5

2.6K 111 3
                                    

Mientras caminábamos de regreso al refugio entre los restos del avión, el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos y dorados que contrastaban con el frío ambiente que nos rodeaba.

—Vaya día, ¿verdad? —comentó Pancho, rompiendo el silencio que había caído sobre nosotros.

—Sí, al menos encontramos algo de comida para pasar la noche —respondió Roberto, tratando de mantener un tono optimista a pesar de la situación.

Numa, en cambio, permanecía en silencio, perdido en sus pensamientos mientras caminaba a nuestro lado. Su mirada era intensa, como si estuviera analizando cada detalle de nuestra situación en busca de una solución.

—¿Qué están pensando hacer mañana? —pregunté, tratando de desviar la conversación hacia algo más práctico.

—Creo que deberíamos buscar la cola del avión, seguro que encontramos cosas interesantes ahí —sugirió Numa, finalmente rompiendo su silencio con una propuesta concreta.

—Buena idea, Numa. Deberíamos ir los más fuertes —asintió Roberto, mirándome con cierta desconfianza.

—Yo puedo ir. Aunque no sea la más fuerte, conozco la zona y sé dónde están algunos suministros importantes —propuse con determinación, consciente de mis limitaciones pero decidida a aportar lo que pudiera.

Sin embargo, Pancho no tardó en expresar sus dudas, aunque de manera honesta.

—No es por desanimarte, Mia, pero sos muy delgada y admito que tienes buenas piernas, pero no creo que durés mucho en la nieve ni en la subida —comentó, sin rodeos pero con una sonrisa amistosa.

A pesar de su comentario, sabía que tenía razón. Aun así, estaba decidida a demostrar que podía ser útil.

Antes de que pudiera responder, Numa intervino, rompiendo su característico silencio una vez más.

—Mia, te necesitamos, pero me aseguraré de que estés segura. Te protegeremos, no te preocupes —aseguró con determinación, ofreciéndome su apoyo y protección.

...

NARRADOR

Al día siguiente, se preparaba el grupo de 4 para explorar la cola del avión en busca de suministros vitales. Sin embargo, apenas comenzaron nuestra expedición, se enfrentaron a un obstáculo inesperado. Mia, que estaba herida, comenzó a experimentar problemas con una de sus piernas, que no respondía como debería.

Cada vez caminaba más lento, y peor.

—¡Mia!—exclamó Numa con preocupación.

Mia cayó boca arriba en la nieve, se había desmayado. Numa era el más preocupado.

—La tengo que llevar al refugio, chicos, deberíamos volver todos.—exclamó Numa preocupado.

—Pero tenemos que encontrar esos suministros, no podemos darnos el lujo de perder más tiempo —insistió Roberto, mirando a Mia con preocupación evidente en sus ojos.

—Roberto tiene razón, Numa. No podemos permitirnos quedarnos sin recursos. Pero tampoco podemos ignorar la condición de Mia —intervino Pancho, frunciendo el ceño con determinación.

Con un suspiro resignado, Numa asintió, reconociendo la validez de sus argumentos.

—Está bien, llevaré a Mia de vuelta al refugio. Ustedes continúen la búsqueda, pero manténganse en contacto por si necesitan ayuda —decidió Numa, ayudando a Mia a levantarse con cuidado.

Los demás asintieron en acuerdo, y con un último vistazo de preocupación hacia Mia, partieron en busca de los suministros esperados. Mientras tanto, Numa y Mia comenzaron su lenta y cuidadosa marcha de regreso al refugio improvisado con los demás y con la esperanza de que los demás encontraran lo que estábamos buscando y regresaran pronto con buenas noticias.

Lᴀ Aᴢᴀғᴀᴛᴀ // Nᴜᴍᴀ Tᴜʀᴄᴀᴛᴛɪ,  Rᴏʙᴇʀᴛᴏ CᴀɴᴇssᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora