I. Dulce Dominio

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Con la temporada de apareamiento acercándose, los animales en la naturaleza se preparan para recibir al compañero adecuado, ya sea comenzando migraciones de días, acicalando sus plumas o pavoneándose con colores llamativos, los cambia forma de tod...

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Con la temporada de apareamiento acercándose, los animales en la naturaleza se preparan para recibir al compañero adecuado, ya sea comenzando migraciones de días, acicalando sus plumas o pavoneándose con colores llamativos, los cambia forma de todo tipo y formas se encuentran emocionados. 

Para Manjiro el año prometía ser igual que los anteriores; una completa agonía y pérdida de tiempo. 

El guepardo, echado a la sombra del árbol de chacal que lucha por sobrevivir, rueda sobre su espalda hasta terminar acostado con el estómago en el suelo. La larga cola felina se balancea de un lado a otro mientras observa un grupo de cebras caminando a la única fuente de agua disponible al rededor. 

Más allá del lago, al costado derecho y escondidos entre el pastizal seco, las leonas se mantienen casi estáticas, listas para saltar en cualquier momento. Manjiro decide retirarse y dejarles el paso libre, no quiere problemas, en especial con Hina y su grupo. El hecho de que pueda acceder al lago y vagar por la zona siempre y cuando no interfiera con la manada de leones es más que suficiente. 

Con todo este tema del apareamiento, los cambiantes suelen volverse más hostiles, en especial los Alfas. Camino a casa, Manjiro aprecia al menos tres luchas entre Alfas de diferentes especies; búfalos, ñus, antílopes e incluso leones por parte de la familia felidae, las feromonas de los Alfa saturaban y ponían de nervios a todos. En especial a los primerizos cambiantes que tendrían que luchar para ganarse el derecho de aparearse. 

Pelear para ganar y luego reproducirse: es la regla básica de los Alfas. En cambio, los Omegas son simples espectadores que tendrán la última palabra. 

Ellos sólo aceptan a los ganadores, y a veces querrán comprobar por cuenta propia qué tan fuertes y habilidosos son.  

Al caer la tarde, mientras admira su propia pelea de Alfas escondido entre los arbustos, el guepardo Manjiro mueve sus orejas redondas a la expectativa.  

Dos guepardos Alfa se pelean por él y el ganador tendrá el derecho de acercarse y terminar por demostrarle que es el candidato perfecto para procrear cachorros fuertes. 

Por el momento no quiere emocionarse de más, no cuando ha experimentado 3 decepciones al luchar y descubrir que es superior a sus pretendientes. Y es que la mayor parte del tiempo, los bastardos desistieron una vez Manjiro corrió a toda velocidad o se sentían superados en fuerza por el Omega salvaje.  

Si no podían mantenerse a su ritmo o tan siquiera derribarlo, era una pérdida de tiempo. Manjiro prefería pasar la semana de celo lloriqueando y restregándose penosamente contra el suelo si eso lo libraba de un Alfa con genes débiles. 

El chillido agudo y de dolor lo saca de sus pensamientos y sigue con la mirada a uno de los guepardos, el mismo que retrocede y huye dejando una estela de sangre a su paso. El felino ganador chilla a modo de victoria y se da la vuelta, viendo hacia su dirección. La cola de Manjiro se enrosca, su pretendiente quiere conocerlo. 

Llamado Natural (Takemai) Omegaverse AdaptacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora