¡San! (Valentín)

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¡San!

¡Valentín!

Choi JongHo se cruzó de brazos, puchereando a inconsciencia mientras retrocedía unos cuantos pasitos, alejándose de aquel que buscaba acorralarlo.

Frente suyo, Choi San, a quien también podría referirse como "su dolor de cabeza constante", sostenía una diadema horrorosa, decorada con un par de antenitas coloridas que se complementaban de corazones chuecos bañados en purpurina rosa.

No.

JongHo no se iba a poner esa ridiculez en la cabeza ni porque fuera el día de San Valentín, ni porque San la hubiera hecho para él con sus propias manos.

Muy gracioso, hyung. Ya dije que no quiero.

El pelinegro le frunció el ceño, sintiéndose ofendido. Se cruzó de brazos para complementar su berrinche y volteó la cara hacia otro lado en una clara muestra de indignación.

JongHo ni siquiera tuvo tiempo de mortificarse por dichos actos, pues las cómicas antenitas bailaron inquietas entre aquellas hebras oscuras, dándole una imagen demasiado adorable para su propio bien.

Ugh, San se veía tan precioso con la tonta diadema que había hecho para sí mismo...

Resultaba injusto que aquel al cual podía referirse como "su dolor de cabeza constante" fuese también su novio exageradamente bonito.

Observando la escena desde el otro lado de la habitación y con ambos antebrazos apoyados en la encimera de un mueble se encontraba Kang YeoSang.
El chico de cabellera rubia tenía la barbilla manchada por el chocolate que se había comido hace un rato, ese mismo con el que Choi San le había chantajeado para dejarse poner otra de las diademitas ridículas que hizo por motivo de San Valentín, ahí en el jardín de infantes donde era profesor.

Ese catorce de febrero San había fungido como maestro de ceremonias en la escuelita en la que trabajaba, guiando el festival de San Valentín y elaborando miles de accesorios, decoraciones y detallitos para sus pequeños alumnos y para ellos también.

JongHo había estado feliz de recibir un lindísimo ramillete de flores blancas junto al origami de un osito y YeoSang se sintió contento por las cartas y los chocolates, pero tras entregarles los regalos, San procedió a sacar las diademas de su mochila, demandando una foto de los tres juntos con esas cosas puestas y fue así que la disputa entre ambos Choi se desató.

YeoSang no había previsto tanto drama, él se puso la diadema y ya, así que, ligeramente desconcertado, parpadeó unas cuantas veces, con la mirada fija en el enfurruñado pelinegro.
Tal vez era la insistencia de sus ojitos pardos, o tal vez era la intensa conexión que ya tenían, pero bastaron pocos segundos para que San le devolviese la mirada y se encaminara hacia él sin importarle empujar a JongHo en el proceso.

YeoSaaaaaang. —San envolvió la esbelta cintura del susodicho entre sus brazos fuertes, pegando su mejilla a la contraria tras agacharse un poquitito. —Dile a JongHo que se la ponga, ¡sólo nos haremos una foto y ya está!

YeoSang carraspeó apenas, sintiéndose asfixiado por el abrazo y la cercanía. Echó una mirada de auxilio al menor de los presentes, pero JongHo se limitó a desparramarse sobre el sofá con la indiferencia bañando su semblante.

Agh.

Era entendible hasta cierto punto, pues con JongHo no estaban acostumbrados a esas cosas tan... temáticas.
Antes de que Choi San se colase en sus vidas e invadiera sus corazones, JongHo y YeoSang se caracterizaban como una parejita sosa, casi aburrida.

¡San! (Valentín) • [2ChoiSang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora