A salvó...

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Prólogo

En los días tumultuosos después de la caída de la humanidad, cuando los simios emergieron como los nuevos amos del mundo, existía una mujer valiente y determinada llamada Elena. Sobreviviente de la devastación que arrasó con las ciudades y redujo a la humanidad a una sombra de su antigua grandeza, Elena luchaba día a día por proteger a sus hijas Roxana, de apenas 3 años, y a la recién nacida Julia. Su búsqueda constante era encontrar un lugar seguro en un mundo hostil y cambiante.

Fue en uno de esos días desesperados que Elena conoció a Raka, un simio de sabiduría insondable y corazón noble. Raka había perdido a los suyos en la misma guerra que había diezmado a los humanos, y encontró en Elena y sus hijas una chispa de esperanza en un paisaje desolado. Guiados por el instinto de supervivencia y una conexión instantánea de comprensión mutua, Elena y Raka formaron una alianza improbable, tejiendo lazos de confianza y amistad en un mundo donde tales uniones eran raras y peligrosas.

Pero el destino tenía sus propios planes. Mientras Elena y Raka aprendían a confiar el uno en el otro, y mientras Roxana y Julia crecían bajo la tutela amorosa de ambos, el pasado de Elena la perseguía. Sus decisiones y acciones en los días previos a la guerra habían dejado cicatrices en su alma, cicatrices que amenazaban con separarla de aquellos a quienes amaba.

Pero siempre había esperanza y una cálido cobijo en el cariño de Raka, y aunque todo era extraño, decidió aceptar sus sentimientos por el simio por lo que pasaron un sin fin de cosas estando ambos juntos una nueva relación jamás antes vista y probablemente juzgada en la era moderna humana, daba un nuevo fruto de aquello amor imposible biológicamente...un milagro.

¿Y cómo se sabía de dicho embarazó?

Simplemente por los mismos síntomas que presentaba en sus dos hijas luego de dar a luz.

Sin embargo muchas preguntas surgían y también muchas preocupaciones se presentan ya que no sabían con seguridad si el bebé era un simio evolucionando, o un bebé defectuoso. Claramente era la preocupación para la familia pero hasta ver qué nazca lo verían juntos como familia.

El embarazo fue normal, más apetito y mucha fatiga más de lo que recordaba Elena, ya que con sus dos hijas no fue así. Raka estaba maravillado pero también estaba preocupado por Elena y el bebé que crecía dentro de ella. Pero estaba decidido a enfrentarlo con la persona que amaba, muy en el fondo a parte de las preocupaciones, estaba feliz ya que tenía un sucesor para transmitir el mensaje de César y los conocimientos humanos para su siguiente generación.

—¡Mami, mira! Este polluelo… está solo—. Una pequeña Roxana, de tan solo 7 años, sostenía entre sus manos una cría de águila, acercándose a su madre con tristeza reflejada en su carita.

—Pobrecito… ¿dónde lo encontraste, hermosa?—, preguntó Elena, su madre, con una mezcla de preocupación y ternura.

—Mmm, bueno…—. Roxana titubeó, dudosa y temerosa de la reacción de su madre. Trató de inventar una excusa, pero sus palabras no encontraron salida...

—Sabes que está prohibido alejarse de aquí, ¿verdad?—. La voz de Elena se tornó seria, mezclando molestia y preocupación.

—Escuché caballos… no tenían montura ni jinetes. Sólo tuve curiosidad y crucé al otro lado del túnel. Encontré al polluelo en el suelo, buscando a su madre…—explicó Roxana, su mirada baja, consciente de su desobediencia.

Elena suspiró, tratando de contener el regaño que pugnaba por salir, pero comprendiendo también la curiosidad natural de su hija, una curiosidad que, sin embargo, podría ponerla en peligro.

¥ ESPECIE NUEVA (×)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora