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El acuerdo fue muy sencillo, Jimin trabajaría turnos completos en el restaurante, de mesero y lavaloza, a cambio de tres platos de comida al día y poder quedarse en una de las habitaciones que estaban en la parte alta del restaurante. El restaurante había sido originalmente una casona enorme, así que el ático se había convertido en una bodega y se habían mantenido dos cuartos, una donde la propia dueña dormía y el otro sería desempolvado por el joven padre.

Además, como si la generosidad de Kim Gamri no fue demasiado ya, la anciana se encargaría de echarle un vistazo a la pequeña creatura de vez en cuando a lo largo del día, mientras su padre trabajaba. 

Cuando Jimin preguntó el motivo de tanta bondad, ella se limitó a encogerse de hombros.

─ También fui una madre soltera y, prácticamente, trabajarás gratis para mí. Es un ganar-ganar.

Sin ganas de contradecirla, Jimin comenzó a trabajar ese mismo día. Su vivencia en la calle le había dado la facilidad de hablar con desconocidos, pero era un poco lento porque temía tirar los alimentos. Lavar los platos fue más sencillo, estaba acostumbrado a realizar todas las tareas de limpieza en su antiguo hogar.

En general, el primer día no fue tan desastroso. Gamri tuvo el detalle de pasearse por las mesas y decirles a los comensales que el chico era nuevo y que por favor tuvieran paciencia con él. Las personas le tenían un gran cariño a esa anciana, así que no dudaron en tomar sus palabras e incluso dejar buenas propinas antes de irse. Esas podía quedárselas, le había dicho a Jimin, sería su paga monetaria.

Cuando la noche cayó y fue momento de cerrar, Jimin pudo correr escaleras arriba y encontrarse con su pequeño esperando con los ojos abiertos, estaba a mitad de la cama rodeado de paredes de almohadas. Quizá, pensó, después podría comprar una pequeña cuna para él.

─Amor ─dijo en un tono suave, su voz demostraba lo cansado que estaba, pero había una sonrisa enorme en sus labios─. Mi bebé.

Tomó al pequeño entre sus brazos y comenzó a mecerlo. El pequeño de tres meses parecía entender que su padre estaba feliz y lo acompañaba de pequeñas sonrisas y balbuceos que provocaban que el corazón de Jimin se calentara.

─Me extrañaste, ¿verdad? Papi tuvo que trabajar mucho, pero eso es necesario porque ahora tenemos un lugar para vivir ─había adoptado la costumbre de hablar con el pequeño como si pudiera entenderle. En el fondo creía que sí lo hacía─. Y yo tengo que trabajar mucho, mucho. ¿La señora Gamri fue buena contigo? Yo creo que sí, incluso fue por leche para darte. Oh, mi amor...

Jimin comenzó a sentir que sus ojos lagrimeaban y pegó al bebé a su pecho abrazándolo con posesividad. Su bebé. Era la primera vez que lo abrazaba con tanto cariño. No es que lo odiara, no podía odiar a ese pequeñito de ojos enormes que lo miraba como si fuera todo su mundo, pero tampoco había tenido la paz suficiente para abrazarlo sin sentir culpa o enojo. Era la primera vez que se detenía a oler ese rico perfume propio de un bebé, era la primera vez que lo sentía tan pequeñito como era y no como la enorme carga que se imaginaba, era la primera vez que sonreía genuinamente mientras lo miraba.

Un toque en la puerta lo sacó de esa burbuja mágica y lo devolvió a la vieja habitación. 

─¿Jimin? No cenaste hoy ─habló Gamri una vez que abrió la puerta del cuarto, sonriendo suavemente al ver a Jimin abrazando a su hijo─. ¿Quieres que te suba de comer?

─Oh, no, no. Gracias. No quería dejarlo solo más tiempo ─dijo refiriéndose al bebé─, gracias por cuidarlo y alimentarlo. Él solía llorar mucho todo el tiempo, sé que era por no darle de comer como se debe, pe-pero el dinero... Yo no... Uh, no podía gastar mucho.

Algunas lágrimas lograron escapar y correr por sus mejillas, cayendo en la cabecita del pequeño. Jimin las limpió rápidamente.

─Está bien, muchacho, no tienes nada que agradecer. 

─Claro que sí. Prometo que seré el mejor empleado que haya tenido nunca.

La mujer sonrió.

─Bien. Mañana comenzamos temprano. Iré a dormir, no hagas mucho ruido, por favor, tengo el sueño ligero.

─Claro, seremos silenciosos, ¿verdad, bebé? ─Jimin tomó la manita del infante y la sacudió─. Sí, ambos somos muy silenciosos.

─Oye, ¿no le has puesto un nombre aun? ─Inquirió la mujer. Se había dado cuenta de ese detalle desde mucho antes, pero había esperado hasta ese momento para preguntar.

La sonrisa de Jimin se fue desvaneciendo hasta dejar una mueca incómoda en su rostro.

─No. Aun no sé cómo llamarlo ─comenzó a mecerlo otra vez─. Solo es "bebé" por ahora. Después pensaré en un nombre.

La mujer no parecía satisfecha con la respuesta, pero decidió no indagar más. Podía hacerse una idea de porque un niño de diecisiete años estaba tan lejos de casa con un bebé en brazos y no quería escuchar la historia.

─Bien, no te presiones por ello ─le sonrió una última vez─. Descansa.

─Descanse ─Jimin se despidió con una pequeña reverencia.

Cuando la puerta se cerró, volvió a centrarse en su hijo y en mecerlo hasta hacerlo dormir.

Su vida estaba a punto de cambiar.

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¡Hola! La historia recibió un poco de atención y no podía dejarlos sin actualización. ¡Espero que les guste!

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⏰ Última actualización: May 24 ⏰

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ʀᴏᴄᴋᴀʙʏᴇ ↬ ᴠᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora