas no pueda entrar y no le quede otra más que golpear para avisarle que se va a trabajar, no tenía que preocuparse por su mamá porque la mujer ni avisaba cuando se iba o volvía.

Prende la luz de la mesita chiquita y niega fingiendo enojo hacia el de ojos claros.

— ¿Te falta una corrida de ladrillos o qué? — pregunta en voz baja. — ¿cómo se te ocurre venir a las tres de la mañana? Te podría haber pasado algo. —

Pero Felipe sonríe cuando ella pronuncia la última frase, da un paso hacia ella y su sonrisa se ensancha aún más cuando ella da un paso hacia atrás nerviosa.

— Llevamos saliendo como ¿seis meses? ¿o no? — suelta él dejándola confundida. — Si no hacia esto ahora seguro que no lo hacía más, porque me daba miedo o vergüenza más bien decirte lo que quiero. —

Ofelia levanta sus cejas perpleja y entre abre su boca sin saber qué decir, queriendo soltar una risa gracias a sus nervios que comienzan a recorrer desde sus pies hasta su nariz.

𝐆𝐨𝐫𝐠𝐞𝐨𝐮𝐬 - 𝐅𝐞𝐥𝐢𝐩𝐞 𝐎𝐭𝐚ñ𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora