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"El número que usted marcó no existe o se encuentra fuera del área de servicio. Por favor inténtelo más tarde"

Jimin sabía que sería difícil encontrar a su madre después de haber huido así de casa, pero al menos esperaba que tomara una llamada suya, incluso si solo era para maldecirlo y regañarlo. Necesitaba escuchar una voz conocida después de un día decepcionante y una noche agotadora con su pequeño.

El niño no había dejado de llorar y tuvo darle toda la leche que traía en el equipaje. Odiaba tanto no poder alimentarlo él mismo, pero su cuerpo había decidido que no iba a lactar de ninguna manera. Tuvo que gastar más de lo previsto en leche para su hijo y en una llamada telefónica que no fue respondida.

El rubio se dejó caer a un lado del teléfono público que se encontraba justo en frente del motel barato en el que había dejado al bebé dormido. No fue muy sensato de su parte, pero el pequeño estaba tomando una siesta deliciosa y sabía que era mejor salir a hacer las compras él solo. Además, podía darse el pequeño lujo de derramar unas lagrimas sin que su hijo lo supiera, incluso si era tan pequeñito.

─¡Niño! Vas a quemarte si te quedas ahí sentado.

Kim Gamri apareció frente a él como si fuera un ángel, un ángel con el rostro lleno de arrugas y el cabello blanco y corto. Jimin se levantó al instante, creyendo que quizá se iba a ganar un regaño por estar llorando en un espacio público. La mujer era pequeñita frente a él.

─¿Qué hacías ahí? ¿Acaso quieres morirte de insolación?

─No, señora. Perdón... Solo estaba... ─Recordó su rostro húmedo por el llanto y se limpió rápidamente─. Ya me voy.

─¡Espera! 

Jimin ya había dado un par de pasos lejos de ella, pero su voz, rasposa por los años, lo detuvo de inmediato. No sonaba molesta, era diferente.

─Oye, niño, estás tan delgado ─la señora Kim se paró a su lado y lo examinó de pies a cabeza. Jimin estaba en los huesos─. ¡Por Dios! Necesitas comer algo. Anda, ven a mi restaurante. Esta a la orilla del mar.

─Oh, no, no. No quiero molestarla ─se negó al instante, sabiendo que no tenía el dinero suficiente para pagar algo así─. Estoy bien, se lo aseguro.

─Si claro, ¡y yo estoy en mis veintes! Ven, obedece a tus mayores.

La delgada muñeca de Jimin fue atrapada por la huesuda mano de la mujer mayor y después fue arrastrado hasta un restaurante a la orilla del mar, a poco menos de cinco minutos a pie.

El restaurante estaba al final de un pequeño puente que se alzaba sobre el agua salada. Tenía una terraza enorme que permitía a los comensales estar al ras de las olas más pequeñas. El lugar no sufría de tormentas tropicales seguidas, así que pocas veces se había tenido que cerrar por el mal clima y su atractivo principal, esa conexión directa con el mar, lo hacía un lugar apetecible.

Kim Gamri se encargó de servirle una orden de Kimbap, fideos fríos y pasteles de pescado bañados en una salsa roja y picante. Jimin comió como nunca. Al principio estaba avergonzado de las atenciones que le daba la anciana, pero al final terminó con todo, incluso con tres botellas de refresco vacías y una montaña de servilletas a su lado.

─Parece que no has comido en mucho tiempo ─obvió la anciana cuando Jimin terminaba de limpiar los palillos con la boca, estaba a nada de darles una mordida también─. No eres de aquí, niño, ¿verdad?

─Me lo dicen últimamente ─confesó con las mejillas rojas y rellenas. Cuando terminó, apoyó ambos codos sobre la mesa y escondió su rostro entre sus manos, aguantando un sollozo. Comer se había sentido tan bien, llevaba mucho tiempo ignorando su propia hambre, todo lo que tenía estaba dedicado a su bebé.

A un bebé que ni siquiera había tenido el valor de nombrar.

De pronto, la imagen del pequeño dormido en la cama del hotel le impactó como un golpe. Lo había abandonado.

─¡Tengo que irme! ─Se levantó de prisa, asustando a la señora y los pocos comensales que había a su alrededor─. Yo, yo, dejé... Dejé a mi, mi bebé. Oh. OH. ¡Va a odiarme!

─¿Tu bebé? ─Preguntó Gamri desorientada, pero pudo detener al chico antes de que se alejara demasiado de la mesa─¡Espera!

─Necesito irme. Pe-perdón, prometo que le pagaré todo... ─Jimin sabía que eso era una mentira, estaba tan avergonzado de sí mismo, ni siquiera podía sostenerle la mirada a la mujer que lo salvó de morir de hambre

─No es necesario. Creo que estás pasando por un momento difícil ─palmeó su espalda con cariño, algo que Jimin no había sentido en mucho tiempo─. ¿Sabes? Necesito a alguien que me ayude a atender el lugar, alguien joven como tú me serviría mucho.

Jimin la miró, sus ojos brillantes, llenos de lágrimas y esperanzas. ¿Un trabajo? Quizás en verdad esa mujer era un ángel. Su dolor y soledad no parecía durar para siempre.

─¡Vendré un poco más tarde! Por favor, necesito ver a mi bebé.

─Adelante ─la mujer sonrió, comprensiva, sin juzgar que alguien tan pequeño como él ya tuviera a otro ser humano a su cargo─, te estaré esperando.

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Cualquier error será corregido después:)

ʀᴏᴄᴋᴀʙʏᴇ ↬ ᴠᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora